El cuchitril de los moros
Los inmigrantes pagan alquileres abusivos por viviendas infrahumanas en el distrito Centro
La casa de la calle de Jardines, 11, en cuya escalera dos mujeres se pasaron una semana viviendo tras ser expulsadas de una pensi¨®n, es un ejemplo claro de c¨®mo los extranjeros, sean norteafricanos o eslavos, malviven en el distrito Centro. En esta casa de cuatro pisos hay tres pensiones, una vivienda en la que 10 b¨²lgaros comparten tres habitaciones y un chamizo ganado al patio al que se entra por un agujero que no tiene m¨¢s de un metro de alto. El propietario del bar situado en los bajos de la casa ha aprendido a cocinar platos t¨ªpicos norteafricanos.
El rellano donde las hermanas Matilde y Mar¨ªa Mart¨ªn B¨²rgalo se plantaron por espacio de ocho d¨ªas (v¨¦ase EL PA?S del jueves) es un trasiego continuo de poblaci¨®n inmigrante. Viven en pleno centro de Madrid a costa de soportar los abusos de los propietarios de las viviendas. Aldi Rachid, una mujer marroqu¨ª de 32 a?os, vive con su marido, Gholan, fontanero, y su ni?a de dos a?os en un espacio ganado al patio. Pagan un alquiler de 40.000 pesetas -"con la luz y el agua se pone en 55.000", se lamenta Aldipor un cuchitril en el que hay que agazaparse para entrar por debajo del hueco de la escalera. El cochecito de la ni?a es casi m¨¢s grande que el vano.
"Por ser negritos"
El matrimonio se pens¨® dos veces alquilar la casa por esta circunstancia, pero al final trag¨® con resignaci¨®n. Aldi recuerda su casa familiar en Marruecos, espaciosa y con patio, pero sabe que all¨ª no pueden ganarse la vida. Una vez que se atraviesa el patio, dos habitaciones -resultado de compartimentar el piso bajo-izquierda- completan la vivienda de este matrimonio.Abdelhamid Beyuki, presidente de la Asociaci¨®n de Trabajadores Inmigrantes Marroqu¨ªes en Espa?a (ATIME), explica que algunos propietarios de pisos alquilan a sus compatriotas una vivenda, pero exigen un alquiler por cada habitaci¨®n para as¨ª multiplicar el valor del arrendamiento. "Incluso alquilan los pasillos y el sal¨®n", afirma Abdelhamid Beyuki.
El presidente de ATIME se lamenta de que los propietarios someten a abusos a los marroqu¨ªes "por ser moritos o negritos". Mas no son los ¨²nicos inmigrantes: en el cuarto piso de Jardines, 11 hay una casa alquilada a diez j¨®venes b¨²lgaros. Se reparten tres habitaciones, y el alquiler asciende a 100.000 pesetas. Dimitri Dimitrov, uno de los inmigrantes, pone cara de sorna al preguntarle sobre las comodidades de la casa.
Excepto una vivenda particular, el resto de las casas del inmueble son pensiones. Alija Kusi, que tambi¨¦n vive hacinado en la otra puerta del cuarto piso, reconoce que no hay "buen ambiente" entre los inquilinos del cuarto y los hostales de la vivenda.
En los bajos de la casa, el due?o de un bar-restaurante tuvo una temporada en que se especializ¨® en comida marroqu¨ª. Un parroquiano recuerda que all¨ª com¨ªan "hasta 300" . Pero el due?o, que prefiere no dar su nombre, se hart¨® de la clientela, despu¨¦s de atraerla con cuscus (plato t¨ªpico de Marruecos), por alguna raz¨®n que no est¨¢ muy clara: "Quer¨ªan asimilarnos a su cultura, emmpezando por las comidas y acabando con la religi¨®n".
El pasado seis de junio, los representantes de inmigrantes marroqu¨ªes -Mohamed Hidur, de AEME, Asociaci¨®n de Emigrantes Marroqu¨ªes en Espa?a; Abdelhamid Beyuki, de ATIME, y Mamadu Lamine, de Aso Inmigr Senegaleses en Espa?a, expusieron en la Asamblea de Madrid los problemas de vivenda que sufren.
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