Las miradas rebeldes de Burroughs, Tom Waits y Robert Wilson se cruzan en 'The Black Rider'
El espect¨¢culo se representa hoy en el teatro Central
"Somos hombres y artistas diferentes, pero nos une el recuerdo de una tierra com¨²n: el medio oeste americano". Robert Wilson (Tejas, 1943) explica de esta manera el tri¨¢ngulo art¨ªstico y geogr¨¢fico formado entre el m¨²sico Tom Waits (California, 1949), el incatalogable escritor William S. Burroughs (Missouri, 1914) y ¨¦l mismo para el espect¨¢culo The Black Rider, que se estren¨® en Hamburgo en 1990 y que hoy se representa en el teatro Central de la Expo. Basado en un relato del siglo XIX de August Apel, la obra cuenta la historia de un hombre que vende su alma al diablo.
"El tono de voz, la m¨²sica, las fantas¨ªas y sobre todo el paisaje nos han influido de igual manera a los tres", contin¨²a Wilson, que desde hace dos d¨ªas est¨¢ encerrado en el teatro Central de la Expo -donde se representar¨¢ la obra durante tres noches- preparando una de las partes fundamentales de sus montajes: la luz.La colaboraci¨®n entre Burroughs, Waits y Wilson surgi¨® hace cuatro a?os, cuando el director traslad¨® a los dos artistas sus ideas en dibujos y en una cinta de v¨ªdeo. The Black Rider consta de 12 escenas creadas por Robert Wilson, 12 canciones compuestas por Tom Waits, 12 textos escritos por Burroughs y el trabajo de 12 actores del Thalia Theater de Hamburgo. "?sta es una obra exagerada, llena de humor y colores", cuenta Wilson, que ha convertido al diablo -el jinete negro- en un personaje gracioso y a sus v¨ªctimas en personajes rid¨ªculos. "La obra tiene que ver con muchas cosas pero quiz¨¢ sea el expresionismo alem¨¢n lo m¨¢s evidente", a?ade el director, que niega la influencia del cine en su trabajo aunque para ¨¦ste haya recurrido a la filmograf¨ªa alemana de los a?os veinte.
Wilson no aprendi¨® a hablar hasta los siete a?os. A los 20 a?os adopt¨® a Raimond, un sordomudo de 14 a?os que se encontr¨® abandonado en la calle y con el que mont¨® su primera obra: La mirada del sordomudo. A?os m¨¢s tarde, adopt¨® a otro joven, Christopher, un autista. De ellos, dice, aprendi¨® a pensar con signos e im¨¢genes y a comunicarse mediante el ritmo. A Wilson, arquitecto y pintor, le cuesta hablar y por ello recurre a cualquier papel para explicarse con garabatos. "Todos mis trabajos se construyen de una forma arquitect¨®nica, matem¨¢tica y visual. Algo similar a como se compone la m¨²sica. Es natural que con el tiempo me haya arrimado a los musicales", dice el director, que a?ade: "Si he aportado algo al teatro es muchas horas dedicadas a la iluminaci¨®n. Aunque mi forma de contar las cosas de una manera estructural es lo m¨¢s importante de mi trabajo".
Babelia
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