Cambiar de h¨¢bitos
LA COMISI?N Europea acaba de dar a la publicidad el quinto programa de medio ambiente con el prop¨®sito declarado de propiciar un cambio de largo alcance en los h¨¢bitos de vida y consumo de los ciudadanos europeos. Se trata de un conjunto de recomendaciones y medidas legislativas y fiscales que contribuyan a paliar el deterioro medioambiental, patente en muchas regiones del continente y se?aladamente en Espa?a.Es notorio que el excesivo consumo de energ¨ªa, la emisi¨®n de gases procedentes de la combusti¨®n o de determinados procesos industriales, la presi¨®n del turismo masivo sobre costas y espacios naturales, el despilfarro de agua potable y otras materias primas, as¨ª como la presi¨®n especulativa o la falta de cultura ciudadana en el respeto y el cuidado del entorno, est¨¢n produciendo destrozos dif¨ªcilmente reparables. Y no s¨®lo en los pa¨ªses pertenecientes a la Comunidad, ya que muchos de los efectos negativos se propagan m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras, afectando a pa¨ªses y poblaciones que no son responsables ni beneficiarios de las actividades causantes de esos efectos.
Lo que subyace a las propuestas de la Comisi¨®n es un cambio dr¨¢stico en nuestras relaciones sociales y con el medio ambiente. Cuestiones tan asumidas por los ciudadanos como el calendario de vacaciones o el uso y abuso del veh¨ªculo privado han de ser modificadas si queremos seguir manteniendo un desarrollo compatible con una calidad medioambiental m¨ªnima. 0 una nueva pol¨ªtica fiscal que tenga en cuenta el uso excesivo y muchas veces innecesario de materias primas o energ¨ªa, o la emisi¨®n de desechos o gases a la atm¨®sfera. Lo que est¨¢ en discusi¨®n es, pues, la prevenci¨®n de fen¨®menos que se manifiestan de modo incipiente ahora, pero que pueden llegar a ser extremadamente graves si no se toman ya las medidas adecuadas. Este aspecto de la cuesti¨®n presenta dificultades a?adidas que exigen actuar en diversos frentes.
En primer lugar es necesario disponer de m¨¢s ciencia y cient¨ªficos que sean capaces de estudiar y prever el comportamiento del entorno frente a las actividades humanas que inciden sobre ¨¦l. En segundo lugar, los cambios evocados en el documento de la Comisi¨®n Europea no pueden imponerse ¨²nicamente mediante nuevas leyes, impuestos o sanciones. Es precisa una labor de educaci¨®n c¨ªvica generalizada que convenza a los ciudadanos de la necesidad de cambiar sus modos de pensar y de actuar. Como lo es tambi¨¦n huir del catastrofismo, que, en definitiva, debilita la confianza en el mensaje medioambiental.
Por ¨²ltimo, recordar que, en el aspecto medioambiental, Europa es un oasis en comparaci¨®n con otras regiones del globo en las que la desertificaci¨®n, la falta de agua o de alimento y la contaminaci¨®n se a?aden a la pobreza y a la enfermedad generalizadas. En los pa¨ªses m¨¢s pobres, ni siquiera es posible concebir medidas similares a las que se comentan; la simple supervivencia es el problema n¨²mero uno. Europa no debe encastillarse en la construcci¨®n de una sociedad pr¨®spera con altos niveles de calidad de vida, olvidando al resto del mundo, cuyas dificultades repercutir¨¢n inevitablemente a la larga sobre su propio bienestar.
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