El escritor austriaco Peter Handke vuelve al teatro con una obra sin palabras
El director Win Wenders lleva al cine la novela "La ausencia"
La ¨²ltima obra de teatro del escritor austriaco Peter Handke, La hora en la que no sab¨ªamos nada unos de otros, en la que no hay di¨¢logos ni palabras, s¨®lo ruidos, se estren¨® ayer en Viena bajo la direcci¨®n del jefe del Burgtheater, Claus Peymann. La pieza teatral, que inaugura las semanas del Festival de Viena, fue presentada en el Theater an der Wien con 31 actores del Burgtheater que interpretan 300 figuras distintas. Handke est¨¢ de doble actualidad debido a que el cineasta Win Wenders acaba de empezar el rodaje de La ausencia, sobre la novela del mismo nombre de este ya m¨ªtico rebelde del 68.
La obra se representa durante dos horas sin pausas, y en ella se interpretan historias fragmentadas que transcurren en una plaza imaginaria. La pieza teatral trata de infinitas "peque?as historias", dijo Handke en una reciente entrevista al semanario austr¨ªaco Proffl. El escritor relata que se inspir¨® para esta pieza hace muchos a?os en una tarde calurosa y larga en la plaza Muggia, en Trieste, bajo los efectos del vino. Sentado en la terraza de un caf¨¦, sin pensar en el tiempo, se dedic¨® a observar el movimiento de las gentes en la plaza."No era s¨®lo mirar", dice. "Realmente vi, quiz¨¢ con la ayuda del vino, y todos eran signos, desde las cosas m¨¢s peque?as". Handke llevaba tres horas sentado al sol cuando un coche f¨²nebre se estacion¨® en la plaza. De ¨¦l descendieron varios hombres, se dirigieron al interior de una de las casas y salieron minutos despu¨¦s cargando un sarc¨®fago. En este intervalo de tiempo se form¨® un tumulto de gente que se disolvi¨® al alejarse el veh¨ªculo con el cad¨¢ver.
Amor en el escenario
Luego, vienen turistas, locales y artesanos; Ios que llegaron despu¨¦s, no sab¨ªan lo que hab¨ªa pasado antes", dice Handke. "Pero para m¨ª, que vi el coche f¨²nebre y el sarc¨®fago, todo lo que vi despu¨¦s ten¨ªa ligeros cambios".
En el drama, que transcurre sin palabras, hay parejas que se aman en el escenario, un hombre solitario que cae repentinamente en medio de la plaza muriendo, un papajeno con su vestido de plumas verdes y su jaula colgando en su espalda.
Ruidos, gemidos de dolor, miedo y placer reemplazan a las palabras y los movimientos individuales, y en grupo dise?an una acci¨®n intensa y dram¨¢tica en elescenario. "Es horriblemente, hermoso", asegura el director Peymann.
Como en una alucinaci¨®n, aparece un cl¨¦rigo cat¨®lico en procesi¨®n, Mois¨¦s vestido con una t¨²nica roja de seda portando las tablas de la ley, mientras otra figura m¨¢s imperceptible y an¨®nima se hace notar mientras pela lentamente las capas de una cebolla. "No se sabe si es verdad o alucinaci¨®n", explica Handke. La concepci¨®n escenogr¨¢fica de esa plaza, donde se vive y se muere, estuvo a cargo de Karl-Ernst Herrmanns.
No hay protagonistas en la obra. "No quer¨ªa figuras definidas, y con esos peque?os juegos unos van esculpiendo a los otros". De pronto, las figuras dejan de circular, inmoviliz¨¢ndose en un silencio insoportable y castigador, que se supera a s¨ª mismo, siguiendo la din¨¢mica de la acci¨®n muda.
Fantas¨ªas
Claus Peymann, el director alem¨¢n del Burgtheater que dirigi¨® La plaza de los h¨¦roes, ¨²ltima obra del desaparecido Thomas Bernhard, reconoce que tuvo que llamar por tel¨¦fono docenas de veces a Handke para "decodificar" y comprobar si interpretaba bien al escritor. Peymann ya hab¨ªa puesto en escena una obra muda de Handke en 1969, El pupilo que quiere ser tutor, pero en esta plaza de las fantas¨ªas, los recuerdos y los mitos la complejidad resulta infinitamente superior.
Cambian las estaciones y el tiempo, aparecen gentes de la historia, un hombre de negocios con su malet¨ªn, Abraham e Isaac, un trotamundos, un loco y un caballero. La jud¨ªa de Herzlia, con una m¨¢scara de gas; la belleza del pueblo luci¨¦ndose y la patrona de Toledo.
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