El socialismo de los ciudadanos
Es la hora de hablar de las mujeres y los hombres de carne y hueso, afirma el articulista. Es el momento de ofrecer a la sociedad un nuevo socilismo: el socialismo de los ciudadanos. Esta nueva formulaci¨®n, agrega, debe girar en torno a los conceptos de responsabilidad, esfuerzo y cooperaci¨®n.
"La mayor¨ªa de las tesis doctorales no son m¨¢s que un traslado de huesos de un cementerio a otro" Frank J. Dobie. En el debate pol¨ªtico circulan a¨²n bastantes huesos viejos y ser¨ªa muy ¨²til prescindir de ellos para abordar a fondo los problemas de carne y hueso que nos plantea la sociedad actual, cada vez m¨¢s viva y compleja. Debemos aprender de la historia: en los pa¨ªses de nuestro entorno y desde la Revoluci¨®n Francesa hemos visto enterrar -sin posibilidad de resurrecci¨®n- al Estado absoluto y al liberalismo doctrinario. Europa, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, enterr¨® tambi¨¦n los totalitarismos en sus formulaciones de nazismo y comunismo, para satisfacci¨®n de cuantos compartimos la causa de la democracia y la libertad.
La experiencia debiera ponernos sobre aviso de los peligros de los nacionalismos, tanto en sus versiones extremas, expansionistas o reduccionistas que suponen una grave amenaza para la paz y la estabilidad, como en sus versiones m¨¢s suaves de tendencia esencialista y homogeneizadora que cuestionan el pluralismo social y los derechos de las minor¨ªas. En una sociedad abierta e independiente surge un nuevo concepto de ciudadan¨ªa que pone en evidencia las limitaciones de los nacionalismos.
Tambi¨¦n la socialdemocracia tradicional, que durante d¨¦cadas constituy¨® una exitosa versi¨®n del socialismo democr¨¢tico, debiera someterse a una profunda revisi¨®n, pues los recientes cambios en el escenario social exigen respuestas nuevas e inmediatas. Por una parte, la crisis econ¨®mica caracterizada por una crisis de oferta derivada de las nuevas condiciones de competitividad en una econom¨ªa mundial, y por otra, la crisis fiscal ocasionada por factores de coyuntura y por la existencia de techos claros a la presi¨®n fiscal, plantean la necesidad de reestructurar el gasto y de reflexionar sobre el nuevo papel del Estado.
Ha nacido una nueva sociedad m¨¢s compleja y equilibrada que abre nuevas dimensiones al debate, reclama la asunci¨®n directa de nuevas tareas, y no encaja en la visi¨®n simplista de la lucha de clases.
Mundo en relieve
Willy Brandt dice en sus memorias que la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn pone fin a un mapa del mundo bicolor, en blanco y negro, e inaugura otro en relieve. Lo cierto es que en estos tiempos ya no esposible operar con ide?og¨ªas y con simplificaciones, sino con ideas y propuestas pegadas a la realidad, a las necesidades concretas y al debate sobre prioridades.
Hoy las grandes palabras como mercado, Estado, naci¨®n o clases ya no pueden ser el objetivo central de nuestras discusiones. Ha llegado la hora de los ciudadanos; la hora de hablar de las mujeres y los hombres de carne y hueso. Es el momento de ofrecer a esta nueva sociedad un nuevo socialismo: el socialismo de los ciudadanos, capaz de llenar de contenido la construcci¨®n de una nueva ciudadan¨ªa en una nueva sociedad. Un socialismo como proyecto de proyectos, pragm¨¢tico e inconformista, es decir, una nueva etapa del socialismo democr¨¢tico.
La Espa?a actual es muy distinta de la de 1982 y podemos sentimos leg¨ªtimamente orgullosos del esfuerzo realizado. Sin embargo, no se trata de repetir el pasado, sino de dar el impulso preciso para crear el nuevo futuro, aunque s¨®lo sea porque en ese futuro hemos de vivir el resto de nuestros d¨ªas. Estamos adem¨¢s en buena situaci¨®n. Nuestro patrimonio es el de haber cumplido siempre con nuestros deberes y no habernos relajado. No podemos caer ahora en el riesgo de aflojar y comenzar a hacer concesiones. Est¨¢ demostrado que es posible una democracia estable, gobernable y eficaz, pero podemos ir m¨¢s all¨¢, y para ello tenemos un nuevo proyecto que plantea dos grandes objetivos para 1997: construir la uni¨®n europea y realizar la convergencia.
Queremos construir Europa y una ciudadan¨ªa europea, como exigencias inexcusables si deseamos tener autonom¨ªa y progreso. En una sociedad abierta como la actual, la independencia es un mito. Quien quiera autonom¨ªa deber¨¢ organizar la interdependencia. S¨®lo se puede imaginar el progreso a trav¨¦s de un espacio continental que no se plantee ser una mera fortaleza de bienestar, sino que irradie un nuevo impulso de cooperaci¨®n en la sociedad internacional. Sin uni¨®n europea, s¨®lo nos restar¨¢ dependencia y, a la postre, decadencia.
El plan de convergencia es un gran proyecto nacional y, al tiempo, una pieza importante para el propio ¨¦xito de la uni¨®n europea. Nuestra sociedad entiende perfectamente que no se trata s¨®lo de un proyecto de convergencia nominal, sino que es un planteamiento para la convergencia real de nuestras condiciones de vida con las de los pa¨ªses m¨¢s avanzados.
Habr¨¢ que procurar la mayor colaboraci¨®n institucional, pol¨ªtica y social con los empresarios y los sindicatos, pero incluso si no se consiguiera habr¨ªa que seguir adelante, porque renunciar a la convergencia ser¨ªa tanto como renegar de nuestras responsabilidades ante los ciudadanos.
Anteriormente se ha hecho referencia a la necesidad de reformular el socialismo en base al concepto de ciudadan¨ªa. Esta nueva formulaci¨®n debe girar en torno a los conceptos de responsabilidad, esfuerzo y cooperaci¨®n. Para ello es preciso reflexionar sobre la triple exigencia que debe configurar nuestro proyecto: cohesi¨®n, pluralidad y apertura.
Necesitamos un partido cohesionado alrededor de un proyecto com¨²n. La relaci¨®n de los socialistas con este proyecto com¨²n debe ser de participaci¨®n y de identificaci¨®n, m¨¢s que de adhesi¨®n. La cohesi¨®n requiere un intento permanente de consenso entendido como esfuerzo cotidiano, m¨¢s all¨¢ de los objetivos puntuales de un congreso. La cohesi¨®n debe basarse m¨¢s en la responsabilidad que en la disciplina, porque la responsabilidad es algo interno y la disciplina, en sentido vulgar, no es m¨¢s que una exigencia externa. Si la disciplina prevaleciera sobre la responsabilidad y el consenso, podr¨ªa llegarse a la negativa conclusi¨®n de que "en nuestro tiempo hay demasiadas se?ales indicadoras y ning¨²n destino".
Este es un debate importante desde el punto de vista democr¨¢tico. En ocasiones se cuestiona si las democracias pueden ser gobernables debido a los desequilibrios que producen las crecientes demandas frente a las ofertas limitadas. Esta situaci¨®n justificar¨ªa -seg¨²n algunos- un neoautoritarismo basado en la disciplina. La receta democr¨¢tica, en cambio, debe situarse en la participaci¨®n, la responsabilidad y la voluntad de consenso.
Es, por tanto, el momento de hacer una vigorosa defensa de la pluralidad en la sociedad y en el seno de los partidos. La pluralidad no puede y a traducirse en un simple juego de mayor¨ªas y minor¨ªas. Debemos ser capaces de desarrollar f¨®rmulas m¨¢s ricas y complejas para seguir apostando por un partido de consenso.
Finalizo con la afirmaci¨®n de que lo esencial de nuestro proyecto es la apertura y lo que caracteriza la apertura es sumar. Hoy debemos, proponernos seguir sumando, no es el momento de retroceder a un socialismo de trincheras, sino de desplegamos a cielo abierto para renovar nuestros compromisos con tantos ciudadanos que nos han venido acompa?ando, y para ser capaces de ofrecer nuevas alianzas hacia nuevos sectores de nuestra sociedad que est¨¢n dispuestos, como nosotros, a situar a Espa?a entre los pa¨ªses m¨¢s avanzados de Europa.
es secretario general del Partido de los Socialistas de Galicia-PSOE.
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