"Madrid es mi casa y mis amigos. Punto"
Espa?a. El sur del sur. El sol. Todo estaba programado. Aqu¨ª lleg¨® el 24 de octubre de 1984. Exactamente 20 a?os despu¨¦s de abandonar Lima en un carguero rumbo a Francia (igualito que Mart¨ªn Roma?a, su personaje de vida. exagerada). Era el 24 de octubre de 1964 y ten¨ªa 25 a?os.
Porque quer¨ªa escribir, y no sab¨ªa entonces cu¨¢nto, dej¨® Lima, su Lima natal, que tanto ama y tanto odia. Guard¨® sus t¨ªtulos de Derecho y Filosof¨ªa y Letras y dijo adi¨®s a los algodones, al banco del padre, a un, "Per¨² blanco y as¨¦ptico".
Han sido 28 a?os de peregrinaje urbano en pos de la escritura. Pero, como Mart¨ªn Roma?a, piensa: "Todas las ciudades son iguales no bien llego yo". ?De qui¨¦n es el problema? "De las ciudades", responde r¨¢pidamente. Yo soy muy observador, y noto la uniformizaci¨®n de todo, la vulgaridad, la violencia, la deshumanizaci¨®n. Pero soy un ser urbano".
A Par¨ªs lleg¨® lleno de ilusiones. Se abri¨® al mundo, aprendi¨®, ense?¨®, escribi¨® e hizo amigos. Y de Par¨ªs se fue, 16 a?os m¨¢s tarde, desasosegado y harto "de una ciudad metrificada", llena de porteras y de miedo. "A la ciudad luz", ha dicho a menudo, "se le hab¨ªan quemado los plomos". Por la noche su mente no dorm¨ªa creando historias, pero por el d¨ªa su cuerpo estaba demasiado cansado para trabajarlas. Bajo el brazo se llev¨® Un Mundo para Julius.
Montpellier, el sur, el sol, le vio. llegar "sano y feliz" all¨¢ por 1980. Tras cuatro a?os de "borrachera literaria" y de insomnios que le llevaron a una cl¨ªnica, quiso m¨¢s sur, m¨¢s sol. Carg¨® con La vida exagerada de Mart¨ªn Roma?a y se march¨® a Barcelona, adonde lleg¨® compungido: nada m¨¢s cruzar la frontera en el tren, una mano furtiva escogi¨® tres maletas de entre las cien del vag¨®n. Las suyas. Cargadas de manuscritos y valiosos recuerdos familiares.
Tierra de caballeros
Se acerc¨® por Madrid. Y se abrum¨®. Tra¨ªa sus sue?os respecto a Espa?a. "Muy rid¨ªculos y rom¨¢nticos: tierra de caballeros, sin esc¨¢ndalos, todo muy se?or". Y nada m¨¢s poner un pie en la ciudad le atracaron. Bueno, lo intentaron. En medio de su estupenda melopea hizo ver a los rateros el choque que eso supon¨ªa con sus expectativas de una Espa?a quijotesca. Las navajas se cerraron y las manos que las empu?anaban le abrieron la portezuela del taxi donde fue depositado por los conmovidos atracadores. El, a cambi¨®, les regal¨® su reloj, que, luego record¨® afligido, "estaba malogrado". No, no contactaba con la ciudad.Vuelta a Barcelona. All¨ª vio la luz El hombre que hablaba de Octavia de C¨¢diz. Y all¨ª se qued¨® hasta que Pilar se cruz¨® en su camino y... "Yo era el elemento transferible", dice con una sonrisa entregada. De nuevo el traslado a Madrid, por el tiempo en que publicaba La ¨²ltima mudanza de Felipe Carrillo.
?l no escogi¨® esta ciudad. Y, sin embargo, en Madrid ha logrado, a sus 53 a?os, la "adaptaci¨®n pac¨ªfica" a una ciudad. "Me he impuesto una disciplina y una vida reglamentada", dice.
Madrid significa casa y amigos. Aqu¨ª est¨¢ Pilar, aqu¨ª est¨¢n Pepe Esteban o ?ngel Gonz¨¢lez o Chus Visor... El mundo exterior no le interesa. Ha roto incluso con las sanas costumbres, como la de pasear por las noches. "En Barcelona lo hac¨ªa mucho. Aqu¨ª empec¨¦, pero me asaltaron tantas veces y he visto tales cosas -en esta esquina lincharon a un muchacho negro- que me compr¨¦ un remo y hago ejercicio en casa, media hora al d¨ªa".
Es un momento introspectivo. "Y muy feliz. Conmigo mismo y con mis amigos, que yo escojo". Para eso cuenta con su contestador autom¨¢tico, o con su propio desparpajo: "No, Alfredo est¨¢ de viaje", responde, sin que le tiemble la voz.
Reconoce que va al cine, y que toma alguna ca?a en un par de bares de su barrio, Chamber¨ª. ("?Copas? No, me dediqu¨¦ a la abstemia"). Y que sale por ah¨ª a comer fuera cuando y donde le llevan sus amigos. Y que va mucho a la oficina de Correos y a la librer¨ªa Visor, all¨¢ en Arg¨¹elles, donde pasa largos ratos. Y se acuerda del hotel Suecia, que le mostr¨® su amigo Carlos Barral, antes de que lo remodelaran y lo convirtieran en un hotel de esos donde nadie te dice "Buenos d¨ªas, Alfredo".
Lleva aqu¨ª cuatro a?os y no conoce la ciudad. S¨®lo cuando recibe la visita de alg¨²n amigo de fuera le, pregunta a Pilar "por los sitios conocidos".
Vivir como lime?o
Madrid no le gusta. Representa a una Espa?a nueva rica, ostentosa. Es Europa. Quiz¨¢ porque no le gusta se ha encerrado a escribir. O quiz¨¢ porque ha conseguido "escribir" ha preferido ignorar la ciudad.En realidad, en Madrid est¨¢ s¨®lo parte de su mundo. Lima es su origen, su cord¨®n umbilical. En Par¨ªs descubri¨® que escrib¨ªa como lime?o y en Madrid sigue estando en el mundo como lime?o. "Es estar con un miedo espantoso, con mucha cortes¨ªa que la gente aqu¨ª no entiende. Es tener muy dentro el cielo gris de Lima y esa humedad que todo lo corroe. Es una herida permanente, pertenecer a ese pa¨ªs alejado de la mano de Dios".
All¨ª vuelve de vez en cuando, pero es aqu¨ª, en Madrid, donde quiere establecerse definitivamente. "Creo que no voy a encontrar un sitio mejor". Y se queda pensativo, con su pelo indomable y sus ojos negros y ca¨ªdos, agazapados tras las gafas redonditas de concha, ah¨ª en su casa, en medio del inmenso Madrid. Da sensaci¨®n de fragilidad. Puede que sea porque es lime?o.
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