Ajetreos conyugales en la corte brit¨¢nica
La princesa Ana prepara su nueva boda mientras los duques de York ultiman su separaci¨®n

Los mayordomos de Balmoral, el palacio escoc¨¦s de los monarcas brit¨¢nicos, no deben recordar un a?o tan ajetreado como el presente. La temporada alta se limitaba, anta?o, a los tres meses de verano, durante los cuales Isabel II fijaba all¨ª su residencia. Eso se acab¨®: Balmoral se ha convertido en el centro neur¨¢lgico de los tejemanejes matrimoniales de la familia, y todo es un ir y venir de hijos, nueras y aspirantes a yerno. Ana, la hija mayor, se divorci¨® hace semanas del capit¨¢n Mark Phillips y planea una nueva boda para septiembre, esta vez con el comandante Tim Lawrence. No hay nada oficial todav¨ªa, pero los expertos en estas cosas dan por seguro el acontecimiento, y lo sit¨²an en Balmoral. La reina y su hija pasaron all¨ª el ¨²ltimo fin de semana, preparando tal vez los detalles. Y Balmoral, curiosamente, alojar¨¢ tambi¨¦n desde el pr¨®ximo s¨¢bado a Andrew y Sarah Fergusson, duques de York. La inesperada reuni¨®n, anunciada por el diario londinense Daily Mail, ha avivado los rumores sobre una hipot¨¦tica reconciliaci¨®n tras la reciente y notoria ruptura matrimonial.
La elecci¨®n de Balmoral como marco para la posible boda de la princesa Ana y su novio, el comandante, no tendr¨ªa nada de casual. Si Ana se casara en Inglaterra, pondr¨ªa en apuros a su madre, que adem¨¢s de reina es jefa de la Iglesia anglicana y deber¨ªa bendecir, como tal, las segundas nupcias de una divorciada. Lo cual chocar¨ªa con las normas anglicanas, que desaconsejan el matrimonio religioso de los divorciados si su primer c¨®nyuge sigue, vivo, como parece ser el caso de Mark Phillips. La Iglesia de Escocia, en cambio, es indiferente a estas sutilezas.
La elecci¨®n de Balmoral para una hipot¨¦tica reconciliaci¨®n de Andrew y Fergie es mucho menos comprensible. La finca de Balmoral est¨¢ bien provista de bosques, r¨ªos y parajes m¨¢s o menos buc¨®licos, pero el palacio, un desafortunado experimento arquitect¨®nico a medio camino entre Disneylandia y el castillo del conde Dr¨¢cula, no es precisamente un nido de amor. Sarah Fergusson acudir¨¢ a la cita con las dos hijas del matrimonio, Beatriz y Eugenia, que viven con ella en su nueva mansi¨®n de separada.
Seg¨²n quienes dicen conocerla, la duquesa no tiene la menor intenci¨®n de conceder una segunda oportunidad al duque. M¨¢s bien tratar¨ªa, parece ser, de normalizar su relaci¨®n con ¨¦l para que los arreglos econ¨®micos de la separaci¨®n (es decir, lo que la reina tendr¨¢ que pagarle para que no venda exclusivas a los editores norteamericanos) sean r¨¢pidos y generosos. Andrew y Fergie se reunieron la semana pasada en un pub, para gran sorpresa de los parroquianos, y alguien que afin¨® el o¨ªdo no escuch¨® palabras tiernas, sino cifras y fechas, rudamente negociadas sobre un par de pintas y un pastel de ri?ones.
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