El acabose
No hay festival de jazz que se precie que no incluya de vez en cuando una jornada dedicada al blues."El blues es el origen de todo", suelen decir los organizadores de estos acontecimientos para as¨ª justificar su programaci¨®n. Sin duda, es cierto lo que dicen, pero resulta sospechoso que programen siempre una sesi¨®n dedicada al blues urbano de maneras toscas y vol¨²menes atroces; porque ese blues es de ritmo machac¨®n, como el hacha de un talador y mon¨®tono como el ran ran del asno en la noria. Contratan, en fin, el blues m¨¢s comercial, que es precisamente al que el jazz no debe vasallaje alguno. Ni que decir tiene que el Polideportivo de Mendizorrotza se llen¨® a reventar, hasta la bandera.
Rachelle Ferrell, Buddy Guy & Band y B
B. King, Julian Joseph QuartetLugar: Pol¨ªdeport¨ªvo de Mendizorrotza. Sala Araba. Vitoria. D¨ªa 18 de julio.
Voz como un castillo
No fue, sin embargo, una cantante de blues la que abri¨® el evento. Rachelle Ferrell est¨¢ adscrita, por el momento, a algo que llamaremos fusi¨®n a falta de mejor t¨¦rmino. Si bien se especul¨® con que podr¨ªa cantar jazz, lo cierto es que posee una voz como un castillo, que hace ostentaci¨®n de negritud y se quiebra all¨ª donde las leyes del soul y del pop dictan; una voz que, a la vista de las nader¨ªas que escoge para lucirla, no se merece.Tras un largu¨ªsimo descanso, quien compareci¨® fue Buddy Guy y su banda, compuesta exclusivamente por m¨²sicos blancos de largas melenas rubias, que parec¨ªan directamente sacados de Woodstock.
A Guy, se le vio entregado, algo histri¨®nico y bastante despistado, pues con tanta imitaci¨®n de Jimmy Hendrix, John Lee Hooker y Eric Clapton, el tiempo acab¨® ech¨¢ndosele encima y tuvieron que avisarle y advertirle de que todav¨ªa le quedaba por dar la consabida vuelta por los grader¨ªos. Buddy Guy la dio sol¨ªcito y triunf¨®, m¨¢s que Rachelle Ferrell, pero menos que el rey que iba a actuar despu¨¦s. Todo puesto de acuerdo con la escala jer¨¢rquica que siempre impera en este tipo de conciertos.
Se le censura al rey B. B. King lo acartonado que resulta su espect¨¢culo, lo medido que lo lleva todo y el mucho dinero que se embolsa por ha cer lo mismo de siempre. Todo esto es cierto, pero tambi¨¦n, lo es que B. B. King posee una grandeza en la voz y un duende en la guitarra que Buddy Guy, que es apreciado por otros gustos de estilo m¨¢s underground, ni siquiera podr¨ªa alcanzar a so?ar. El rey del blues hizo durante su actuaci¨®n en Mendizarrotza lo que sabe hacer bien, incluidas esas piezas lentas, re cogidas y hondas que le han ganado un hueco en la gran historia de la m¨²sica popular. Al fi nal, King acab¨® regalando in signias y cadenitas. Fue el acabose.
En total, la sesi¨®n de clausura de este Festival de Vitoria dur¨® ni m¨¢s ni menos que cinco horas y media, casi lo mismo que una jornada laboral normal y result¨® casi tan fatigosa como ¨¦sta. El poco jazz estuvo, en la sala Araba, donde el pianista brit¨¢nico Julian Joseph ofreci¨® en formaci¨®n de cuarteto una m¨²sica en¨¦rgica, basada en conceptos coltranianos, lo que es una apuesta fuerte por el jazz decidido. Es muy aconsejable que Vitoria mantenga la ilusi¨®n en este apartado del Jazz del siglo XXI, para salvar d¨ªas como ¨¦ste, por ejemplo.
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