Mala casta
N¨²?ez / Jim¨¦nez, Cepeda, Jesul¨ªn
Toros de Carlos N¨²?ez (3o devuelto por inv¨¢lido), terciados los tres primeros, con cuajo 4o y 5% mansos, broncos, de mal estilo; 6o, chico y noble. Sobrero de Mart¨ªnez Benavides, bien presentado, flojo y noble. Pep¨ªn Jim¨¦nez: tres pinchazos y estocada baja (silencio); estocada atravesada trasera, rueda de peones y dos descabellos (silencio). Fernando Cepeda: estocada corta, media contraria traser¨ªsima (en mitad del toro) perdiendo la muleta, estocada corta contraria baj¨ªsima a toro arrancado, media atravesada -primer aviso-, estocada, rueda de peones, estocada corta perpendicular -segundo aviso-, tres pinchazos, otro perdiendo la muleta, estocada corta ca¨ªda -tercer aviso- y dobla el toro (palmas y pitos); bajonazo descarado y rueda de peones (silencio). Jesul¨ªn de Ubrique: pinchazo hondo bajo, rueda de peones, pinchazo baj¨ªsimo -aviso-, pinchazo bajo trasero y descabello (silencio); pinchazo, otro traser¨ªsimo, otro hondo ladeado, rueda insistente de peones y descabello (silencio). Plaza de Las Ventas, 26 de mayo. 181 corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
Los N¨²?ez, ?c¨®mo salieron! Parece mentira, corrida tan mansa y tan mala, en ganader¨ªa que ha sido simiente de casi todo cuanto se lidia con otros nombres y otros hierros en algunas ferias de post¨ªn. Se explica ahora por qu¨¦ hace unos a?os los toros de Carlos N¨²?ez se los disputaban las figuras, y ahora, si tienen buen ojo cl¨ªnico e influencia (ellos, o sus mentores), no quieren ni verlos. Pecharon con los N¨²?ez, otros; toreros no modestos, pues gozan de estimable cartelito, y tampoco se pod¨ªan quejar demasiado de verse anunciados con los toros de Carlos N¨²?ez que siguen conservando su cartelito tambi¨¦n. Cr¨ªa buena fama y ¨¦chate a dormir, dice la sabidur¨ªa popular.
No es un caso raro este de la ganader¨ªa famosa por su nobleza que acaba en el desastre. En el laboratorio de la tienta est¨¢ el misterio. Aquellas vacas que se aprueban por su d¨®cil boyant¨ªa y ligan con el semental toritos de mazap¨¢n, convierten la ganader¨ªa en un emporio, las empresas de las grandes ferias y los apoderados de las grandes figuras hacen all¨ª cola, quiseran comprar toda la camada y pagan lo que les pidan, vienen los ¨¦xitos, llegan los piropos -"?Qu¨¦ rasa! ?Qu¨¦ repetisi¨®n! ?Son toros de vacas!"- y el ganadero saborea las mieles del triunfo una temporada, o unas cuantas. Pero como la selecci¨®n no se hizo en pureza y, por lo tanto, no se tuvo en cuenta la bravura, la ganader¨ªa se va amansando, agria su casta, deviene bronca y puede acabar hasta peligrosa.
Los N¨²?ez de ayer, todos excepto uno, resultaron as¨ª: mansos, broncos y peligrosos. Cualquiera que hubiese intentado darles dos naturales o dos redondos seguidos seg¨²n mandan los c¨¢nones, lo m¨¢s probable es que saliera del trance colgado de un pit¨®n. Y no se pretende que nadie salga colgado de los pitones, ni mucho menos. El p¨²blico estuvo muy comprensivo en este aspecto y de ninguna manera exigi¨® a los diestros que instrumentaran naturales y redondos seg¨²n mandan los c¨¢nones. Lo que s¨ª les exig¨ªa -porque era ex?gible fue que estuvieran en torero. Y en eso los diestros no les dieron ninguna satisfacci¨®n.
Los diestros a quienes correspondieron los toros peligrosos -Pep¨ªn Jim¨¦nez y Fernando Cepeda- lidiaron mal y muletearon peor. Los toros manifestaron su mansedumbre y su peligro desde que saltaban a la arena. Correteaban hu¨ªdos, se frenaban en los capotes, si los tomaban era tirando tarascadas, y hubo algunos que, incluso breg¨¢ndolos a la defensiva, estuvieron a punto de pegar la cornada. El cuarto toro ten¨ªa un pit¨®n derecho criminal y lo blandi¨® traicionero cuando Morenito de Ja¨¦n capoteaba en el tercio. El quinto, para compensar, el pit¨®n criminal que ten¨ªa era el izquierdo y los banderilleros no quer¨ªan ni acercarse.
Estos toros, y los restantes, plantearon dificultades en los primeros tercios, obviamente, y. hac¨ªan falta lidiadores que se atrevieran a reducirlos -y supieran hacerlo- para ponerlos en suerte. No los hubo. En el ¨²ltimo tercio siguieron planteando problemas, naturalmente, y habr¨ªan necesitado matadores que les dieran el trasteo adecuado, desde el dominio y desde la torer¨ªa, para ahormar, cuadrar y matar tal cual dicta la taur¨®maca decencia. Tampoco los hubo. Fernando Cepeda dio incluso un mitin con la espada en su primer toro, al que literalmente acuchi116 por todos lados, sin conseguir matarlo, y escuch¨® los tres avisos. Ciertamente el toro parec¨ªa tener siete vidas, como los gatos, pues ni los bajonazos lo abat¨ªan. La escabechina se produjo mediante un concienzudo trabajo en equipo jam¨¢s visto en circunstancias parecidas, que puede crear escuela: cada vez que Cepeda met¨ªa un sablazo, iba un pe¨®n y sacaba la espada. Los aficionados porfiaban acerca de qui¨¦n ten¨ªa m¨¢s m¨¦rito: si el matador metiendo o el pe¨®n sacando.
A Jesul¨ªn de Ubrique, con mejor fortuna, le correspondieron toros nobles: un sobrero buen mozo y el sexto, tipo sardina. Y lejos de aprovechar la ocasi¨®n, que la pintaban calva, hizo un toreo desangelado y ventajista -sin ligar los pases, fuera de cacho, la pierna contraria escondida atr¨¢s- que la afici¨®n rechaz¨® de plano. En fin, quiz¨¢ no tuvo tanta suerte, si bien se mira: porque si llegan a salirle los toros malos no habr¨ªa quedado tan al descubierto la inconsistencia de su toreo. La afici¨®n, quejosa por el desperdicio, comentaba que as¨ª se las pon¨ªan a Fernando VII (?o era a Felipe II?), s¨®lo que Fernando VII no necesitaba cortar orejas en Madrid. Esa es la diferencia que hay entre Fernando VII y Jesul¨ªn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.