Las dos caras de un cl¨¢sico

Albert Collins se ha convertido en el guitarrista m¨¢s importante y significativo del blues tejano. La culpa la tiene, por un lado, la tr¨¢gica desaparici¨®n de Stevie Ray Vaughan, su rival m¨¢s directo. Por otro, la reactivaci¨®n que ha supuesto para su carrera incorporarse como artista invitado al staff de Gary Moore.Afortunadamente, Collins se ha negado a aprovechar estas circunstancias con descaro. Pudiendo haber dado un giro comercial a su carrera, se ha limitado a reforzar su banda y a actualizar su cach¨¦. Algunos dicen que es el mejor bluesman vivo. Posiblemente est¨¦n en lo cierto, puesto que ha creado un estilo propio y mantiene un buen directo. Pero su grandeza s¨®lo aparece de verdad cuando el guitarrista se ci?e a los palos cl¨¢sicos.

En Madrid realiz¨® una gran versi¨®n de Vaughan, cadenciosa y repleta de matices, y logr¨® momentos de alta tensi¨®n cuando se decidi¨® a usar unos tonos graves con los que parece re?ido. Con la cejilla en los trastes m¨¢s agudos aparece el Collins personal e inconfundible, que resulta tambi¨¦n el m¨¢s circense y hueco. Son las dos caras de uno de los ¨²ltimos mitos del blues moderno.