Inteligencia superior
Para Bobby McFerrin debe ser tan natural pisar un escenario como entrar en su propia casa. Ni las bater¨ªas de focos ni los ojos del p¨²blico, clavados en ¨¦l durante toda la sesi¨®n, parecen intimidarle lo m¨¢s m¨ªnimo. Sale desvalido como el David b¨ªblico y le acierta a cualquier Goliat que pretenda resist¨ªrsele. Hab¨ªa un McFerrin, conocido s¨®lo en c¨ªrculos especializados, antes del c¨¦lebre Don't worry be happy, y hay un McFerrin universalmente popular despu¨¦s del inesperado ¨¦xito de tan inocua canci¨®n. Los dos han estado en Vitoria y los dos han conseguido la rendici¨®n incondicional del p¨²blico.
En solitario monta un espect¨¢culo que es voz y es gesto, que es sucesi¨®n imprevisible de recursos dosificados por una inteligencia superior de gusto exquisito. No hay sonido propio de persona, animal o cosa que no pueda reproducir y combinar para crear sobre la marcha una canci¨®n. En el ecuador del festival interpret¨® piezas con t¨ªtulo (Drive my car, Scrapple from the apple, Take the A train, Spain), pero reserv¨® m¨¢s de la mitad de su actuaci¨®n a improvisar estribillos, a crear ritmos contagiosos con asombrosas piruetas de su garganta y, en fin, a hacer part¨ªcipe al p¨²blico de su voz, que es cuerda y es tambor. En la primera parte actuaron las hermanas Katia y Marielle Labeque a d¨²o de pianos. Estuvieron correctas sobre un repertorio algo insulso basado en composiciones de Michel Camilo y John McLaughlin, y m¨¢s que notables en una espl¨¦ndida versi¨®n a cuatro manos del Rhythm-a-Ning de Thelonious Monk. Todav¨ªa fue mejor el popurr¨ª de propina sobre Gershwin.
Katia y Marielle Labeque y Bobby McFerrin
Gonzalo Rubaicaba Tr¨ªoPolideportivo de Mendizorrotza. Sala Araba. Vitoria, 16 de julio.
Tambi¨¦n dio la impresi¨®n de tocar a cuatro manos el pianista Gonzalo Rubalcaba en ese invento vitoriano que es la secci¨®n Jazz del Siglo XXI.
Babelia
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