Teatro de la memoria
Como bien la definen sus organizadores, esta decimosegunda edici¨®n del Sal¨®n de los 16 es, en esencia, un "sal¨®n de salones". Tras las sucesivas etapas que han jalonado la trayectoria del certamen, marcadas por estrategias que van desde aquella llamada inicial de atenci¨®n hacia el arte joven hasta el balance m¨¢s formal de la temporada expositiva a trav¨¦s de sus nombres mayores -fueran de la generaci¨®n que fueran-, o ese periodo ¨²ltimo que cruza lo nuevo y lo obvio con ciertas referencias internacionales, el sal¨®n se vuelve ahora, en este a?o estelar de 1992, hacia su propia memoria.Bien puede entenderse, desde luego, como narcisista esa mirada que celebra el propio reflejo y aquel sector sustancial de nuestro arte que, como Alicia, pasa a trav¨¦s de su espejo. Mas en un pa¨ªs como ¨¦ste, donde la creaci¨®n contempor¨¢nea, antes bien, arrastra una historia cuajada de iniciativas truncadas y anhelos aplazados, no tantas son las aventuras que han alcanzado el nivel de consolidaci¨®n impl¨ªcito en una docena de celebraciones. Bien puede, por tanto, quedar justificada en tal caso la categor¨ªa de fen¨®meno, digno de rememorar su papel dinamizador en la peque?a historia de nuestro panorama pl¨¢stico reciente.
XII Sal¨®n de los 16
Pabell¨®n Mud¨¦jar. Plaza de Am¨¦rica. Sevilla. Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo (MEAC). Ciudad Universitaria. Madrid.Hasta el 30 de junio.
Revisi¨®n antol¨®gica
Como toda revisi¨®n antol¨®gica de una obra efectuada a cargo de los propios autores, se le supondr¨¢ encaminada a resaltar, antes que un balance ecu¨¢nime de sus aciertos y errores -esto es, antes que una suerte de ceremonia de confesi¨®n p¨²blica-, su rostro m¨¢s favorable.Ello no supone necesariamente no ya, por supuesto, su rostro objetivo, sino ni tan siquiera su rostro objetivamente mejor, o al menos aquel que cualquiera pudiera tener como tal. Materia opinable entre las que haya, estoy seguro de que cada cual podr¨ªa haber hecho, seg¨²n sus querencias, un balance distinto de los logros del sal¨®n. No pretendo, desde luego, caer en la nada interesante torpeza de dar aqu¨ª mi particular versi¨®n de ese perfil ¨®ptimo. Si me he entretenido, conscientemente, en se?alar algo tan obvio como el car¨¢cter naturalmente subjetivo de este resumen primero del Sal¨®n de los 16 es porque, a mi juicio, su dimensi¨®n relativa es lo que de un modo parad¨®jico retrata -fielmente, una vez m¨¢s, en esta ocasi¨®n- una de las caracter¨ªsticas inequ¨ªvocas del certamen, que en mi caso particular siempre he considerado, aun reconociendo su naturaleza discutible, como uno de los aspectos que le confieren un particular atractivo. Me refiero con ello a un cierto talante intempestivo del sal¨®n a la hora de efectuar su selecci¨®n anual, mantenido tanto a la hora de apostar por nombres nuevos como cuando se optaba por un balance m¨¢s formal entre los indiscutibles.
Tanto en uno como en otro caso, el resultado se ajustaba -dentro de la aleatoriedad de estas cosas- a un censo b¨¢sicamente obvio, pero casi siempre introduc¨ªa al tiempo alguna que otra presencia at¨ªpica, no necesariamente cuestionable, mas s¨ª alejada de lo que cabr¨ªa esperar. Aun cuando uno no comulgara en todo caso con esas elecciones singulares, en ocasiones esa presencia inesperada brindaba la oportunidad de repensar la significaci¨®n de alguna figura de valor evidente, mas absurdamente alejada del discurso dominante. Y esa cierta dosis de ir a su aire ha sido, con sus aciertos y sus perplejidades, muestra evidente de voluntad de riesgo y uno de los factores atractivos de la identidad pol¨¦mica del sal¨®n.
Ambivalencia
En este sal¨®n de salones, la selecci¨®n mantiene de nuevo esa singular ambivalencia que hace que los nombres presentes sean todos a un tiempo, aun con niveles relativamente distintos, identidades de peso incuestionable en el panorama art¨ªstico espa?ol actual y que, a su vez, el conjunto no se ajuste punto por punto al modelo m¨¢s t¨®pico de who is who rastreable dentro de ese sector sustancial de nuestro arte que ha estado vinculado en sus sucesivas ediciones al devenir del sal¨®n.Alcolea, Arroyo, Barcel¨®, Broto, Chillida, Garc¨ªa Sevilla, Gordillo, Miquel Navarro, Navarro Baldeweg, Francisco Peinado, P¨¦rez Villalta, Saura, SchIosser, Sicilia, T¨¤pies y Zush, la simple relaci¨®n de este impresionante censo dar¨¢ idea de la dimensi¨®n del balance con que el Sal¨®n de los 16 pone en escena su propia memoria. Representados, en t¨¦rminos generales, por piezas de primera magnitud -o al menos siempre por ejemplos adecuadamente representativos de su trabajo-, la ocasi¨®n nos permite asomarnos a un panorama sustancial de nuestro mejor arte. En alg¨²n caso se ha optado por obras de periodos ya hist¨®ricos en la trayectoria del artista, mas por regla general la selecci¨®n nos remite a las etapas m¨¢s recientes de estos creadores, incluso con in¨¦ditos que encierran alguna sorpresa, como en Sevilla el ?mpresionante Imperio ed¨ªpico de Luis Gordillo. Puede, desde luego, felicitarse el sal¨®n de esta memoria personal presentada inicialmente en los sugerentes espacios del Pabell¨®n Mud¨¦jar, entre los fastos de la Sevilla del 92, y ampliado en la capital cultural europea, ya en el Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo (MEAC), que acogi¨® sus or¨ªgenes, en una versi¨®n m¨¢s extensa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.