La actriz austriaca Marisa Mell muere a los 53 a?os a causa de un c¨¢ncer
La actriz austriaca Marisa Mell falleci¨® ayer a los 53 a?os de edad en un hospital de Viena, v¨ªctima de un c¨¢ncer. Nacida en Austria en 1939, Marlies Moitzi estudia Comercio, pero su inter¨¦s desde ni?a por el teatro la lleva a recibir clases de arte dram¨¢tico. Debuta en teatro a los 20 a?os y su belleza no tarda en conectarla con el cine, donde realiza una irregular carrera, integrada por m¨¢s de 50 t¨ªtulos, siempre bajo el seud¨®nimo de Marisa Mell. Su dominio de varios idiomas la lleva a convertirse en la reina de las coproducciones comerciales que invaden el mercado europeo durante las d¨¦cadas de los a?os sesenta y setenta. Casada muy joven con el italiano Enri Tuci, se instala en Roma y se introduce con fuerza en el cine italiano, pero un accidente automovil¨ªstico sufrido a comienzos de los sesenta la mantiene inactiva entre 1961 y 1963. Este rev¨¦s no impide a la actriz austr¨ªaca volver con m¨¢s fuerza a mediados de la d¨¦cada e intervenir en producciones de alguna importancia, como Casanova 70 (1965), dirigida por el interesante Mario Monicelli y protagonizada por el atractivo Marcello Mastroianni.
Separada de su primer marido, en 1974 vuelve a casarse con el actor, productor y play boy venezolano Espartaco Santoni. Esto le permite intervenir en m¨¢s coproducciones, donde tambi¨¦n participa la industria cinematogr¨¢fica espa?ola, al ser Espa?a el lugar habitual de residencia de su segundo marido. Curiosamente, tambi¨¦n significa que descienda el inter¨¦s del cine que acostumbra a interpretar y se especialice en pel¨ªculas seudoer¨®ticas donde cuenta m¨¢s su belleza que su arte interpretativo y su facilidad para los idiomas. As¨ª, por ejemplo, rueda en Espa?a Marta (1970), realizada por el espa?ol Jos¨¦ Antonio Nieves Conde y protagonizada por el norteamericano Stephen Boyd, una de esas t¨ªpicas coproducciones de las que se hacen dos versiones muy diferentes: una puritana para el consumo nacional y otra con desnudos para su difusi¨®n internacional.
A finales de los setenta, cuando desciende el n¨²mero de espectadores cinematogr¨¢ficos y el cine puramente de consumo en que Marisa Mell se ha especializado comienza a escasear, sus pel¨ªculas se distancian e incluso tiene dificultades para encontrar trabajo. Por lo que en el recuerdo, Marisa Mell queda como una de las m¨¢ximas representantes de esas coproducciones t¨ªpicamente comerciales, situadas en el extremo opuesto de las que la Comunidad Europea apoya desde su creaci¨®n y en las que parece basarse el futuro del cine europeo comunitario.
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