Rendici¨®n incondicional
Finalmente, Frank Sinatra sald¨® su cuenta pendiente con Barcelona y lo hizo como los caballeros, con una elegancia y un savoir faire ante los que es necesario rendirse incondicionalmente. Sin lugar a dudas fue uno de los conciertos m¨¢s entra?ables y honestos que se han ofrecido en mucho tiempo. Honesto porque se di¨® m¨¢s de lo que se promet¨ªa y entra?able porque signific¨® el emotivo primer (y tal vez ¨²ltimo) encuentro entre un artista y un p¨²blico que hab¨ªa esperado durante demasiado tiempo.Sinatra triunf¨® por todo lo grande en Barcelona y, a pesar de todos los peros, merecidamente. Otra cosa ser¨ªa ya considerar la idoneidad de celebrar este tipo de encuentros emotivos en polideportivos de proporciones ol¨ªmpicas. El encuentro en la distancia es menos encuentro, y la emoci¨®n se reduce a una discreta turbaci¨®n interior. A la salida todos, desde los que pagaron 3.000 pesetas por sentarse en una grada y ver en la distancia a una hormiguita negra hasta los que se rascaron el bolsillo y desembolsaron 30.000 pesetas por una silla de pl¨¢stico en la pista, suspiraban por lo que pod¨ªa haber sucedido en un local adecuado, un peque?o teatro o un c¨®modo club de esos que no existen por aqu¨ª. Pero ya se sabe que las pretensiones econ¨®micas de los divos obligan a los programadores a utilizar estos espacios como ¨²nica soluci¨®n.
Frank Sinatra
Gran orquesta dirigida por Frank Sinatra Jr.Tomatito Acompa?ado por los hennanos Carmona. Palau Sant Jordi, Barcelona, 3 de junio.
La Voz no defraud¨®
En un peque?o club no sabemos lo que hubiera pasado, en el Palau Sant Jordi Sinatra arras¨® con sus 76 a?os llevados con un porte y una arrogancia por los que ya firmar¨ªan la mayor¨ªa de cuarentones y cincuentones que le aplaud¨ªan. Unas 15.000 personas se reunieron para la celebraci¨®n casi m¨ªstica de medio siglo de carrera musical de la que, a pesar del paso inexorable del tiempo, sigue y seguir¨¢ siendo La Voz. Una voz a la que, por supuesto, se le podr¨ªan reprochar sutilezas t¨¦cnicas pero que todav¨ªa llena un escenario y conmueve a una audiencia, y eso es bastante m¨¢s de lo que ofrecen muchas voces con bastantes menos a?os. Adem¨¢s, Sinatra no oculta su edad ni vende gato por liebre; todos los que estaban all¨ª sab¨ªan lo que iban a o¨ªr y La Voz no les defraud¨®.Fueron algo m¨¢s de 70 minutos para el recuerdo, 16 canciones a cual m¨¢s indispensable y el de los ojos azules las cant¨® arropado por unos arreglos (firmados por Billy May, Nelsion Riddle, Don Costa y Quincy Jones, entre otros) que caminaban solos. Arreglos de aut¨¦ntico escalofr¨ªo interpretados con garra por una cincuentena de excelentes profesionales brit¨¢nicos y norteamericanos. En aquel contexto Sinatra se sent¨ªa seguro, pon¨ªa toda su ternura y sentimiento all¨ª donde la voz no llegaba y plagaba de gui?os canciones que en s¨ª mismas ya eran un gui?o. Strangers in the night, Mack the knife y My way fueron los temas m¨¢s aplaudidos, pero versiones como Luck be a lady, Come rain or come shine, Fve got under my skin o Onefor my baby (esta con el cigarrillo entre los labios) demostraron ese saber estar de Sinatra que ni el tiempo ha podido mermar. New York, New York fue la emocionada despedida, el p¨²blico barcelon¨¦s puesto en pie marc¨® palmas y La Voz dej¨® escapar un suspiro y media lagrimita mientras repart¨ªa besos al aire.
Sinatra triunf¨® y esa fue la nota destacada de la noche, pero no podr¨ªa cerrarse esta cr¨®nica sin mencionar a Tomatito que le ofici¨® de telonero. No fue la noche ideal como para que el genial guitarrista, mostrase todo lo que lleva dentro, el ambiente no lo propiciaba, pero quien quiso pudo o¨ªr el toque maestro de este joven gitano que, si el tiempo no lo impide, va a dar mucho de que hablar.
Babelia
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