Enclaves especulativos

Desde la altura de un ¨ªndice burs¨¢til no se ve la calle. Los bolsistas entraron ayer en juego casi al cierre y sacaron provecho; es bien cierto que las acciones no tienen alma y se deslizan mejor en espacios aislados.En cambio, desde la terraza del New Otani Hotel de Tokio se divisa la ciudad m¨¢s abigarrada del planeta y en sus rec¨®nditos interiores se observan ciertos enclaves especulativos, forjadores de singulares fortunas. Shigueru Kabayashi, propietario del primer patrimonio inmobiliario de Jap¨®n -el hombre cuyo inagotable cr¨¦dito hizo posible el asalto a los imponentes rascacielos de Manhattan, la conquista del yen sobre el emblem¨¢tico World Trade Center-, agot¨® la reflexi¨®n sobre el binomio entre riqueza y bienes ra¨ªces. Kabayashi, en la cima de su carrera -lo explica en uno de sus libros Anthony Sampson, autor de Las siete hermanas y Los nuevos europeos-, dijo: "Ser rico es muy dificil porque obliga a compensar la envidia de la.gente ordinaria"; toda una lecci¨®n de puritanismo. Los propietarios de piedras entierran su liquidez; los bolsistas la exteriorizan, como hicieron ayer los osados. La ausencia de porosidad social y el precio del petr¨®leo ayudaron lo suyo.