El movimiento vecinaI encaja el golpe del PP
Los l¨ªderes de barrio intentan reforzar sus asociaciones ante el recorte de las ayudas municipales
Una federaci¨®n como la de vecinos que convoca en los seis ¨²ltimos a?os 42 manifestaciones y 16 concentraciones no es un inquilino c¨®modo. Si adem¨¢s de ello, el movimiento vecinal consume s¨®lo como gastos corrientes casi 100 millones de pesetas, no resulta sorprendente que el Ayuntamiento recorte el gasto p¨²blico, empezando por ellos, exactamente a la mitad. Por eso en la sede de la Federaci¨®n Regional de Asociaciones de Vecinos (FRAVM) abundan ahora los comentarios ornitol¨®gicos. "Nos cortan las alas", dice Prisciliano Castro. Y al rato: "El ala derecha del PP en el Ayuntamiento ha vencido al ala moderada".La decisi¨®n del alcalde ha planteado un debate entre el movimiento ciudadano. "?Debemos incrementar las cuotas que pagan nuestros socios?; ?hay que delimitar nuestras reivindicaciones frente a las de los sindicatos, partidos pol¨ªticos y otras organizaciones? ?Tenemos que estrechar los lazos entre las asociaciones, que haya m¨¢s uni¨®n?".
La FRAVM anda convocando asambleas para proponer a sus 80.000 asociados, repartidos por toda la regi¨®n, aumentar la cuota. Esto no arreglar¨¢ gran cosa, porque lo que pagan en la actualidad asciende como media a cien pesetas al mes.
El punto flaco
La delimitaci¨®n de funciones tambi¨¦n puede evitar enfrentamientos y choques con los sindicatos y otras organizaciones, pero lo del reforzamiento de las bases... ¨¦se s¨ª que parece ser el punto flaco de los vecinos: la coordinaci¨®n.A pesar de que en la sede central, en el barrio de Malasa?a, trabajan siete personas (secretarias, jefe de prensa, limpiadoras) a las que la Federaci¨®n paga 14 millones de pesetas al a?o, el hilo que une las asociaciones es d¨¦bil. El tel¨¦fono no basta, y Prisciliano Castro y sus hombres han decidio emplear al menos una persona para coordinar las bases.
A las propias asambleas de la FRAVM rara vez asisten m¨¢s de 40 presidentes, y 35 eran los que se presentaron a protestar en el pleno donde se les recortaron los ingresos; s¨®lo 82 entidades son las que han firmado las alegaciones contra la decisi¨®n municipal de recortar gastos. Unas 30 no disponen de tel¨¦fono y s¨®lo algunas cuentan con fax.
?Sobrevivir¨¢n ahora las asociaciones menores? Lo tendr¨¢n dif¨ªcil, pero lo har¨¢n, seg¨²n Castro. Y si no aguantan el golpe, es porque no lo merecen. Eso es lo que opina el concejal de Participaci¨®n Ciudadana, Jos¨¦ Gabriel Astudillo. Y no s¨®lo ¨¦l; Francisco P¨¦rez, presidente de la asociaci¨®n Puente de Vallecas, a la saz¨®n una de las que m¨¢s movilizaciones ha originado en los ¨²ltimos meses, se ha negado siempre a que el Ayuntamiento le pague los gastos corrientes. "Nos restar¨ªa independencia", alega. Pero Francisco P¨¦rez no quiere que su opini¨®n se confunda con la de Astudillo. 'Tos motivos son opuestos", aunque el final resulte el mismo. El concejal socialista Juan Lobato apoya ese argumento. Sin embargo, en su grupo opinan lo contrario.
Prisciliano Castro, el presidente de la FRAVM, admite que P¨¦rez y Lobato llevan parte de raz¨®n, pero objeta: "Hasta la asociaci¨®n m¨¢s peque?a puede ser ¨²til a los ciudadanos si tiene un abogado disponible o una persona que de vez en cuando habla con el concejal de la junta para que alumbren una calle".
Evidentemente, los objetivos y la fuerza de este movimiento han cambiado. Las asociaciones ya no consiguen convocar a 100.000 personas, como en aquella manifestaci¨®n de finales de los setenta donde denunciaban que el kilo de pan en Madrid no pesaba un kilo, sino 700 gramos. Por aquel entonces, sus l¨ªderes sal¨ªan de reuniones clandestinas celebradas en s¨®tanos de la plaza de Castilla o en el Pozo del T¨ªo Raimundo. Era cuando las asociaciones informaban sobre los lugares para comprar p¨ªldoras y no recib¨ªan un duro del Ayuntamiento. En 1988, el PSOE decici¨® costear sus gastos corrientes.
Ahora, el PP piensa que las asociaciones son mayorcitas para andar por s¨ª solas y les recorta las ayudas. El detonante ha sido unas facturas que la FRAVM pas¨® al Ayuntamiento. Nada malo, si no fuera porque aquella comida, que cost¨® casi tres millones de pesetas, la pagaron de sus bolsillos los 1.246 comensales. La FRAVM entona el mea culpa y lo explica: "Nuestros administradores se hicieron un l¨ªo y al final la broma ha sido de muy mal gusto". El caso se sald¨® devolviendo el dinero al Ayuntamiento y expulsando al tesorero.
Las cuentas claras
, Un total de 138 millones de pesetas es lo que la Federacion Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) espera ingresar este a?o, y eso es lo que quiere gastar. Los dirigentes vecinales andan susceptibles por estas fechas. Enumeran las partidas y env¨ªan fotocopias de sus presupuestos sin el menor obst¨¢culo.
A Prisciliano Castro, presidente de la federaci¨®n, se le ha recriminado en las ¨²ltimas semanas que la FRAVM le pague los abonos de transporte p¨²blico -el bonob¨²s- o que utilice el avi¨®n en alguna ocasi¨®n en que se ha trasladado a una conferencia de asociaciones de vecinos espa?olas. Por eso, la pol¨ªtica que impera ahora es de Ias cuentas claras", y si cabe, m¨¢s claras que nunca.
En Barcelona, seg¨²n se quejan los vecinos madrile?os, las asociaciones est¨¢n m¨¢s protegidas, y "menos coaccionadas". De entrada, el Ayuntamiento, gobernado por la coalici¨®n PSOE-IU, les da 105 millones de pesetas, y la Generalitat les a?ade 15 millones. Adem¨¢s, el Ayuntamiento ha iniciado el proceso inverso al de Madrid: empieza a comprar y cederles locales.
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