Las ballenas
NO SE han apagado los ecos de los discursos conservacionistas de la Cumbre sobre la Tierra en R¨ªo de Janeiro y algunos pa¨ªses ya han puesto de manifiesto su voluntad de llevarlos a la pr¨¢ctica: ninguna. La ocasi¨®n ha sido la asamblea anual de la Comisi¨®n Ballenera Internacional (CBI), celebrada en Glasgow (Reino Unido), para decidir la continuidad de la moratoria internacional acordada en 1986 para poner freno a uno de los ejemplos de abuso de la naturaleza m¨¢s detestables: la caza comercial de ballenas.El pulso entre los partidarios y los contrarios a la pr¨®rroga de la moratoria ha concluido con la victoria de los ¨²ltimos, aunque los primeros hayan obtenido, concesiones: la caza se reanudar¨¢ en 1993, afectar¨¢ s¨®lo a la especie de ballena menos escasa por ahora -el rorcual aliblanco- y se respetar¨¢n los escasos ejemplares que sobreviven de las especies pr¨¢cticamente esquilmadas, como la ballena azul, cuya poblaci¨®n cay¨® de 250.000 a s¨®lo 500 ejemplares en 1989.
Pero los pa¨ªses balleneros m¨¢s beligerantes -algunos se han comportado como furtivos de la mar durante la moratoria- no han quedado satisfechos. Quieren empezar la caza ya, aunque ello implique romper reglas y echar por la borda compromisos. No otra cosa significar¨ªa la decisi¨®n de Noruega, Jap¨®n, Islandia y alg¨²n otro pa¨ªs de fundar una organizaci¨®n paralela a la CBI como tapadera seudolegal de su postura anticonservacionista. Estas naciones alegan que la actual poblaci¨®n de rorcuales aliblancos -unos 760.000 en la Ant¨¢rtida y otros 100.000 en el Atl¨¢ntico- es ya demasiado abundante. Pero esto es justamente lo que no est¨¢ en absoluto claro: si seis a?os son suficientes para que esta especie se recupere de las matanzas masivas de las ¨²ltimas d¨¦cadas y pueda afrontar las futuras sin riesgo de extinci¨®n.
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