Ning¨²n pol¨ªtico en Italia se atreve a proponerse como jefe de Estado
No hay candidatos para la elecci¨®n del presidente de la Rep¨²blica que hoy aborda el Parlamento italiano. En el clima de divisi¨®n dejado por las elecciones legislativas del pasado 5 de abril, agravado despu¨¦s por el esc¨¢ndalo de la corrupci¨®n en Mil¨¢n que ha elevado al cenit un desprestigio al que no escapa ya ning¨²n partido, los pol¨ªticos se resisten a dar el paso de proponerse como el pr¨®ximo jefe de Estado.
S¨®lo el democristiano Giulio Andreotti ha sugerido su disponibilidad para un momento posterior del debate, si consiguiera vertebrar en torno a su persona alg¨²n tipo de acuerdo. En el caso de que la divisi¨®n actual se mantenga, el candidato natural parece el liberal Giovanni Spadolini. Pero todas las apuestas se admiten.Al presidente de la Rep¨²blica lo elige en Italia el pleno de la C¨¢mara de Diputados y del Senado, al que se suman 58 electores en representaci¨®n de las regiones. Ello da un total de 1.014 votos. Las votaciones son secretas y, en las tres primeras, se requiere una mayor¨ªa de los dos tercios, es decir 676 votos. A partir de la cuarta, basta la mitad m¨¢s uno del censo, 508 votos.
Se vota dos veces al d¨ªa, sin interrupci¨®n de fin de semana. Pero esto no ha impedido que, en las siete elecciones presidenciales celebradas durante los 44 a?os de esta primera rep¨²blica, el proceso haya sido moroso. El record de lentitud lo bati¨® el democristiano Giovanni Leone, elegido en 1971 al cabo de 23 votaciones. Y el de velocidad, si se except¨²a al presidente preconstitucional, Enrico De Nicol¨¢, lo tiene Francesco Cossiga, elegido a la primera votaci¨®n, en 1985.
Oscuros inicios
Nunca una elecci¨®n presidencial se hab¨ªa presentado tan oscura en sus inicios. Los parlamentarilos de la Democracia Cristiana (DC) suman 335 votos, los del Partido Democr¨¢tico de la Izquierda (PDS, ex comunista), 188, y los del Partido Socialista (PSI), 157. Quedan 284 votos de parlamentarios de m¨¢s de 10 grupos.Mayor complicaci¨®n a¨²n provocan las divisiones suscitadas en el interior de los partidos por la derrota general que representaron para ellos mismos comicios. Sobre en la DC, un gran agregado de corrientes, sigue siendo el eje de cualquier acuerdo.
Arnaldo Forlani, secretario general de la DC, y Giulio Andreotti, todav¨ªa primer ministro en funciones, hab¨ªan tejido en 1989 el acuerdo de que aquel de ellos que tuviera m¨¢s votos democristianos en estos momentos subir¨ªa a la jefatura del Estado, con el sobreentendido de que el l¨ªder socialista, Bettino Craxi, tercer polo del pacto, presidir¨ªa el pr¨®ximo Gobierno. La derrota de la mayor¨ªa en las ¨²ltimas elecciones hizo que se tambaleara el arreglo, ahora definitivamente enterrado a la vista de las dudas que el esc¨¢ndalo de Mil¨¢n plantea sobre el futuro pol¨ªtico de Craxi.
Dado que Antonio Gava, l¨ªder del centro democristiano, ha quedado formalmente apartado de los v¨¦rtices parlamentarios y del aparato democristiano, la voz ascendente dentro de la DC ha sido la del l¨ªder de la izquierda, Ciriaco de Mita, que ha propuesto un gran acuerdo para las dos m¨¢ximas magistraturas del Estado entre DC, PSI y PDS. El encargado de llevar las negociaciones ha sido un Forlani poco convencido, ya que la apertura al Partido Democr¨¢tico de la Izquierda nunca ha sido su objetivo.
As¨ª las cosas, ni Forlani, ni Andreotti ni De Mita pueden estar seguros de contar, en una votaci¨®n secreta, ni siquiera con el apoyo de los parlamentarios democristianos. Por ello, Forlani rechaz¨® la invitaci¨®n a probar fortuna que le hizo Andreotti. En cuanto a Craxi, ser¨ªa suicida para ¨¦l presentarse en este momento como candidato. Por su parte, Achille Occhetto, l¨ªder del PDS, propuso primero candidaturas de independientes, como la del fil¨®sofo Norberto Bobbio y, a ¨²ltima hora, la de la ex comunista Nilde Iotti.
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