M¨¢s all¨¢ del ¨²ltimo margen
Mendigos, ¨²ltimo escal¨®n del margen, rodeados de otros peligros: moros, guardias, vecinos de clase media, ancianos de asilo, negros, metidos en un Chevrolet abandonado que finalmente es su hogar. Alcohol, droga... Javier Maqua tiene una solidaridad pol¨ªtica y de escritor por estos ¨²ltimos seres del mundo, incluso una ternura que unas veces aparece representada por una muchacha que vive en un margen m¨¢s tolerable y otras por las relaciones entre los dos hombres. Por el amor, que parece ser¨¢n la obra lo ¨²ltimo que queda cuando todo se ha perdido.Una ternura que a veces rompe la dureza del di¨¢logo y de la situaci¨®n con demasiada bondad: pero la demostraci¨®n de autor est¨¢, precisamente, en esta descripci¨®n de la humanidad que reside en todos y que aflora en estos hombres perdidos.
Coches abandonados
De Javier Maqua. Int¨¦rpretes: Blanca Apil¨¢nez, Rafael Diez y Abel Vit¨®n. Compa?¨ªa Geograf¨ªa Teatro. Director: Javier Maqua.Sala Galileo. Madrid, 28 de abril.
Como escritor tiene fe en la recreaci¨®n del lenguaje de sus personajes, dentro de los l¨ªmites y las necesidades del teatro: es, sin que yo sea autoridad en el asunto, ni siquiera aficionado, lo que parece una buena reconstrucci¨®n de c¨®mo se puede estar hablando ahora mismo en los andurriales entre ciudad y campo, entre barro y asfalto: sin perder de vista que ha de ser comprensible y traspasable.
Tragedia y desesperanza
La obra se va desarrollando en cuadros sucesivos, algunos de ellos m¨¢s bien expositivos o demostrativos de las cualidades del autor para esta imitaci¨®n y todos en abundancia de la situaci¨®n descrita entre los tres personajes. El desarrollo conduce inevitablemente a la tragedia, a la muerte, a la desesperanza. A la idea de que no hay salvaci¨®n.Los tres int¨¦rpretes, Blanca Apil¨¢nez, Rafael D¨ªez y Abel Vit¨®n, son adecuados: se hacen cre¨ªbles, y a veces se siente con ellos el fr¨ªo y la desolaci¨®n.
Al p¨²blico -joven- de esta sala le gust¨® mucho la obra y su valent¨ªa, la interpretaci¨®n y la direcci¨®n, y aplaudi¨® a gusto.
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