Se alquila palacio, raz¨®n Sevilla

"Los duques de Alba arrastran una ruina incontenible desde el siglo XVI y piensan seguir arrastr¨¢ndola mientras Dios les d¨¦ vida... Ni el palacio de las Due?as ni el de Liria se alquilan". Lo dijo el jueves en Sevilla Jes¨²s Aguirre, duque de Alba, un d¨ªa despu¨¦s de prestar su brazo al presidente Fran?ois Mitterrand y de ser v¨ªctima de una travesura digna de su mal¨¦vola iron¨ªa: en los mentideros de una ciudad convertida por la Expo 92 en la hoguera de las vanidades, alguien dijo que el duque Aguirre pretendi¨® alquilar el palacio de las Due?as al Consulado de Francia por 25 millones de pesetas."De haber pernoctado en Sevilla, Fran?ois Mitterrand hubiese dormido en el sal¨®n de la Emperatriz, aqu¨ª, en Due?as. ??Pero gratis!!", a?adi¨® el duque.

Jes¨²s Aguirre aclar¨®, no obstante, que la fiesta que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo lunes en el palacio de las Due?as es cortes¨ªa de Mar¨ªa Eugenia Mart¨ªnez de Irujo, la hija menor de Cayetana de Alba, con la firma francesa Yves Saint-Laurent, de la que tiene la exclusiva en su tienda de Sevilla. "Y adem¨¢s la pago yo; es un regalo a Mar¨ªa Eugenia".

Y es que en Sevilla, arrebatada estos d¨ªas por la locura ef¨ªmera de la Expo 92, todo -o casi todo- se alquila. Palacios sobre los que ca¨ªan las telara?as del pasado, la leyenda y el mito se abren ahora de par en par para satisfacer la necesidad de aparentar en una ciudad convertida en escaparate. Y juran en privado los empresarios de la idea, de alta alcurnia e inalcanzable cama, que es un negocio rentable.

Dejar que la tarde caiga mientras se saborea un magn¨ªfico champa?a franc¨¦s apoyado sobre la escultura de Palas Athenea (siglo V antes de Cristo) tiene su atractivo. Y descansar de un c¨®ctel agotador sobre una fuente sostenida por delfines labrada en G¨¦nova en 1529, en el taller de los Arpile, y coronada por el dios Jano bifronte, es un capricho de reyes. Que tiene su precio, claro est¨¢.

Al embajador de Francia en Espa?a, Henri de Coignac, le cost¨® casi dos millones de pesetas alquilar el patio principal -s¨®lo el patio, cena fr¨ªa aparte- de una de las obras cumbres del Renacimiento en Andaluc¨ªa: la casa de Pilatos, propiedad de la Fundaci¨®n Casa Ducal de Medinaceli. All¨ª, con una frecuencia nada despreciable para la fundaci¨®n, se celebran cenas o fiestas en las que, por una cifra que oscila entre uno y cinco millones, el duque de Segorbe deja de ejercer de anfitri¨®n para que disfrute el arrendatario con posibles; una instituci¨®n unas veces, una firma comercial otras, una familia a la que se le casa una hija, tal vez.

Y no s¨®lo es la casa de Pilatos la que, olvidados en gran parte los privilegios econ¨®micos de la nobleza, tiene que entrar en el cambalache; el palacio de la marquesa de Salinas en la calle de Mateos Gago o la casa de los condes de Lebrija en la calle de la Cuna tambi¨¦n tienen puesto el cartel de "se alquila". Siempre por cifras millonarias y exigiendo en todos los casos un cierto cach¨¦ al cliente. Se lee en un folleto explicativo de la casa insignia de los Medinaceli: "La casa de Pilatos lo ha soportado todo, desde el olvido y el abandono hasta terremotos y bombardeos...". Ha soportado hasta la Expo 92.