La m¨¢s refinada elegancia francesa flot¨® por encima de la arena de La Maestranza
18 modistos parisienses mostraron 300 creaciones en el D¨ªa de Francia en la Expo
Sobre una pasarela color albero y la luna llena de fondo 30 maniqu¨ªes pasearon el lunes por la noche, sin tocar el polvo de la plaza de toros de la Maestranza, 300 dise?os firmados por los 18 modistos m¨¢s famosos de Francia. Christian Dior, Givenchy, Lacroix, Emanuel-Ungaro, Per Spook, Montana, Guy Laroche, Paco Rabanne e Yves Saint Laurent, entre otros, intentaron mostrar, con la ayuda de m¨²sica y fotograf¨ªas, la esencia de sus trabajos. Un gigantesco marco de color dorado encuadr¨® cada uno de los peque?os desfiles que intentaban convertir cada instante en un cuadro viviente.
Ayer Paco Rabanne ofreci¨® en La isla de la Cartuja -dentro de la semana para conmemorar la fiesta nacional gala- "su visi¨®n de Espa?a" con la ayuda de 71 dise?os. Mientras, 157 trajes del museo de Yves Saint Laurent ofrecieron en la entrada del pabell¨®n- franc¨¦s una retrospectiva del m¨¢s universal de sus creadores."Con esta colecci¨®n intento hacer un homenaje a de Espa?a", dijo ayer Rabanne, que vestido de negro y con barba blanca firmaba los pasaportes de la Expo como si fuera una estrella de cine. "Me gusta que Francia sea famosa por su alta costura", dijo una francesa de San Juan de Luz que acudi¨® al desfile de la Isla de la Cartuja.
La Carmen de Bizet, los volantes, el sombrero cordob¨¦s y el color rojo son para Rabanne las notas del esp¨ªritu espa?ol. Este modisto, nacido en San Sebastian hace m¨¢s de 50 a?os pero que siempre ha vivido en Francia, mostr¨®, adem¨¢s de sus creaciones espa?olas, su propuesta de una mujer guerrera e interplanetaria. Sobre un fondo gris desfilaron, los dise?os met¨¢licos, rectil¨ªneos y con colores fr¨ªos de Rabanne.
En las primeras filas
Pero en la plaza de toros de La Maestranza el donostiarra fue uno m¨¢s de los 18 modistos que presentaron sus creaciones, aunque s¨®lo Rabanne se desplaz¨® personalmente a Sevilla. El desfile comenz¨® a las 11 de la noche con la sobriedad de los trajes de Montana y termin¨® pasada la media noche con, nuevamente, La Carmen de Bizet para los legendarios modelos de Yves Saint Laurent. En las primeras filas -situadas en el albero de la plaza- se sentaron, con una rosa amarilla y un abanico negro, caras conocidas de las revistas del coraz¨®n que no quer¨ªan perderse el desfile de "sus amigos". La duquesa de Alba y su hija Mar¨ªa Eugenia (vestidas de Saint Laurent y Sybilla respectivamente); Beatriz de Orleans, que representa a la casa Dior en Espa?a; la modelo In¨¦s Sastre, que no desfil¨® porque "tengo que descansar"; la hija de los marqueses de Tamarit, Blanca Suelves y Pitita Ridruejo y su hija Ana Stinialopulus fueron espectadoras de honor, mientras que los tendidos se medio llenaron de j¨®venes sevillanas que repet¨ªan: Un lujo, esto es un lujo".Del blanco y negro de Montana se pas¨® a los estampados de Jean Charles Casteblajac que, sobre unos vestidos largos y vaporosos ha reproducido las caras de sus ¨ªdolos Maria Callas, Einstein, Edith Piaf, Jacqueline Onassis o Monalisa cubr¨ªan el cuerpo de las modelos como si fueran camisetas publicitarias.
Cada desfile pretend¨ªa ser un cuadro o recordar a alg¨²n famoso pintor. Pero a pesar de las referencias, por fotograf¨ªas, a Monet, Modigliani y Picasso, la m¨²sica y el cine fueron los recursos m¨¢s utilizados. El primer traje de Givenchy que apareci¨® en escena fue el mismo que Audrey Hepburn luci¨® para interpretar a la triste Holly Golliglily de Desayuno en Tiffany`s. El p¨²blico lanz¨® una gran ovaci¨®n al recordar a la bella y escu¨¢lida actriz. Pierre Balmain utiliz¨® como fondo de sus trajes mosaico los di¨¢logos de amor desesperado de las pel¨ªculas Johnny guitar, Al final de la escapada y Sayunara. Una y otra vez. se escuchaba la voz de un hombre, que en niguno de los casos era la de Sterling Hayden, Jean Paul Belmondo o Marlon Brando, que ansiosamente preguntaba: "?A cuantos hombres has tenido que olvidar?"; "Dime que siempre me has esperado"; "Dime algo agradable"; "Mi vida sin t¨ª no tiene sentido, ?quieres casarte conmigo?". Ninguna voz femenina contest¨®. La respuesta la daban los trajes.
Guy Laroche hizo referencias al cine negro norteamericano y a la actriz Ingrid Bergman. Y Nina Ricci, con delicados tut¨²s y zapatillas de ballet, acudi¨® a su cita en el teatro con El lago de los cisnes. Kenzo no neg¨® sus or¨ªgenes ¨¦tnicos y Per Spook demostr¨® que un vestido tambi¨¦n puede volar aunque no corra ni una peque?a brisa, como ocurr¨ªa en la sofocante noche sevillana del lunes.
Christian Dior permaneci¨® fiel a sus cl¨¢sicos vestidos de noche blancos de cr¨¨pre corseteado. Pero el m¨¢s torero fue Christain Lacroix que, fiel al espacio en el que se encontraba, mostr¨® a ritmo de pasodoble sus trajes de luces goyesco. Lacroix reivindic¨® la peineta andaluza con plumas de avestruz y todos los colores posibles para vestir los pies.
El desfile termin¨® con la fotograf¨ªa de una catedral de fondo, la versi¨®n acid de Carmina Burana y las 30 maniqui¨¦s sobre el escenario. Los trajes de novia de cada uno de los 18 dise?adores cerraron el espect¨¢culo. Chantal Thomas present¨® a la novia dentro de una jaula, Laroche a la novia minifaldera y floreada e Yves Saint Laurent le coloc¨® una corona a la suya. Cuando el desfile termin¨® algunas mujeres recordaron que ya hab¨ªan visto estas colecciones en Par¨ªs y un sevillano cincuent¨®n coment¨®: "Yo he echado de menos a Thierry Mugler, pero claro, ese est¨¢ en otra onda m¨¢s figurativa".
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