Alarmas italianas
LA ELECCI?N pata la presidencia de la C¨¢mara de Diputados de Giorgio Napolitano, exponente del sector m¨¢s moderado del Partido Democr¨¢tico de Izquierda (PDS), ha suscitado turbaci¨®n en amplios sectores. No por el hecho de que la presidencia del Parlamento recaiga en un ex comunista, ya que desde hace 14 a?os, primero con Pietro Ingrao y luego con Nilde lotti -viuda de Togliatfi-, ese alto cargo de la Rep¨²blica ha sido concedido al PCI como f¨®rmula c¨®moda de reconocer su peso electoral, margin¨¢ndolo al mismo tiempo de los puestos responsables de la gobernaci¨®n del pa¨ªs. tsta vez, con toda probabilidad, no ocurrir¨¢ lo mismo. Pero, en todo caso, la elecci¨®n de Napolitano en s¨ª no aporta ninguna novedad.En cambio, ha causado desasosiego que el PDS, despu¨¦s de haber presentado la candidatura de Stefano Rodot¨¢, haya cedido a la presi¨®n de Craxi, presentando y votando a Napolitano. No se trata de un problema personal. Rodot¨¢ -personalidad con un prestigio moral e intelectual reconocido por todos, que nunca ha sido comunista y cuya elecci¨®n como presidente del PDS fue la se?al m¨¢s clara de una aut¨¦ntica voluntad de renovaci¨®n- pod¨ªa representar, como en cierto modo lo hace Scalfaro en el Quirinal, ese deseo que los electores han manifestado en la consulta de abril de acabar con el sistema partitocr¨¢tico, de renovar con nuevas ideas y nuevas personas una vida pol¨ªtica sumida en la corrupci¨®n y en la impotencia. En cambio, el hecho de que Craxi haya podido vetar a Rodot¨¢ e imponer a Napolitano veterano dirigente del desaparecido PCI cuyas actuales simpat¨ªas por el partido socialista son vox p¨®puli- es a todas luces un retorno a las combinaciones entre partidos para repartirse los cargos. Hecho que encontrar¨ªa su plena con firmaci¨®n si Craxi -como indican algunos pron¨®sticos fiables- es llamado a formar el Gobierno. Por otra parte, la discutida elecci¨®n de Napolitano se ha producido en un momento en que el PDS hace frente a un duro golpe: la presencia de varios de sus dirigentes, incluida una figura hist¨®rica como Cervetti, en un entramado de corrupci¨®n en Mil¨¢n. Sin duda, el PDS no est¨¢ solo; los socialistas est¨¢n m¨¢s comprometidos que la formaci¨®n de Occhetto (personalmente un cu?ado de Craxi), en compa?¨ªa de la DC y los republicanos. Pero este esc¨¢ndalo resulta particularmente serio para un partido que se ha ufanado siempre de ser el ¨²nico con las manos limpias. Para responder a la angustia e indignaci¨®n de los militantes, Occhetto quiere reactivar la batalla por la moral que Berlinguer, en otra ¨¦poca, hab¨ªa colocado en el centro de su pol¨ªtica. En un sonado discurso en Bolonia, Occhetto pidi¨® perd¨®n al pueblo italiano, invitando a los dirigentes de otros partidos a hacer lo mismo. Tambi¨¦n hizo un balance muy cr¨ªtico de lo realizado por el PDS desde su fundaci¨®n, sin silenciar la contradicci¨®n que supone el utilizar el mismo aparato comunista para una etapa que anhelaba ser distinta. De ah¨ª que planteara la necesidad de crear un partido realmente nuevo, sin el lastre del partido-aparato.
Es obvio que la necesidad de introducir cambios profundos en los partidos pol¨ªticos para que sean una mediaci¨®n efectiva entre el Estado y la sociedad no s¨®lo se plantea en Italia. El refer¨¦ndum en Dinamarca acaba de poner de relieve de forma espectacular el abismo que existe entre la opini¨®n de los partidos y la de los ciudadanos.
Pero ?qu¨¦ relaci¨®n hay entre el discurso renovador de Occhetto y su actitud al sustituir a Rodot¨¢ por Napolitano como candidato del PDI, aceptando la imposici¨®n de Craxi? D¨¦ hecho, se aproxim¨® a los manejos partitocr¨¢ticos repudiados por los electores. Rodot¨¢ ha dimitido de todos sus cargos, asqueado de "ese juego hip¨®crita". Ahora se espera la entrada del PDS en el pr¨®ximo Gobierno, lo que pondr¨ªa fin a medio siglo de discriminaci¨®n. Pero el partido de Occhetto est¨¢ bastante debilitado por una serie de divisiones internas, y muchos temen que todas estas componendas s¨®lo sean un artificio m¨¢s en el juego de siempre de socialistas y democristianos.
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