"La pornograf¨ªa es el fascismo de la democracia", dice Catharine MacKinnon
A la abogada norteamericana Catharine A. MacKinnon le han tiroteado por la calle, amenazado y entorpecido durante 12 a?os su acceso a la Universidad de Michigan como profesora de Derecho. Y todo, por combatir p¨²blicamente la pornograf¨ªa, un negocio que s¨®lo en Estados Unidos mueve cada a?o el equivalente a un bill¨®n de pesetas. Portada de The New York Magazine hace un a?o por su lucha y p¨¢gina prevista el pr¨®ximo agosto en la revista er¨®tica Play Boy por todo lo contrario, MacKinnon insiste contundente: 'La pornograf¨ªa es el fascismo diario de las democracias".
Catharine MacKinnon ofreci¨® una conferencia esta semana en Madrid, en el Instituto Internacional, un centro que este a?o cumple 100 a?os y que fue creado con capital norteamericano para la educaci¨®n de la mujer espa?ola.Tras dos d¨¦cadas de trabajo, uno de los triunfos de MacKinonn ha sido conseguir que su definici¨®n de la pornograf¨ªa en 1976 sea la que utiliza oficialmente la justicia norteamericana: "Pornograf¨ªa es una subordinaci¨®n gr¨¢fica sexual expl¨ªcita de la mujer a trav¨¦s de fotos o palabras incluyendo uno o m¨¢s de los puntos siguientes: a) las mujeres son presentadas deshumanizadas como objetos sexuales, cosas o instrumentos; b) las mujeres son presentadas como objetos sexuales que disfrutan de la humillaci¨®n o del dolor; e) las mujeres son presentadas como objetos sexuales que experimentan placer sexual en la violaci¨®n, el incesto y otras agresiones sexuales... ".
No todo el movimiento feminista est¨¢ de acuerdo en combatir tan apasionadamente la pornograf¨ªa. La pol¨¦mica es cada vez m¨¢s encendida, "pero es que la pornografia no es un desnudo", explica MacKinnon.
Prototipos racistas
Ella se refiere a la invasi¨®n de im¨¢genes y pel¨ªculas sadomasoquistas que incluso reflejan prototipos racistas, como, por ejemplo, presentar a una mujer de raza negra "saltando de rama en rama", o explotar la supuesta pasividad de las orientales.'La pornograf¨ªa es una pr¨¢ctica del fascismo en la vida de todos los d¨ªas. Los reg¨ªmenes autoritarios lo restring¨ªan al uso de las ¨¦lites, y lo que han hecho los Gobiernos democr¨¢ticos es simplemente hacerla disponible para todos", afirma lajurista con contundencia. "Es tambi¨¦n una pr¨¢ctica de desigualdad y discriminaci¨®n que genera violencia, porque hay que saber que, cuando los hombres ven pornografia, despu¨¦s repiten lo que han visto en sus ¨¢mbitos privados, la casa, la oficina y la escuela".
El argumento que aporta para explicar por qu¨¦ este producto es pr¨¢cticamente s¨®lo para hombres es que las mujeres han sido socializadas para tener una satisfacci¨®n sexual a trav¨¦s de alguien, mientras que los hombres lo han sido subordinando a otro ser humano. "La pornograf¨ªa es una experiencia sexual entre una persona y una cosa, y no responde a las necesidades femeninas".
MacKinnon est¨¢ convencida de que si el objeto de la pornograf¨ªa fuera otro distinto a las mujeres o los ni?os, los Estados ya la habr¨ªan prohibido, pero critica que no haya voluntad pol¨ªtica para hacerlo. "Los pol¨ªticos no la combaten porque la usan y la disfrutan. No hay que olvidar que la mayor parte de ellos son hombres", dice. Considerada en Estados Unidos Ia mejor te¨®rica de leyes para mujeres", Catharine MacKinnon lleva media vida, junto a la escritora tambi¨¦n norteamericana, Andrea Dworkin, intentando sacar adelante una ley federal contra el uso pornogr¨¢fico de las mujeres.
Una de sus clientes fue Linda Lovelace, protagonista de la c¨¦lebre pel¨ªcula porno Garganta Profunda. La actriz acudi¨® en 1979 a los tribunales, denunciando haber sido secuestrada y violada para rodar las escenas del filme.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.