Inseparables
Fue como una pel¨ªcula, una reproducci¨®n real de im¨¢genes y sonidos representada por una actriz y cantante: Natalie Cole. El fr¨ªo pabell¨®n alberg¨® uno de los escenarios m¨¢s at¨ªpicos y c¨¢lidos que hayan pasado por su pista. Con la ayuda apreciada de Nat King Cole, paseando su fantasma descaradamente por el escenario, el inter¨¦s estaba de antemano servido.
La orquesta, dirigida por Charles Floyd, tambi¨¦n actor y coprotagonista de toda una elegante puesta en escena, rompi¨® con sus ritmos de gran banda. Cuerdas, viento y el soporte de la percusi¨®n, dieron la se?al para la entrada, ya triunfal, de Natalie Cole. Vestida con un traje a?os cuarenta, acorde con la rigurosa etiqueta de su orquesta, interpret¨®, sin pausa, temas de su padre y de un tiempo que no pertenece a esta generaci¨®n pero que, extra?amente, recordamos.
Natalie Cole
Natalie Cole (voz), Charles Floyd (director), Harold Jones (bater¨ªa), John Chiodini (guitarra), Jim Hughart (bajo), Alan Bradbent (piano), m¨¢s secci¨®n viento y cuerda. Precio: 2.500, 3.000 y 3.500 pesetas. Pabell¨®n de Deportes del Real Madrid. Madrid, 29 de abril.
Desde 1975, a?o en que grab¨® su disco de deb¨², su carrera musical ha estado dirigida por los caminos que ya transitara su padre, manteniendo y recreando una tradici¨®n musical que marc¨® toda una ¨¦poca. Natalie Cole soporta con su voz, como un pilar irrompible y a la vez flexible, la dificultad t¨¦cnica del jazz, con el atractivo de una imagen y un carisma que resulta no s¨®lo cre¨ªble sino exhuberante. La gran triunfadora de la ¨²ltima edici¨®n de los Grammy, no dio espacio para dudar ni de su capacidad, ni de su calidad, demostrando que u ¨¦xito va m¨¢s all¨¢ que el de ser la hija de un m¨ªtico cantante.
Punto ¨¢lgido
Conversadora incansable, habl¨® de las canciones, de la m¨²sica, de recuerdos, guiando e hipnotizando al p¨²blico, arrastrando, suave y dulcemente, el inter¨¦s hasta el punto ¨¢lgido de la noche. En Unforgettable (Inolvidable), una pantalla mostr¨® la cara de Nat y la sensaci¨®n de escuchar el d¨²o de Natalie Cole junto a su padre se percib¨ªa en la frontera de lo morboso y melanc¨®lico, pero result¨® simplemente emocionante. Los espectadores a partir de ese momento, siempre en pie, no hicieron sino reforzar la perfecci¨®n y que la noche resultase un exquisito y jugoso manjar musical. El pabell¨®n era el lugar menos apropiado para miss Cole, pero sobre, todo para ese p¨²blico que hubiera podido disfrutar del detallismo en una buena sala donde el sonido llegase tan limpio como se interpretaba. Nat King Cole ya no est¨¢, pero la continuaci¨®n que Natalie Cole interpreta, atrapa el recuerdo y resucita emociones vestidas de otro tiempo que pertenecen a quien sepa disfrutarlas. Simplemente sublime.
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