Un sombrero sin cabeza

La oferta de los canadienses empez¨® con un debil¨ªsimo ballet de Morris, un seguidor de las excentricidades de Twyla Tharp, pero sin su inventiva, que intenta acercarse al ballet de concepto sinf¨®nico con elementales ejercicios de cuarto a?o de carrera.Lo mejor bailado de la noche, y tambi¨¦n como creaci¨®n lleg¨® con Na floresta, otro Duato de serie, bien facturado y donde los bailarines, de un nivel medio a bajo, estuvieron m¨¢s sueltos y c¨®modos. Nacho Duato vuelve a Kilian literalmente a trav¨¦s de las f¨®rmulas y combinaciones de siempre, articuladas esta vez a tiempo de bossa nova. En sus obras recientes el valenciano camina hacia una reafirmaci¨®n estil¨ªstica con una peligrosa repetici¨®n de estructuras.

Muy esperado este Sombrero, y a tal expectaci¨®n, tal fiasco. Sobre la pol¨¦mica del traslado del Guernica, se suma la gravedad de la violencia ejercida por el dise?ador de turno sobre los originales de Picasso. Desde la desaparici¨®n de la compa?¨ªa de Diaghilev, la obra permanece en repertorio. Primero fue el Coronel de Basil (1934), despu¨¦s Montecarlo (1938) y en 1943 el Ballet Theatre de Nueva York. Actualmente tienen en repertorio esta obra el Joffrey (1969), las ¨®peras de Viena (1964) y Par¨ªs (1992) y el English National Ballet (1973) y Teatro de La Scala (1957). Tambi¨¦n los ballets nacionales de Espa?a y Cuba poseen producciones con los dise?os de Picasso y coreograf¨ªa de Jos¨¦ Antonio. En todos los casos anteriores, menos Par¨ªs, el propio Massine particip¨® en los montajes, muchas veces ayudado por su hija Tania. Antonio Ruiz Soler, por su parte, en 1974 hizo su propia versi¨®n sobre la original y conservando algunos fragmentos.

Han faltado siete d¨ªas para que el deb¨² madrile?o de este. Sombrero ap¨®crifo (nadie firma la comprometida reposici¨®n) fuera a los 73 a?os exactos del estreno londinense de 1919, y en la sala estaban varias personas que. hab¨ªan trabajado personalmente con Massine (Pilar L¨®pez, Alicia Alonso).

Lo visto es una usurpaci¨®n bochornosa (en parte perpretada con dinero p¨²blico espa?ol), que no tiene por d¨®nde ser justificada. Conc¨¦dase finalmente la duda a la leyenda. A lo mejor Tamara Kars¨¢vina, cuando estren¨® el ballet tampoco ten¨ªa mucha idea de lo que era una vuelta de pecho o un desplante, pero, tal como apunta Buckle a ra¨ªz de aquel Sombrero, la frase de Jean Cocteau, "m¨¢s aut¨¦ntico que lo aut¨¦ntico", viene a colaci¨®n.