Un excelente final para un ciclo de categor¨ªa
Termin¨® el s¨¢bado en el Auditorio Nacional el ciclo Mahler con una versi¨®n excepcional de la III sinfon¨ªa, por la Orquesta y Coro Nacional, la Escolan¨ªa del Recuerdo y la contralto Doris Soffel, bajo la direcci¨®n de Aldo Ceccato. El ¨¦xito fue extraordinario y, a mi modo de ver, justificado. Pienso que esta III sinfon¨ªa constituye el mejor momento al que me ha sido dado asistir de toda la carrera del maestro milan¨¦s, hoy titular de la ONE.Su concepci¨®n de la inmensa partitura es a la vez grandiosa, anal¨ªtica e intimista, y en pocas ocasiones he visto realizado, con tan puntual belleza, el estilo constructivo y narrativo de Mahle¨². Ceccato nos introdujo en ese gran mundo para descubrirnos, uno a uno, todos sus rincones y espacios a trav¨¦s de un proceso pleno de serenidad e inquisitiva hermosura, y supo arrancar a la Nacional una riqu¨ªsima gama de matices din¨¢micos. Todo fue cosa de gran maestro.
Cielo Mahler (Scherz¨® /Fundaci¨®n Caja Madrid)
Orquesta y Coro Nacional de Espa?a. Escolan¨ªa del Recuerdo. Director: A. Ceccato. Solista: D. Soffel, contralto. III sinfon¨ªa, de Maliler. Auditorio Nacional. Madrid, 13 de junio.
Para empezar, Ceccato fue a lo sustancial, que en Mahler es siempre autobiogr¨¢fico, intimidad estimulada por toda suerte de fen¨®menos vitales: m¨²sicas tradicionales y populares, grandes ideas y sentimientos, est¨ªmulos de la naturaleza y, l¨®gicamente, los de aquellas partituras que pasaban por u podio de director.
El don de la melod¨ªa
La III sinfon¨ªa es un homenaje al Nietzsche que abandon¨® el wagnerismo para enamorarse de Carmen, un acercamiento a "la ingenuidad del Sur, la necesidad y el donde la melod¨ªa". En ese Sur est¨¢ Espa?a, y acaso no sean casuales ni las insistentes apariciones de un grupeto an¨¢logo al de los contrabandistas de Bizet, ni la inclusi¨®n, entre el vario repertorio tradicional, de la jota que utilizaran Glinka y Liszt, mahlerizada en el misterioso canto de la trompa de postill¨®n. Mientras, en Steinbach, durante sus paseos con Bruno Walter, Mahler lee, en voz alta, fragmentos de El Quijote.El director debe explicar y situar los mil acontecimientos que forman el cosmos mahleriano, y Ceccato supo interiorizarlos ante nosotros. Cuando el sinfonismo se hace canto se alz¨® la voz noble, el fraseo ejemplar, el encanto irresistible de la contralto Doris Soffel, frente al big ban de los ¨¢ngeles cantores. Escolan¨ªa, coros y orquesta trabajaron muy bien -no ser¨¦ yo el que persiga cualquier minucia defectuosa si "se acierta en lo principal"- y el p¨²blico respondi¨® con calor a la "turbadora presencia", como escribe Walter, del arte singular de Mahler. Resumen: un excelente final para un ciclo de categor¨ªa.
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