La partitura del ladr¨®n
Dioni, el vigilante condenado por robar 300 millones, canta en una sala rockera
Hace tres a?os, Dionisio Rodr¨ªguez, vigilante de una empresa de seguridad, Candi, se larg¨® con 300 millones de un furg¨®n blindado. Le capturaron en Brasil y el golpe le cost¨® tres a?os de c¨¢rcel. El pasado mi¨¦rcoles por la noche, envarado y animoso, Dioni, que ya fue tildado de presuntuoso por los fiscales de la Audiencia, cant¨® ante un p¨²blico entreverado de rockeros habituales de la sala Rev¨®lver y cuarentones ataviados en tienda de barrio. No hab¨ªa m¨¢s de un centenar. El morbo atrajo a los primeros; a sus invitados, la admiraci¨®n.
A Santi Morales, uno de los propietarios del club Rev¨®lver especializado en programar conciertos de rock-, le propusieron que el Dioni actuase en su sala."Me lo coment¨® su manager; al principio fue de cachondeo y luego me anim¨¦. Podr¨ªa tener gancho y damos publicidad por lo ins¨®lito", asegura Santi -levita roja y ligero parecido al rolling Keith Richards- escrutando la sala semivac¨ªa. "Pero creo que he metido la pata". Faltaban pocos minutos para que Dionisio Rodr¨ªguez, ladr¨®n convicto y confeso, saltase al escenario convertido en cantante de traje cruzado sobre camisa tropical. La visi¨®n de su peluqu¨ªn arranc¨® los primeros aullidos: "Guapet¨®n". Los rockeros se revolv¨ªan con los invitados del Dioni. Las cuadrillas de cuarentonas, pintadas como puertas "han desvalijado la boutique de su barrio para la ocasi¨®n, seguro", dec¨ªa un joven- tarareaban las letras de las canciones de su amigo Dioni, fulminaban de reojo a los j¨®venes deslenguados y animaban con miradas intensas los sudores del cantante.
Espiritistas
Tambi¨¦n acudi¨® su hermana, vestida con un traje de leopardo, su hija y hasta Iv¨¢n Trilha, un vidente de cabellera leonada que conoci¨® en Brasil y que us¨® sus habilidades "para quitarle la inhibici¨®n". No en vano su tarjeta dice: "La mente m¨¢s poderosa del mundo". No se perdieron el concierto ni V¨ªctor Abundancia ni la actriz Violeta Cela, que chill¨® lo suyo: "La pasta, Dioni, la pasta".Dioni cant¨® en directo por primera vez: las 10 canciones que ha grabado hace mes y medio ("m¨²sica para todas las edades" explic¨®) en portugu¨¦s y en espa?ol. Y desafin¨® poco. Simul¨® que rasgueaba una guitarra el¨¦ctrica blanca que sigui¨® sonando despu¨¦s de que se le descolgase -"?hostias!" se dijo ¨¦l- y recurri¨® a dos bailarinas negras a las que miraba desviada pero golosamente. Ellas amenizaban la salsa: Con un par s¨ª, pero..., una contestaci¨®n a una copla que le dedic¨® Joaqu¨ªn Sabina (Con un par ... ). Dioni confiesa ahora: "Dejadme de furgonetas, que yo quiero ser poeta [aullidos] y no tengo ni para un bocata".
Su garganta primeriza estuvo asistida por un brebaje secreto que le prepar¨® una cantante brasile?a. En el camerino, lleno de pintadas rockeras, entraban a pedirle aut¨®grafos y ¨¦l dec¨ªa que siempre hab¨ªa querido cantar, "S¨¦ que no lo hago bien, pero eso les pasa a muchos. La gente viene por expectaci¨®n, por morbo".
"Vamos a dar el golpe", amenazaba la invitaci¨®n. El mejor golpe fue su despedida, despu¨¦s de dos canciones de propina, lanzando unos billetes de 1.000 pesetas. No fueron de los 140 millones que faltan por recuperar de los 300 que se llev¨®, sino otros en los que su cara suplantaba la de Benito P¨¦rez Gald¨®s. Y el p¨²blico apresaba los billetes del afamado ladr¨®n como si fueran buenos.
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