El buen toreo a caballo
Moura / Cuatro rejoneadoresToros con los pitones cortados de Joao Antonio Romao de Moura, terciados, flojos, mansurrones y querenciosos. ?lvaro Domecq: rej¨®n contrario que escupe el toro y otro trasero contrario (oreja). Joao Moura: tres pinchazos y, pi¨¦ a tierra, descabello (vuelta), Luis Domecq: rej¨®n muy trasero bajo, rueda de peones y, pi¨¦ a tierra, descabello (vuelta).
Antonio Domecq: rej¨®n contrario trasero escandalosamente bajo (aplausos y tambi¨¦n protestas cuando saluda). Por colleras: Moura, pinchazo sin soltar y rej¨®n en lo alto, y Domecq, pinchazo sin soltar, rej¨®n traser¨ªsimo atravesado y, pi¨¦ a tierra, dos descabellos (aplausos y salida al tercio). Luis Domecq, con Antonio Domecq, rej¨®n ca¨ªdo (oreja), ?lvaro Domecq dio la alternativa a Luis Domecq y Antonio Domecq (nuevos en esta plaza), que rejonearon los dos primeros toros.
Plaza de Las Ventas, 30 de mayo. 22? corrida de feria. Lleno de "no hay billetes".
JOAQU?N VIDAL
No hubo caballazos ni hubo circo. Lo que hubo fue buen toreo a caballo.
Buen toreo a caballo del maestro ?lvaro Domecq (hijo) con un toro manso, y de Joao Moura, que ya era maestro cuando ten¨ªa 16 a?itos y sigue madurando en su maestr¨ªa. Una de sus reuniones en la suerte de banderillas fue, sencillamente, sensacional. Pero tambi¨¦n hubo toreo bueno en los alumnos Luis Domecq y Antonio Domecq, sobrinos del maestro ?lvaro Domecq hijo. El toreo dio categor¨ªa verdadera al espect¨¢culo de rejoneo. Y cuantas m¨¢s dificultades presentaban los toros, m¨¢s categor¨ªa, pues all¨ª estaban los maestros, sac¨¢ndolos de las querencias, encel¨¢ndolos en los medios, sin necesidad de hacer circo ni de pegar caballazos.
El arte del rejoneo es tal cual maestros y alumnos exhibieron ayer. Y consiste en torear; torear, sobre todo. Torear de principio a fin, desde la salida del toro hasta que dobla por efecto del rej¨®n de muerte o del descabello letal. Y, dentro de las suertes toreras del rejoneo, los rejones de castigo ajustados a la resistencia y a los pies del toro; las banderillas, ejecutadas con t¨¦cnica y repertorio; las cortas, concebidas como un fugaz colof¨®n de adorno, aunque en ocasi¨®n de perpetrar colleras, los maestros Domecq (t¨ªo) y Moura (colega) volvieron loco al toro, que no acertaba a adivinar de d¨®nde pod¨ªan llegarle al inocente lomo tantos arpones inadvertidos y traicioneros; y el rej¨®n de muerte que, por cierto, ca¨ªa donde no deb¨ªa caer. El viejo ?lvaro Domecq (padre y abuelo), cabeza de la dinast¨ªa del mismo apellido y maestro de maestros en el arte de rejonear, utilizaba a veces el estoque para matar desde el caballo, y no es que lo hundiera precisamente por el hoyo de las agujas pero se daba mejor ma?a que sus sucesores (los de la familia Domecq y los ajenos a la familia Dornecq) para no pegar esos rejonazos infamantes por los b¨®vidos costados bajeros.
Ocurrieron cosas que no est¨¢n en la ley: uno de los Domecq sobrinos (Luis) ech¨® pie a tierra para descabellar sin que hubiera agotado los tres rejones de muerte preceptivos; los cuatro rejoneadores iban armados cuando se emparejaron en los collerazos; dieron todos una triunfal vuelta al ruedo pegando sombrerazos antes de empezar la funci¨®n, seg¨²n es costumbre de los de su oficio en la ¨¦poca presente. En lo de los sombrerazos debieron quedar ah¨ªtos, desde luego. Otras veces ha sido peor, sin embargo. Otras veces acaece lo de los caballazos y lo del circo, y no hay quien lo aguante. Y si ayer no se produjo fue porque hab¨ªa toreros en plaza. Hab¨ªa toreros buenos, que saben poner los caballos de manos, y encabriolarlos, y cruzar el redondel a galope tendido -pues para caballistas eso es tan f¨¢cil como para un peat¨®n subir al autob¨²s-, mas su torer¨ªa les impid¨® recurrir a estos efectos, que s¨®lo sirven para encandilar a la galer¨ªa.
Luis Domecq tuvo una actuaci¨®n variada y segura. Antonio Domecq (el otro sobrino), segu¨ªa exactamente la misma escuela, si bien dando de ella una interpretaci¨®n vibrante. ?lvaro Domecq (hijo y t¨ªo), que siempre fue un rejoneador muy campero, no ha perdido nada de su calidad como caballista y como rejoneador, e incluso la ha me orado. La forma con que encel¨® al manso constituy¨® toda una lecci¨®n de tauromaquia. Moura, a otro toro huidizo y querencioso, tambi¨¦n lo encel¨® de manera magistral y luego tuvo momentos muy emotivos. Aquella banderilla que prendi¨® absolutamente vertical en lo alto, justo cuando se produc¨ªa la reun¨ªon a la altura del estribo mientras el caballo envolv¨ªa al toro con el temple propio de una media ver¨®nica, constituy¨® un monumento al arte de torear.
El buen toreo a caballo mantiene sus esencias gracias a este maestro portugu¨¦s, y al veterano y no menos maestro ?lvaro Domecq, y a los jovenc¨ªsimos rejoneadores que siguen con aplicaci¨®n su escuela, como Luis Domecq y Antonio Domecq. ?Se ha mencionado aqu¨ª el apellido Domecq? ?Queda claro que los Domecq abuelo, padre, t¨ªo y sobrinos tienen algo que ver con el rejoneo?
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