Incapaces de torear
El mano a mano fue un fracaso. Hace s¨®lo unos a?os llegaban a Madrid dos novilleros punteros y triunfadores a competir mano a mano, les sal¨ªan novillos encastados, eran incapaces de torearlos -como ocurri¨® ayer- y ya pod¨ªan ir haciendo las malestas. Claro que eso ocurr¨ªa hace unos a?os. Ahora puede ser distinto. Los toreros de ahora le encuentran justificaci¨®n a todo: el p¨²blico, que no sabe; el tendido siete, que molesta; los toros, que enga?an; el apoderado, que no est¨¢ impuesto en la pol¨ªtica socioecon¨®mica de convergencia; una mosca que pas¨® -?tiene su importancia, caramba!- pues las moscas molestan much¨ªsimo cuando un novillero puntero se encuentra en trance de pegar derechazos.?Pegaron derechazos los novilleros punteros y triunfadores? Si por cada derechazo que se les ocurri¨® pegar les hubieron dado veinte duros, a estas horas ten¨ªan hecha la temporada. Bueno, quiz¨¢ no fuera tanto (siempre se exagera), pero dio la sensaci¨®n de que hab¨ªan acudido a Las Ventas no a torear sino a pegar derechazos. ¨®scar Higares, menos, porque en sus tres novillos se ech¨® la muleta a la izquierda. Manolo S¨¢nchez m¨¢s, porque en sus dos primeros la izquierda no lleg¨® ni a utilizarla y en el otro lo hizo ya en las postrimer¨ªas de la faena.
Jaral / S¨¢nchez, Higares
Cinco novillos de El Jaral de la Mira (uno fue rechazado en el reconocimineto), discretos de presencia (1? y 6? sin trap¨ªo, protestad¨ªsimos), algunos sospechosos de pitones, encastados y nobles. 2? de Alcurruc¨¦n, bien presentado, inv¨¢lido, pastue?o. Manolo S¨¢nchez: dos pinchazos, estocada corta atravesada contraria y seis descabellos (silencio); estocada atravesada trasera y descabello (silencio); estocada (divisi¨®n), ?scar Higares: pinchazo y estocada ca¨ªda que asoma (divisi¨®n y tambi¨¦n protestas cuando saluda); media estocada ca¨ªda (algunos pitos), pinchazo, estocada atravesada perpendicular delantera y descabello (pitos y algunas palmas). Plaza de Las Ventas, 28 de junio. Tres cuartos de entrada.
Estas inhibiciones, este asco por el toreo al natural no es exactamente culpa de los novilleros. Ellos hacen lo que ven a sus mayores y lo que les permiten. Aquellos dos pases exclusivos que impusieron durante d¨¦cadas las figuras, se han convertido en el ¨²nico pase -el derechazo- y en esta evoluci¨®n reductora del arte de torear, la pr¨®xima etapa ser¨¢ la del ning¨²n pase; o sea, el apaga y v¨¢monos, el punto final, la desparici¨®n definitiva de la fiesta.
De momento, a la torer¨ªa la va de maravilla con el derechazo. Pegando ¨²nicamente derechazos ya han cortado orejas algunos esta temporada en Las Ventas y han salido a hombros por la puerta grande. No s¨®lo han salido por la puerta grande; les han dicho adem¨¢s -y ellos se lo han cre¨ªdo- que Belmonte, a su lado, era Llapisera y el Empastre.
Uno de estos es, precisamente, Manolo S¨¢nchez, y seguramente por tal raz¨®n no sinti¨® la necesidad de echarse la muleta a la izquierda en ning¨²n momento y para nada del mundo; incluso le deb¨ªa extra?ar que su furor derechacista no impresionara a la afici¨®n. Hab¨ªa grandes diferencias con el d¨ªa del triunfo, sin embargo. En primer lugar, los novillos no embest¨ªan con la aborregada docilidad del que le vali¨® para bordar derechazos la tarde de autos, pues ten¨ªan casta. En segundo lugar, el p¨²blico de los whiskys, los canap¨¦s y el triunfalismo desatado no estaba all¨ª para aplaudirlo todo.
Hab¨ªa otro p¨²blico, m¨¢s coherente y m¨¢s cr¨ªtico. Un p¨²blico que si ve¨ªa torear lo coreaba con ol¨¦s, y si no ve¨ªa torear, lo dec¨ªa, y en paz. Con lo cual se pas¨® la tarde diciendo lo segundo. Sencillamente, los novilleros no pod¨ªan con los novillos. Les pegaban el derechazo, generalmente con el pico y, al rematar el pase, sal¨ªan corriendo. Manolo S¨¢nchez descargaba la suerte, alguna vez la cargaba a requerimiento de la afici¨®n y, al siguiente pase, ya estaba descarg¨¢ndola otra vez. Hay vicios incorregibles.
?scar Higares estuvo moliendo a derechazos al segundo, se fue a por la espada, al volver lo cit¨® al natural en un ¨²ltimo intento de sacarle partido y se encontr¨® con la sorpresa de que, por ese lado, el novillo ten¨ªa una embestida maravillosa. Ya era tarde, claro, pues las embestidas de los toros no son inagotables. He aqu¨ª una posibilidad de triunfo que dej¨® escapar por la man¨ªa derechacista. Si un d¨ªa los novilleros llegaran a entender que torear no es pegar derechazos, ser¨ªa la revoluci¨®n. Claro que torear es lo dif¨ªcil. Torear es mucho m¨¢s que componer posturas con un borrego.
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