Entre la admiraci¨®n y el aburrimiento
Mientras la Expo era una fiesta callejera con mariachis mexicanos, combos puertorrique?os, cantos maor¨ªes de Nueva Zelanda, dulzaineros castellanos, danzantes tailandeses y marchas alemanas, Laurie Anderson permanec¨ªa arrodillada en el escenario del teatro, pocos minutos antes de la presentaci¨®n de su ¨²ltimo espect¨¢culo, Halcion days, dando los ¨²ltimos toques a un estreno mundial prendido con alfileres.
La representaci¨®n de Halcion days en el coqueto y bien pensado Teatro Central Hispano -que para s¨ª quisiera el Madrid de la capitalidad cultural-, fue uno de esos peque?os desastres en los que las desgracias se suceden: micr¨®fonos que no suenan, luces que no enfocan, efectos que no entran, videos que no encajan... S¨®lo la naturalidad entra?able y la humildad de Anderson permiti¨® que la funci¨®n acabara dignamente, tras 160 minutos de sufrimiento.
Laurie Anderson
Laurie Anderson (voz, teclados, viol¨ªn y composici¨®n esc¨¦nica), Fraser Bresnahan (editor de v¨ªdeo y proyeccionista), Miles Green (dise?o de sonido e ingeniero), Richard Nelson (dise?o de iluminaci¨®n), Perry Hoberman (director art¨ªstico). 420 personas. Precio: 1.000 pesetas. Teatro Central Hispano. Sevilla, 1 de mayo.
Halcion days es el esfuerzo personal de Laurie Anderson para intentar comprender a un pa¨ªs -su pa¨ªs, Estados Unidos- que "ha perdido tanto la memoria como el juicio", seg¨²n sus propias palabras. Un intento de observar el futuro con los datos de un pasado inmediato, a trav¨¦s de un interminable mon¨®logo con un lev¨ªsimo fondo musical y complementado con im¨¢genes de v¨ªdeo proyectadas sobre una pantalla, un cilindro y una esfera. La escenograf¨ªa se completaba con un teclado, algunos micr¨®fonos, una marioneta que reproduc¨ªa a la artista y una estructura pensada para presentar un tornado de humo. Y Laurie Anderson habla que te habla.
Fue muy dif¨ªcil digerir el largo discurso de la norteamericana, a pesar de su enorme, meritorio y generoso esfuerzo por interpretar todo el texto en castellano, con ayuda de diversas chuletas repartidas por el escenario. Con los fallos de montaje y la frialdad de un discurso leido, Halcion days present¨® a una Laurie Anderson m¨¢s distante que nunca, lejan¨ªa que aument¨® con la tem¨¢tica que aborda su obra.
Hist¨¦rico y puritano
"En Estados Unidos, el ambiente es hist¨¦rico y puritano", afirma la norteamericana en una obra que pone a Bush a caer de un burro, que da la vuelta a la tortilla del futurismo ("La guerra es el modo supremo del arte", seg¨²n Marinetti), que utiliza filmaciones b¨¦licas con la fugacidad del videoclip, que ataca a la idiotez norteamericana, a su incultura, a situaciones de falta de libertad, a. la censura y a la violencia ("En mi pa¨ªs hay 260 millones de personas y 200 millones de. armas autom¨¢ticas"). Al final, Laurie Anderson mostr¨® sus dudas y desconciertos, al enfrentarse al nuevo siglo entre la perspectiva de un futuro ruinoso y un pasado ut¨®pico. Todo con el acompa?amiento de cintas pregrabadas, voces tratadas y discretos acompa?amientos en el sintetizador. En lo musical, bastante pobre.Pero aquello no era un concierto, sino un planteamiento admirable por lo radical y por el riesgo de enfrentarse desde dentro a un sistema remiso a la cr¨ªtica, que result¨® lejano porque, aunque lo trata con gran imaginaci¨®n y aventura, la saturaci¨®n de a?os de grandezas norteamericanas alcanza hoy tambi¨¦n a sus miserias y la realidad actual supera a la ficci¨®n m¨¢s delirante.
La noche acab¨® con una Laurie Anderson desolada, reunida en el escenario con su equipo t¨¦cnico y pensando en el futuro de su segundo y ¨²ltimo recital en Sevilla y de los pr¨®ximos previstos en Granada, Barcelona, Bilbao y Madrid, plante¨¢ndose incluso continuar la gira espa?ola con Halcion days interpretado en ingl¨¦s. Dado el relativo valor literario del texto, al margen de su inter¨¦s cr¨ªtico, m¨¢s vale asistir al nuevo espect¨¢culo de Laurie Anderson con la idea de escuchar poes¨ªa fon¨¦tica con planteamiento multimedia, que aburrirse en una performance protesta. En Sevilla, su estreno mundial transcurri¨® entre el respeto a una postura y los fallos de la puesta en escena. Entre la admiraci¨®n y el aburrimiento.
Babelia
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