Cuatrimestre divergente
UNA VEZ aprobado el programa de convergencia por el Congreso y el Senado, y supuesta su aceptaci¨®n por el Consejo de Ministros de Finanzas de la CE el pr¨®ximo 9 de junio, cualquier consideraci¨®n sobre la evoluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, cualquier interpretaci¨®n de sus indicadores m¨¢s relevantes, deber¨¢ realizarse en esa perspectiva de convergencia que se traza en el programa. Las l¨ªneas generales propuestas en el citado texto, en especial las que se refieren a las reformas estructurales, responden a una serie de exigencias largamente detectadas -que ata?en al sector financiero, de seguros y transportes, entre otros- y buscan una adecuaci¨®n realista a las recomendaciones que los organismos econ¨®micos internacionales extienden a la generalidad de los pa¨ªses. No ocurre as¨ª, en cambio, con las previsiones macroecon¨®micas, tal y como ha demostrado la evoluci¨®n de los principales indicadores en el primer cuatrimestre de 1992, y, en especial, los correspondientes a la variaci¨®n de los precios y al comportamiento de las finanzas p¨²blicas. En este ¨¢mbito el voluntarismo parece primar sobre los resultados.
De la variaci¨®n del ¨ªndice de precios al consumo (IPC) correspondiente al mes de abril (-0,1%) no puede deducirse un cambio de tendencia en la evoluci¨®n de la inflaci¨®n; por el contrario, el an¨¢lisis de las variaciones experimentadas por sus componentes revela la persistencia de tensiones similares a las de los meses anteriores. Los datos relativos al mes de abril han maquillado ligeramente la tasa interanual, reduci¨¦ndola ligeramente de un 6,9% a un 6,5%, pero la inflaci¨®n subyacente (excluidos los precios de los alimentos sin elaborar y de la energ¨ªa) sigue anclada tercamente en el 6,8% anual.
La fuerte incidencia en abril de un componente tan vol¨¢til como los alimentos frescos, principales responsables del descenso del ¨ªndice, justifica la cautela con que hay que valorar la significaci¨®n de esa inflexi¨®n en nuestros precios. Dentro del sector de la alimentaci¨®n han sido espec¨ªficamente las frutas frescas y la ya t¨®pica carne de pollo las que han hecho bajar los precios, pero, dado su car¨¢cter err¨¢tico, no se puede descartar una inversi¨®n del signo en los pr¨®ximos meses. Por su parte, el comportamiento de los precios de los servicios, a pesar de su contenci¨®n relativa en abril, sigue poniendo de manifiesto la facilidad para trasladar a los precios finales ineficiencias propias de la ausencia de competencia exterior.
Las evidentes dificultades para conducir, mediante pol¨ªticas macroecon¨®micas, ese n¨²cleo duro de la inflaci¨®n a tasas m¨¢s pr¨®ximas a las de los bienes industriales sugieren que el Gobierno adopte una determinaci¨®n equivalente a la mostrada en la flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo para tratar de modificar esas pr¨¢cticas sectoriales inflacionistas. La divergencia entre los componentes de los servicios y los restantes del IPC, habitual en otros pa¨ªses aunque no en la magnitud que lo es en Espa?a, no justificar¨ªa la demora en la aplicaci¨®n de algunas de las medidas anunciadas en el citado programa.
El mayor y m¨¢s preocupante distanciamiento de los objetivos de convergencia lo aporta la evoluci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, que supera en m¨¢s de un 50% al del primer cuatrimestre del a?o anterior. A las importantes desviaciones en algunos cap¨ªtulos del gasto se a?ade una evoluci¨®n notablemente adversa de la recaudaci¨®n por impuestos directos, determinada, tanto por las modificaciones introducidas en las retenciones del IRPF y en el tratamiento fiscal de algunos activos financieros como por la relativa parquedad de los resultados empresariales.
Ese car¨¢cter divergente con el que nacieron los Presupuestos Generales del Estado para 1992 se ver¨¢ probablemente agudizado en su ejecuci¨®n a lo largo del a?o. En definitiva, el balance que aporta la evoluci¨®n de estos dos desequilibrios -los precios y las finanzas p¨²blicas- en este primer cuatrimestre de 1992, sin ser extrapolable al conjunto del a?o, no alienta la conflanza en la consecuci¨®n de la convergencia prevista por el Gobierno.
Los indicios de recuperaci¨®n de la econom¨ªa que empiezan a enviar algunas de las principales naciones industrializadas no son sino posibilidades que pueden contribuir, en el mejor de los casos, a que nuestra econom¨ªa acelere algo su velocidad de crucero. Pero ello no conlleva que se avance significativamente en el control de los dos desequilibrios, esencial en el seguimiento de la necesaria convergencia de la econom¨ªa espa?ola.
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