La telara?a informativa
JOS? ANTONIO MART?N PALL?NSilenciosamente, como un felino al acecho, se va deslizando por los corredores del palacio legislativo la Ley Org¨¢nica de Regulaci¨®n del Tratamiento Automati zado de los Datos de Car¨¢cter Personal, sostiene el autor de este art¨ªculo, para quien no se ha fijado suficientemente la atenci¨®n en su trascendencia.
Arropada por la Ley de Seguridad Ciudadana y envuelta en los pa?os informativos que proporciona la actualidad, apenas ha suscitado, la reacci¨®n de grupos aislados que pugnan por llamar la atenci¨®n de los ciudadanos y de los poderes p¨²blicos sobre los peligros de las redes inform¨¢ticas.Puede resultar excesivamente dram¨¢tico abordar la incidencia de las nuevas tecnolog¨ªas en la vida y las libertades, llamando la atenci¨®n sobre los peligros de su monopolizaci¨®n al servicio del inter¨¦s pol¨ªtico y econ¨®mico.
Una afirmaci¨®n tan rotunda como gen¨¦rica puede ser tachada de maximalista. Todos nos hemos acostumbrado a una convivencia natural y pac¨ªfica con la abundante quincaller¨ªa inform¨¢tica. Estos fascinantes cacharros anulan la fuerza de los mensajes pesimistas, convirti¨¦ndolos en proclamas inoperantes o alarmismos de dudoso fundamento.
Sin entrar en m¨¢s reflexiones, lo cierto es que el dominio de la tecnolog¨ªa inform¨¢tica permite a los poderes pol¨ªticos y a los grupos financieros e industriales tener acceso a un caudal informativo, -te¨®ricamente ilimitado- que desplaza los tradicionales centros de poder pol¨ªtico.
La inform¨¢tica aporta a la sociedad un instrumento insustituible para recoger, almacenar, clasificar, racionalizar y proporcionar datos e informaciones ¨²tiles y necesarias para la gesti¨®n, tanto del sector p¨²blico como del privado.
El ordenador puede limitarse a proporcionar los datos registrados con arreglo a las necesidades de su titular, pero, al mismo tiempo, est¨¢ en disposici¨®n de transmitir todo el caudal informativo a todos aquellos a los que pueda interesar o convenir para sus fines. Los actuales sistemas de telecomunicaci¨®n proporcionan el veh¨ªculo adecuado para difundir el contenido de una memoria magn¨¦tica.
La aparici¨®n y desarrollo de la microelectr¨®nica ofrece, por ¨²ltimo, unas posibilidades de diseminaci¨®n y vulgarizaci¨®n de los sistemas de ordenaci¨®n y registro de datos que permiten su oferta a bajo costo. Por otro lado, la creciente multiplicaci¨®n de los v¨ªdeo terminales permitir¨¢ a muchos particulares acceso directo a determinados bancos y centros de documentaci¨®n.
No obstante ' el costo que supone la creaci¨®n de un sistema informatizado de datos no permite que todos los sectores sociales tengan la posibilidad de explotarlos, y s¨®lo los grandes n¨²cleos de poder econ¨®mico y los organismos de la Administraci¨®n del Estado pueden utilizar bancos de datos y sistemas informatizados que contengan informaci¨®n sobre gran n¨²mero de ciudadanos.
La tecnolog¨ªa se convierte as¨ª en un instrumento al servicio del poder. La tecnolog¨ªa es poder o, si se prefiere, sirve al poder dot¨¢ndole de unas posibilidades de informaci¨®n insospechadas. El control de los centros de poder econ¨®mico y pol¨ªtico, unido a las posibilidades de la maquinaria inform¨¢tica, sit¨²a al poder, en unas cotas de predominio nunca alcanzadas en la historia. La t¨¦cnica, como todo medio instrumental, puede ser puesta al servicio de una idea o de un sistema pol¨ªtico determinado.
Libertades en juego
A los ciudadanos corresponde desarrollar y perfeccionar la tecnolog¨ªa; a los pol¨ªticos decidir y escoger entre sus posibilidades alternativas. Los cient¨ªficos nos marcar¨¢n, en cada fase de su investigaci¨®n, los l¨ªmites de sus posibilidades t¨¦cnicas, pero el pol¨ªtico nunca puede dejarse llevar por la aparente neutralidad de los avances cient¨ªficos. Con su aplicaci¨®n, se pone en juego el futuro de la sociedad y los derechos y libertades de los ciudadanos.
Conscientes de este riesgo para los propios fundamentos del sistema democr¨¢tico, las sociedades m¨¢s estables y sensibilizadas han tratado de reaccionar abordando todos los aspectos -positivos y negativos- que se desprenden de la utilizaci¨®n de bancos de datos informatizados.
El proyecto de la ley espa?ola viene a llenar un vac¨ªo, pero su redacci¨®n actual suscita reparos. La clave de cualquier sistema de protecci¨®n radica en la posibilidad de controlar, de manera efectiva, los bancos de datos en poder de las administraciones p¨²blicas y de los grandes n¨²cleos del poder financiero. Esperemos que a lo largo del debate, el ¨®rgano de fiscalizaci¨®n y protecci¨®n -agencia de datos- cobre nuevas competencias y mayor autonom¨ªa.
es magistrado del Tribunal Supremo.
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