Manual de conducta
Un complejo sistema de prohibiciones y penalizaciones protege el orden de las etapas
?Qu¨¦ sucede si un grupo de escapados tropieza con un paso a nivel ferroviario bajado, y el pelot¨®n les alcanza? ?C¨®mo es posible que, entre 180 bicicletas y decenas de veh¨ªculos que transitan por estrechas carreteras de monta?a, el coche del director deportivo est¨¦ siempre junto a un corredor cuando ¨¦ste lo necesita? ?Est¨¢ permitido que un ciclista chupe rueda de otro cuando es doblado en una contrarreloj? El reglamento del Tour de Francia constituye un exigente manual de conducta plagado de penalizaciones -103 en total, con multas que van desde los 7 millones a las 7.000 pesetas- sin el cual el desarrollo de las etapas constituir¨ªa un peligroso caos. Cada uno lo sigue como puede.
El Tour es el Tour, y el que no lo entienda, que se quede en casa. Este podr¨ªa ser el lema que la organizaci¨®n de la carrera deber¨ªa enmarcar y exhibir para conocimiento de cualquier despistado. Nada ni nadie, sea instituci¨®n o persona f¨ªsica, est¨¢ por encima del Tour y su reglamento. Pedro .Delgado lo sabe bien: perdi¨® uno, el de 1989, por llegar tarde a la salida de la pr¨®logo. Aquel d¨ªa luc¨ªa el dorsal n¨²mero uno y ves t¨ªa de amarillo como vigente campe¨®n. No le sirvi¨® de nada. Unos minutos en el limbo le bastaron para extraviar una competici¨®n de tres semanas.As¨ª es el Tour, peculiar fiesta en la que ni siquiera puede uno marcharse sin permiso. Cualquier abandono injustificado supone la p¨¦rdida de toda ganancia y la retirada inmediata del saludo. El reglamento es tan detallado que incluso considera la expulsi¨®n de la carrera por actos indecentes (orinar ante los espectadores es una de las infracciones m¨¢s habituales entre los corredores), vandalismo (Armand de las Cuevas fue expulsado del Giro en 1991 por pelearse con un colombiano) y aprovechamiento de los pasos fronterizos para traficar con divisas o cometer cualquier otro fraude. Tres comisarios internacionales, dos jueces en las llegadas, cuatro cronometradores, seis comisarios motorizados, otro en el coche escoba y un inspector m¨¦dico garantizan el respeto a la ley.
El severo entramado legal comienza a funcionar a primera hora de la ma?ana y no concluye hasta la entrega de premios. Eso quiere decir que cada corredor debe conocer una serie de obligaciones formales que contribuyen a la imagen del Tour. Por ejemplo acudir a firmar antes de tomar la salida. Por ejemplo, acudir a la conferencia de prensa si ha ganado la etapa o. es el nuevo l¨ªder.
Las escapadas, por parad¨®jico que parezca, son una cuesti¨®n tan imprevisible como controlada. Cuando uno o varios corredores abandonan el pelot¨®n es preciso una diferencia de 1.30 minutos como m¨ªnimo para que los coches de los directores deportivos puedan alcanzarles. De no ser as¨ª, una moto oficial se encarga de bloquearles y los huidos son atendidos, llegado el caso, por las asistencias m¨¦dicas y mec¨¢nicas de la carrera.
Pasos a nivel
Los pasos a nivel ferroviarios tambi¨¦n tienen su historia. Ning¨²n corredor puede superar un paso cerrado. De hacerlo, ser¨ªa expulsado de la carrera. Si uno o varios escapados se encuentran con la barrera bajada y ¨¦sta se levanta antes de la llegada del gran grupo, el hecho es considerado como un incidente de la etapa y no se toma medida alguna. Ahora bien, si los escapados llevan m¨¢s de 30 segundos de diferencia y son alcanzados por el gran grupo, la etapa es neutralizada y se da una nueva salida, respetando dicha ventaja. Finalmente, si un corredor supera la v¨ªa justo antes de que la barrera baje y deje atrapados a todos los dem¨¢s, mejor para ¨¦l, pues el hecho no merece consideraci¨®n para los comisarios.
La afici¨®n espa?ola recuerda con especial satisfacci¨®n la con trarreloj de Mil¨¢n, durante el Giro de Italia, en la que Miguel Indur¨¢in dobl¨® al italiano Claudio Chiappucci de forma soberb¨ªa. Chiappucci, reanimado, mantuvo la rueda del navarro y evit¨® un rid¨ªculo may¨²sculo. En el Tour no habr¨ªa podido. El re glamer¨ªto impide al doblado chupar rueda de su rival y le obliga a separarse de ¨¦l como m¨ªnimo dos metros en el momento de ser so brepasado. Una vez superado, la distancia m¨ªnima que tendr¨¢ que m¨¢nteneres de 25 metros. La ayuda entre corredores est¨¢ ab solutamente prohibida y cual quier avituallamiento o repara ci¨®n debe hacerse con la bicicleta parada. Habituales son ' las im¨¢genes de un. corredor siendo auxiliado desde un veh¨ªculo en marcha. La maniobra tiene un precio: para que alguien sea auxiliado, m¨¦dica o mec¨¢nicamente, deber¨¢ dejarse caer hasta la cola del grupo en que se encuentre, ya sea de cinco o cien corredores.
Orden de tr¨¢fico
Cada equipo dispone de dos veh¨ªculos durante una etapa, conducidos, respectivamente, por el director deportivo y su adjunto. En ellos viaja siempre un mec¨¢nico y material de recambio: cinco bicicletas completas, cinco ruedas traseras y cuatro delanteras. La posici¨®n de los coches es estricta: siempre detr¨¢s de los de la direcci¨®n de carrera y. del servicio m¨¦dico, ordenados seg¨²n la posici¨®n en la general del primer corredor del equipo. 200 metros m¨¢s atr¨¢s marchan los adjuntos en similar formaci¨®n. Por descontado, el intercambio de bicicletas o material s¨®lo est¨¢ permitido entre corredores de un mismo equipo.
Los coches s¨®lo pueden romper la caravana para atender a alg¨²n corredor o seguir a un escapado previo aviso del locutor de Radio Tour o de alg¨²n comisario' de la carrera. Despu¨¦s de la intervenci¨®n, el veh¨ªculo debe volver a su posici¨®n inicial. El pentacampe¨®n franc¨¦s Bernard Hinault asiste en carrera a los directores deportivos.
El avituallamiento tambi¨¦n merece su c¨®digo. Puede ser de dos tipos: permanente, en un sitio indeterminado a partir del kil¨®metro - 50 y antes de los 20 ¨²ltimos, o desde el coche. Si los corredores est¨¢n escapados, cada uno de ellos puede ser avituallado en la cola del grupo. Si los huidos son m¨¢s de 15, se les considera como un nuevo pelot¨®n, por lo que el necesitado deber¨¢ descolgarse hasta la posici¨®n del coche de su director deportivo. En ninguna de esta operaciones el corredor puede dejarse arrastrar por el autom¨®vil, ni aprovechar la aspiraci¨®n de ¨¦ste.
As¨ª de estricto es el Tour. Tanto que no le tiembla la mano para expulsar a un corredor por no subirse a un avi¨®n de la organizaci¨®n (como sucedi¨® hace un a?o con Zimmermann hasta que un plante de los corredores le devolvi¨® a la carrera).
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