Nos queda la palabra
La lectura de la carta de Txema Montero es una ventana de aire fresco que se abre en Euskadi. Hac¨ªa tiempo que no se escuchaba por boca de un l¨ªder pol¨ªtico un discurso tan pre?ado de racionalidad.Txema Montero est¨¢ l¨²cido, demasiado l¨²cido para unos y para otros. Demasiado l¨²cido, pese a haber "permanecido enfeudado en un pensamiento pol¨ªtico militarizado" y demasiado l¨²cido para ese "estalinismo" de unos y ese 'felipismo" (por llamar al imperio de una forma m¨¢s espa?ola) de otros.
El texto-carta revela la evoluci¨®n pol¨ªtica de un militante que evoluciona; no es un escrito dogm¨¢tico-metaf¨ªsico; es un an¨¢lisis abierto, franco y sereno desde una conciencia que razona, ve y siente (aqu¨ª ha habido un olvido del sentir no pol¨ªtico).
Para muchos de nosotros la pol¨ªtica vasca de los ¨²ltimos tiempos era muy maniquea: o conmigo o contra m¨ª. A la hora del voto no hall¨¢bamos expresada nuestra l¨ªnea ideol¨®gica entre las ofertas existentes. Te llegabas a sentir un marciano pol¨ªtico. ?Donde estaba esa corriente pol¨ªtica de izquierdas, abertzale y respetuosa con los derechos humanos de los individuos?
En nuestro pueblo se eligi¨®, por algunos, una forma de lucha nacional basada en la negaci¨®n misma de la condici¨®n humana (los atentados discriminados e indiscriminados). Y que no se me diga que tantas muertes injustas han servido para traer una futurajusticia para Euskadi. ?se no es el camino.
Aqu¨ª tenemos un contencioso que, resolver con el Estado, con Espa?a (esa "unidad de destino en lo universal" que la derecha nacional predic¨®). No se resolvi¨® con el Estatuto. Y saber esperar y mientras tanto hacer (un hacer justo) es importante.
La vieja mayor¨ªa social cualitativa de Id¨ªgoras ante el magistrado del Supremo ha de dar paso a una mayor¨ªa social tambi¨¦n cuantitativa. Para vencer hay que convencer (Miguel de Unamuno). Y aqu¨ª hay un pueblo al que convencer de ciertos ideales pol¨ªticos. Lo otro, en pol¨ªtica al menos, es efifismo trasnochado.
Claro que el poder de domesticaci¨®n del sistema es casi absoluto (subliminal), claro que el adormecimiento de las conciencias es un hecho cas? masticable en nuestra cotidianidad... Pero creo que a¨²n nos queda la palabra y la acci¨®n conscientes (lo consciente es ¨¦tico o no es consciente). Falta un discurso; Eus
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kadi necesita un discurso nuevo, un discurso abierto, moderno, vital... A¨²n nos queda lad¨¦bil verdad de la palabra en el seno mismo de la comedia, como revulsivo subversivo, sutil, pero eficaz. A¨²n estamos vivos. Y eso es mucho.- .
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