Bruce Springsteen entra en la memoria
Ya es historia. El primero de los conciertos del Bruce Springsteen del 92 en Barcelona forma parte de la memoria musical de una ciudad que ha podido verlo en cuatro ocasiones y que siempre ha acabado record¨¢ndolo por su capacidad de entrega f¨ªsica.Springsteen, el feliz padre y marido, el rockero oficial, la estampa estereotipada de la m¨²sica juvenil, volvi¨® a triunfar poniendo toda la carne en el asador. Dos horas y media de concierto, simpat¨ªa, ganas de hacerse entender que le llevaron a hablar en catal¨¢n y mucho sudor. Como en una clase de gimnasia.
Capacidad de contacto
Bruce Springsteen
Plaza de Toros Monumental, 3 de julio. Barcelona.
Los argumentos expuestos por Springsteen en una Monumental tan llena como entregada fueron los de siempre, tan obvios y previsibles que se acercan al t¨®pico. Escenario simple a m¨¢s no poder, juego de luces sencillo hasta extremos impensables en cualquier otro gran artista, simpat¨ªa personal y confianza ilimitada en su capacidad de contacto con el p¨²blico.Springsteen, tan sencillo que a veces descoloca, mantiene quiz¨¢ por esa caracter¨ªstica una penetraci¨®n en el p¨²blico de la que carecen muchos, y es ¨¦sta la gran diferencia. Sabe llegar a su audiencia como un chico normal al que los millones no han alterado el car¨¢cter. Parece un tipo aut¨¦ntico hasta el extremo que nadie se pregunta si en verdad lo es. Un m¨¦rito indiscutible.
Para que nada falte en esa imagen de absoluta felicidad, incluso Patti Scialfa sali¨® para trinar con su querido marido un par de canciones de amor. Antes Scialfa chupaba segundo plano, pero ahora la reina del coraz¨®n del duro s¨®lo aparece en escena en plan estelar.
Y como si de Romina Power y Albano se tratase, Bruce y Patti se miraron como tortolitos, unieron sus encuerados cuerpos junto al micro, pusieron cara de pensar en sus reto?os y la plaza suspir¨®. El matrimonio es felicidad, los hijos una bendici¨®n, y como Springsteen y Scialfa van de cuero rockero nadie pens¨® que puedan ser tan cursis como otras c¨¦lebres parejitas.
Claro que no hubiese estado de m¨¢s que toda esta panoplia de buenos sentimientos hubiese venido refrendada por un discurso musical menos modesto y un sonido m¨¢s ambicioso. Se tem¨ªa que el nuevo grupo del boss no estuviese a la altura de su l¨ªder, y as¨ª fue.
La sombra de la E Street Band plane¨® en todo momento sobre el coso, y ni el pretendido vigor guitarrero de sus nuevos acompa?antes hizo que se olvidase a sus antiguos compa?eros de viaje. Ahora bien, lo que s¨ª funcion¨® tal y como el boss planeaba fue la intenci¨®n negroide de sus cinco coristas, que apuntalaron a base de soul y gospel los estribillos de buena parte del repertorio.
Viejos ¨¦xitos
Por otro lado, y tal y como se pod¨ªa esperar habida cuenta de la escasa relevancia de sus nuevas canciones, Springsteen ha ido introduciendo en su repertorio una creciente cantidad de viejos ¨¦xitos.Am¨¦n de The river, verdadera sorpresa en el recital barcelon¨¦s, fueron pasando por escena temas como Born in the USA, Darkness on the edge of town, Glory days, My hometown, Hungry heart, Working on the highway y al final Born to run. En definitiva, a base de ir intercalando nuevas y viejas piezas, el rockero oficial de la industria mantuvo el ritmo de un concierto que de otra forma podr¨ªa haber peligrado ante tanta clonaci¨®n de ¨¦xitos de anta?o.
Ahora bien, pese a que Springsteen es ya un artista previsible, facil¨®n y hoy por hoy incapaz de superar su propio list¨®n, hay que volver a descubrirse ante su talento para comunicar.
No convencer¨¢ a nadie m¨¢s que no est¨¦ convencido, pero sus aficionados dif¨ªcilmente le abandonar¨¢n. Ofrece lo que de ¨¦l se espera, y se esfuerza en cada uno de sus conciertos. A pesar de todos los pesares, Barcelona le recordar¨¢. Es su gran m¨¦rito. ?se y una buena colecci¨®n de viejas, formidables y memorables canciones.
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