La debilidad de ETA
HACE ALGUNOS a?os, una operaci¨®n como la detenci¨®n en la capital de Uruguay de 14 activistas de ETA habr¨ªa motivado fuertes movilizaciones radicales dentro y fuera de Espa?a. Ahora, los esfuerzos de los dirigentes de Herri Batasuna (HB) para llamar la atenci¨®n sobre el asunto resultan vanos frente al hast¨ªo de la poblaci¨®n vasca, y espa?ola en general, y la suspicacia de quienes hasta casi ayer les hicieron el juego en otros lugares. La calificaci¨®n de caza del hombre aplicada por algunos de esos dirigentes al dispositivo desplegado para intentar capturar a los jefes del comando Vizcaya -responsable de atentados tan odiosos como el que acab¨® con la vida del ni?o Fabio Moreno- revela el daltonismo moral de los propagandistas de ETA. Pero indica tambi¨¦n una p¨¦rdida de sentido de la realidad: los polic¨ªas que acababan de detener a uno de esos dos activistas pertenec¨ªan a la Ertzaintza: la instituci¨®n cuya existencia se consider¨® siempre, entre los nacionalistas, la piedra de toque de la autenticidad de la autonom¨ªa pol¨ªtica. Y las im¨¢genes televisivas que muestran el momento de la captura de Javi de Usansolo ahorran comentarios sobre lo arduo que debe resultar para los dirigentes de HB establecer paralelismos con situaciones del pasado.Hasta los etarras son conscientes de ello. Cuando, la semana pasada, al verse descubiertos, los dos activistas obligaron a punta de pistola a dejar el volante a la conductora de un autom¨®vil en el que emprendieron la huida, no dijeron: "Somos de ETA". Dijeron: "Somos polic¨ªas". Su debilidad es tambi¨¦n pol¨ªtica.
Es dif¨ªcil saber si, como piensa Arzalluz, estamos ya ante el final de ETA. No es la primera vez que toda la direcci¨®n es capturada simult¨¢neamente, pero s¨ª es la primera ocasi¨®n en que tal cosa ocurre con posterioridad a la muerte de Franco. Es cierto que la voluntad de perpetuarse, aunque no se sepa bien para qu¨¦, es un componente de casi todos los grupos terroristas. Pero no es lo mismo recomponer una organizaci¨®n de ese tipo para luchar contra una dictadura que hacerlo para exterminar la democracia, por muy imperfecta que se la considere. Con todo, esa prudencia de que estos d¨ªas hacen gala casi todos los responsables pol¨ªticos con conocimiento de causa, est¨¢ justificada. Matar es todav¨ªa demasiado f¨¢cil, y los activistas, que tal vez duden ahora si tomar la iniciativa o esperar a ver qu¨¦ pasa, se ver¨¢n seguramente presionados a seguir matando por personas del mundo radical, que temen quedar en evidencia si ETA desaparece. No es que esas personas no duden a su vez, pero su temor a que sin ETA nadie les haga caso est¨¢ plenamente justificado. Eso explica muchas cosas.
Es en ese terreno donde pueden acabar resultando ¨²tiles las conversaciones entre el PNV y HB, especialmente si los hechos demostrasen que la debilidad de ETA es tan grande como ahora parece. El partido de Arzalluz tiene la oportunidad de hacer ver a sus interlocutores que el problema vasco no es ya un problema de tipo nacional, sino democr¨¢tico, de convivencia: nadie puede negar hoy que el Estatuto de Gernika ofrece posibilidades m¨¢s que suficientes para garantizar el autogobierno y salvaguardar la identidad vasca, objetivo en nombre de cual justific¨® ETA el empleo de la violencia. A fines de los setenta, HB se opuso al Estatuto con el argumento de que era una trampa para dividir a los nacionalistas. Para los dem¨®cratas, por el contrario, la autonom¨ªa era el punto de encuentro de todos los vascos, nacionalistas o no, comprometidos en la construcci¨®n de la nacionalidad vasca: una sociedad democr¨¢tica, plural y autogobernada.
Puede entenderse que en 1979, reci¨¦n salidos de una dictadura, sectores radicalizados dudasen sobre la eficacia de la f¨®rmula auton¨®mica. Pero hoy, tras 15 elecciones democr¨¢ticas, no puede haber dudas ni sobre lo que quieren los vascos ni sobre la sinceridad auton¨®mica de un sistema que, por ejemplo, permite disponer de una polic¨ªa auton¨®mica con plenas competencias. Incluyendo la de perseguir a los terroristas que intentan desestabilizar la autonom¨ªa vasca. ?Ser¨¢ capaz, el PNV de hacer entender esa contradicci¨®n a los nuevos jefes de HB? Es lo que Onaind¨ªa consigui¨® con los antiguos polimilis.
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