Tres veces Maazel
Tres veces Maazel y tres veces la Sinf¨®nica de Pittsburgh. Ni uno, ni otra, necesitan presentaci¨®n alguna. Lorin Maazel (Par¨ªs, 1930) constituye todo un cap¨ªtulo en el arte de la direcci¨®n contempor¨¢nea; la formaci¨®n pitsburguesa es una entidad ¨¢gil, virtuos¨ªstica, excelent¨ªsima en las secciones de viento e incisiva, a veces incluso con exceso, en los arcos. La conjunci¨®n de maestro y orquesta, ya con bastantes a?os de solera, nos dan algo menos frecuente de lo que se cree: un instrumento de potente naturaleza sinf¨®nica. Para el ciclo Mahler, de Scherzo-Fundaci¨®n Caja Madrid, ofrecieron el d¨ªa 26 la sinfon¨ªa n¨²mero 6 en la menor, denominada Tr¨¢gica, aun cuando no lo sea ni m¨¢s ni menos que otras de su autor. Cuesti¨®n de etiquetas. En todo caso, me parece una de las m¨¢s bellas y de mejor contextura de toda la serie, valores m¨¢s evidentes si se nos dan con tan largo aliento, resplandor de colores y lujo de intensidades que, por momentos, roz¨® lo estrepitoso.
Orquesta Sinf¨®nica de Pittsburgh
Director: L. Maazel. Solista: W. Caballero, trompa. Obras de Mahler, Mozart, Dvorak, Stravinski, Lees y Rasmaninov. Auditorio Nacional. Madrid, 26, 27 y 28 de mayo.
Los otros dos programas estaban dedicados a los abonados de Iberm¨²sica. En el primero (d¨ªa 27), tuvimos lo mejor de las tres jornadas en la excepcional interpretaci¨®n de la S¨¦ptima sinfon¨ªa de Dvorak. El imaginativo despliegue colorista, la precisi¨®n de los ritmos, las articulaciones y las respiraciones, la firme estructuraci¨®n y la alta carga de afectividad, convencieron y entusiasmaron a todos cuantos ya hab¨ªan aplaudido con largueza una sensible y bien realizada exposici¨®n de la Sinfon¨ªa n¨²mero 39 en mi bemol, de Mozart.
Desde su juventud, Lorin Maazel es un feliz transmisor de la m¨²sica de Stravinski, la gran torre del siglo XX musical un tanto olvidada hoy, lo que se explica dif¨ªcilmente. La suite de El canto del ruise?or, que abr¨ªa el programa del d¨ªa 28, es casi un t¨ªbor musical. Ya la hizo Maazel con la Orquesta Nacional de Espa?a (ONE) en 1957, y ahora como entonces, volvi¨® a admirarnos por su detallismo instrumental, la continua ligaz¨®n de ideas gestuales e imaginaciones pl¨¢sticas y un primor en los detalles que decidieron el talante general de la versi¨®n.
Un Concierto para trompa, del norteamericano nacido en China e hijo de rusos, Benjam¨ªn Lees (Harbin, 1924) dio ocasi¨®n a William Caballero, incorporado a la orquesta pitsburguesa, para exponer su virtuosismo de ejecuci¨®n y de creaci¨®n sonora.
Cima de perfecci¨®n
El ciclo fue clausurado con la Sinfon¨ªa n¨²mero 3 en la menor (1936), de Sergio Rasmaninov, m¨¢s alejada del romanticismo rezagado que otras p¨¢ginas anteriores suyas, e incluso con tenues concomitancias de Scriabin, Prok¨®fiev y Shostakovich. Sucede, sin embargo, que el Rasmaninov m¨¢s querido por el p¨²blico es el hijo m¨¢s inmediato del XIX (el segundo concierto es de 1901) que alcanza quiz¨¢ su cima de perfecci¨®n en las Variaciones-Paganini, de 1934. La interpretaci¨®n de la sinfon¨ªa fue esplendorosa y como el d¨ªa anterior se solicitaron y concedieron propinas. Hay que destacar, entre ellas, una espectacular ejecuci¨®n de la obertura de Ruslan y Luzmila, de Glinka. La triple actuaci¨®n de Maazel en Madrid ha sido una de las mejores de cuantas ha efectuado en sus ya largas relaciones con Espa?a.
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