Indur¨¢in opta por ganar la contrarreloj de Blois sin humillar a Chiapucci
Miguel Indur¨¢in sentenci¨® con generosidad. No hay en este mundo un contrarrelojista capaz de hacerle sombra. Gianni Bugno hizo un esfuerzo notable que le permiti¨® subirse al podio en el ¨²ltimo momento, pero qued¨® distanciado del triunfo en la etapa de Blois en cuanto el espa?ol apret¨® su acelerador. Queda como secreto del sumario si solt¨® el pedal para no rebasar a Claudio Chiappucci. Unos segundos separaron a ambos cuando el italiano hab¨ªa tomado la salida tres minutos antes. El Tour entra en la fase protocolaria. Par¨ªs presentar¨¢ el mismo podio de 1991 con la recompensa para Chiapucci de superar a Bugno.
Miguel Indur¨¢in hizo el esfuerzo justo para dejar las cosas en su sitio sin ofender a nadie. Evit¨®, o ¨¦sa fue la impresi¨®n, someter al italiano Claudio Chiapucci a una segunda humillaci¨®n. Y evit¨® que Gianni Bugno, compatriota, pero rival directo de ¨¦ste, pudiera rehabilitarse completamente con una victoria de etapa. Ha dado por sentado que es el mejor del momento, pero, desde luego, que es un contrarrelojista incomparable, sin posible competidor a estas alturas.La jornada no dibuj¨® el mismo destrozo que en Luxemburgo, pero Indur¨¢in mantuvo su autoridad. Su progresi¨®n, a diferencia de otras etapas, fue intencionada: primero, reserv¨® una parte de su esfuerzo y se mantuvo ligeramente por delante del mejor, en este caso Bugno; luego, apret¨® en 15 kil¨®metros para tomar distancias, y, finalmente, volvi¨® a menguar su marcha en cuanto tuvo a la vista a Chiapucci y fue consciente de que la victoria estaba al alcance de su mano.
Un puesto en el podio
La ¨²ltima contrarreloj sirvi¨®, sin embargo, para resolver un puesto del podio de Par¨ªs, el tercero. No era una posici¨®n clara y tampoco puede hablarse de que cualquiera de los candidatos a ocuparla hubiera hecho m¨¦ritos suficientes.El estadounidense Andrew Hampsten se aprovech¨® de que no es un favorito para sacar tajada en un par de escapadas monta?osas. El franc¨¦s Pascal Lino ha vivido durante dos semanas con cinco minutos de regalo. Los aficionados galos se inocularon unas cuantas dosis de chauvinismo durante unos d¨ªas a costa de este joven corredor. Tengan cuidado, les puede pasar como a Jean-Luc Leblanc hace un a?o. Francia no tiene un corredor con m¨¢s car¨¢cter que Laurent Fignon. Despu¨¦s de ¨¦l, el desierto. Y Bugno no ha hecho otra cosa que saltar de decepci¨®n en decepci¨®n.
En esa situaci¨®n, no parec¨ªa injusto que lo resolvieran cara a cara, es decir, con 64 kil¨®metros por delante.
Bugno estuvo ambicioso y su motivaci¨®n fue superior a la de cualquier otro corredor, dado que todas las posiciones menos la suya estaban ya adjudicadas. Recibi¨® bien pronto la inyecci¨®n moral que necesitaba, d¨¦bil como parece su car¨¢cter en los ¨²ltimos tiempos, y supo que tanto Hampsten como Lino le estaban abriendo camino. La comparaci¨®n con los tiempos de Indur¨¢in aumentaba su autoestima. Bugno lleg¨® lanzado a la meta, persiguiendo la sombra de Pedro Delgado, para quien la contrarreloj era un esfuerzo in¨²til: el segoviano era el sexto y el sexto va a terminar.
La trama final prescindi¨® del morbo que persegu¨ªan tanto los periodistas como la inmensa mayor¨ªa de los entusiastas seguidores que se hab¨ªan agolpado en las cunetas de la carretera o a orillas de la recta final. Todo el mundo, s¨ª, esperaba ver a Indur¨¢in adelantando a Chiappucci, pese a su retraso en la salida, tal y como hiciera en el pasado Giro.
Las apuestas no se pagaban a buen precio porque no es discutible si entre uno y el otro existe una diferencia inferior a los tres minutos en 60 kil¨®metros de un trazado m¨¢s bien suave. Se da por sentado. La cuesti¨®n era, por tanto, adivinar si en el pensamiento del l¨ªder entraba el deseo de venganza. No era el caso. Indur¨¢in no responde a los h¨¢bitos de conducta de otros grandes de tiempos pasados como el belga Eddy Merckx o el franc¨¦s Bernard Hinault. Su m¨¢xima es ganar amigos, no precisamente enemigos.
Los m¨¦ritos de Chiapucci
Chiappucci, orgulloso como buen italiano, habr¨¢ agradecido el gesto en su fuero interno. Podr¨¢ llegar a Par¨ªs con la cabeza bien alta y tras haberlo intentado en todos los terrenos y en todas las circunstancias.Tres podios consecutivos lleva este corredor en el Tour, un registro m¨¢s que digno. Su desgracia es haber encontrado en su camino un monstruo como Indur¨¢in. Algo tendr¨¢ que hacer el italiano para obtener el triunfo que lleva persiguiendo. Una de dos: o programa su calendario en funci¨®n de Indur¨¢in y corre donde no lo hace el navarro, como quiz¨¢ en el Giro de 1993, o logra convencer a los organizadores del Tour de que eliminen las contrarrelojes o las complementen con cronoescaladas y dise?en un trazado que recorra todas las cadenas monta?osas que circundan Francia.
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