El Real Madrid lava las heridas de la Liga con un triunfo ante el Sporting en Gij¨®n
El Real Madrid ha lavado en Gij¨®n, como otras muchas veces, sus heridas, en esta ocasi¨®n de la ¨²ltima Liga. El segundo partido que gana fuera de casa en la etapa de Leo Beenhakker en esta temporada ha llegado con una semana de retraso y no sirve para restablecer lo que se esfum¨® el pasado domingo en Tenerife. Pero esta victoria permite al conjunto madridista dar el pen¨²ltimo paso para llegar a la final de la ¨²ltima competici¨®n vigente. Algo es algo.La pobreza de argumentos por parte y parte se resolvi¨® a favor del equipo que aport¨® la calidad individual, innegable en algunos jugadores del Madrid, aunque cada vez sean menos. Sin el brasile?o Rocha ni el rumano Hagi, s¨®lo en el primer cuarto de hora, el Sporting pareci¨® capaz de todo. Despu¨¦s, con un sentido funcionarial y rutinario, en el que las aportaciones de Michel, Butrague?o y Sanchis fueron las ¨²nicas que aportaron una pizca de imaginaci¨®n, el Madrid le dio la vuelta al resultado y se tom¨® un respiro.
El Sporting se entreg¨®, sobre todo tras el descanso pese a que Pablo estrell¨® un bal¨®n en el poste. El equipo local no mostr¨® entonces ning¨²n atisbo de reacci¨®n para anular la ventaja adquirida por sus adversarios. Otro Madrid que no estuviera tan alica¨ªdo, descerebrado y poco vigoroso hubiera resuelto con mayor claridad esta eliminatoria. Pero de todas maneras lo ha puesto bien para el encuentro de vuelta. Los propios jugadores del Sporting reconocieron al final del partido que la eliminatoria est¨¢ sumamente complicada para ellos.
Est¨¢ claro que el actual Madrid no seduce a nadie. Pocas veces el p¨²blico gijon¨¦s, ayer demasiado escaso, ha saludado con tan poco respeto a este club que siempre cuenta con incondicionales. Pero los perdedores no los quiere nadie.
Butrague?o y Michel precisamente, el segundo con la colaboraci¨®n de Sanchis, tres de los jugadores de la quinta que lleva el nombre del primero, sobre los que m¨¢s dedos acusadores recaen, tuvieron que subrayar con sus goles que el Madrid perdi¨® la Liga en Tenerife pero no ha descendido en categor¨ªa. De modo que los silbidos iniciales contra los madrile?os se volvieron enseguida contra el Sporting.
Y si el Madrid no fue capaz de quitarse de encima la pobre imagen que ha ofrecido los ¨²ltimos meses, el Sporting no jug¨® con el br¨ªo que exige la Copa y un rival de esta entidad. Cada uno se comport¨® con arreglo a los precedentes y, en la duda, el beneficiado fue el Madrid.
El Sporting puso, por tanto, el decorado y el Madrid s¨®lo tuvo que encender las luces. Cada vez que lleg¨® a la puerta de Emilio en la primera media hora marc¨® un tanto, m¨¢s que suficiente para encarrilar la eliminatoria a su favor.
Esa capacidad resolutiva desapareci¨® tras el descanso porque la responsabilidad de la misma recay¨® en Lu¨ªs Enrique o Llorente que marcan la diferencia entre el Madrid de temporadas precedentes y el actual.
El partido, en fin, sirvi¨® de despedida ante el p¨²blico de El Molin¨®n del capit¨¢n, Joaqu¨ªn, a quien tienen en alta estima la gente del f¨²tbol. Su juego ratifica que despu¨¦s de 15 temporadas en activo se va prematuramente porque se mantiene sin esfuerzo entre los mejores, lo que no es poco a su edad -el pasado martes cumpli¨® 36 a?os- y en el puesto en el que act¨²a. Pero su gran m¨¦rito, con todo, es que su conducta no ha conocido resquicio alguno despu¨¦s de casi 600 partidos oficiales. No extra?a que sea admirado por todos los j¨®venes que aspiran a jugar en el Sporting y por la mayor parte de sus compa?eros de profesi¨®n.
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