R¨¦quiem para el 'Guernica'
Detesto la madrugada en la que el Guernica abandon¨® p¨²blicamente su lugar de ignominia para resurgir como el ave f¨¦nix y convertir su cenicienta presencia en consolidada amenaza para el futuro. Odio el pen¨²ltimo viaje del Guernica que retrasa su ¨²ltimo y triunfal viaje hacia la nada.Detesto el cami¨®n blindado y climatizado que frustr¨® mi ¨²ltima oportunidad de profanar la reliquia del santo del Guernica.
Odio la caja met¨¢lica en la que el Guernica recorri¨® "el kil¨®metro m¨¢s pol¨¦mico de la historia del arte contempor¨¢neo" hasta aposentarse de su nueva mansi¨®n piara servir de pernicioso ejemplo a futuras generaciones.
Desprecio la siniestra bacanal de la ¨²ltima noche del Guernica en la sucursal del Museo del Prado, la org¨ªa de fogonazos, su lenta peregrinaci¨®n, el despliegue de la fuerza armada que acompa?¨® el f¨¦retro del Guernica desde el mausoleo del Cas¨®n del Buen Retiro hasta la pecera del Reina Sof¨ªa.
Detesto que el Guernica no haya sido desmontado de su bastidor y enrollado una vez m¨¢s a fin de degradar definitivamente la pobre y ef¨ªmera materia con la cual fue pintado.
Odio la chapa met¨¢lica antibazoca colocada en los muros del museo y la luna de vidrio de 12 mil¨ªmetros de espesor que a la vez de proteger al Guernica permitir¨¢ a los espectadores contemplarlo solamente a una distancia de tres metros y medio.
Detesto al arquitecto sevillano Roberto Luna, cuya c¨¢mara acorazada continuar¨¢ protegiendo la danza obscena del Guernica.
Odio el escaparate de El Corte Ingl¨¦s del Guernica.
Desprecio el traslado del Guernica porque de esta forma dejar¨¢ de ser una pintura excesivamente sacralizada para convertirse solamente en un gran cuadro.
Odio el traslado del Guernica porque de esta forma nunca m¨¢s se volver¨¢n a adquirir otras obras de Picasso que al tiempo de arruinar al Estado sirvan para mostrar c¨®mo jam¨¢s se debiera haber pintado.
Detesto la estancia del Centro de Arte Reina Sof¨ªa denominada con acierto El Grano, situada en la segunda planta del museo, junto a la colecci¨®n permanente, que servir¨¢ de refugio a la gusanera del Guernica.
Detesto el traslado del Guernica a la central de autobuses MNCARS del Reina Sof¨ªa.
Detesto que muchos cuadros, famosos hayan cambiado de lugar en el pasado en contra de la voluntad de sus art¨ªfices, justific¨¢ndose de este modo el traslado del Guernica al ser propiedad del Estado. Desprecio el problema teol¨®gico del traslado del Guernica, la santificaci¨®n del Guernica, el culebr¨®n del Guernica, la ¨²ltima cena encapsulada del Guernica, el calcet¨ªn de quita y pon del Guernica. Detesto el ?Por Qu¨¦?, con may¨²sculas, planteado por el cr¨ªtico e historiador Francisco Calvo Serraller, defensor de inmundos artistas, quien propone retrasar la beatificaci¨®n del Opus Dei del Guernica, manifestando a un tiempo su rechazo de quienes se sirven de la cultura en lugar de servirla.
Detesto al arquitecto Francisco Rodr¨ªguez Partearroyo, quien se ha hecho famoso por abrir a golpe de piqueta dos huecos en el Cas¨®n del Buen Retiro para permitir la eclosi¨®n del carnaval del Guernica.
Odio los embellecedores del ascensor del Centro Reina Sof¨ªa que al ser desmontados han permitido la entrada en el museo de la pestilencia del Guernica.
Desprecio la insensatez de los pintores que han defendido el traslado del Guernica a su nueva penthouse con aire acondicionado, ya que de esta forma, al sentar precedente, pierden la oportunidad de legar sus propias obras al Museo del Prado.Detesto al ministro de Cultura, Jordi Sol¨¦ Tura, por obligar a los miembros del Patronato del Museo del Prado a votar a mano alzada, al modo de la dama de la derecha del Guernica, y no mediante votaci¨®n secreta, a fin de asegurarse un respaldo cient¨ªfico y moral para permitir el viaje del p¨¢jaro de mal ag¨¹ero del Guernica. Detesto al desahuciador Sol¨¦ Tura porque no le ha quitado el sue?o la pesadilla del juicio final del Guernica.
Odio al Patronato del Museo del Prado por manifestar su desilusi¨®n al ver partir el engendro nauseabundo de la cloaca del Guernica.
Odio las trampas urdidas por el Gobierno espa?ol para hacer entrar subrepticiamente el Guernica en Espa?a con la promesa de exponerlo en el burdel del Prado, para luego trasladarlo a la moderna pocilga del Reina Sof¨ªa. Detesto a Jos¨¦ Mario Armero, primer agitador del Guernica, quien reconoce que la instalaci¨®n en el Cas¨®n "se consider¨® un truco, ya que se habl¨® de salas en el edificio principal". Detesto a Williams S. Rub¨ªn, ex director del Museo de Arte Moderno de Nueva York, quien, al darse cuenta demasiado tarde del truco, justif¨ªca involuntariamente el traslado del Guernica al afirmar que "el Reina Sof¨ªa dif¨ªcilmente podr¨¢ dotarse de un contexto de obras maestras del siglo XX comparables con el Guernica", y que su traslado obedece al deseo de "conseguir multitudes para un museo que de otra manera tendr¨ªa un n¨²mero menor de visitantes".
Detesto la cacareada unanimidad de los herederos de Picasso, manifestada especialmente por Bernard y Paloma Picasso, el primero de los cuales piensa que "el Reina Sof¨ªa es un sitio magn¨ªfico para el ¨²ltimo viaje del Guernica ", y la segunda que "el ¨²ltimo viaje del Guernica debi¨® haber sido al Prado".
Detesto a la cr¨ªtica norteamericana Dore Ashton, quien acertadamente ha declarado que "el Guernica no es arte contempor¨¢neo, es historia".
Detesto a los pintores Antonio L¨®pez, quien piensa sinceramente que "lo ¨²nico que un pintor puede exigir es que su obra se exponga dignamente"; a Luis Gordillo, denunciador del tufillo tur¨ªstico de la anterior presentaci¨®n del Guern¨ªca; a Eduardo Arroyo, que confunde la horterada de la capitalidad cultural de Madrid con la ejemplaridad de un acto perverso; a Jos¨¦ Mar¨ªa Sicilia, quien tomando al Guernica por una prostituta afirma que "si se acepta un regalo, se han de cumplir las condiciones"; a Antoni T¨¢pies, en fin, padre de muchas aberraciones, para quien el traslado del Guernica "es como si, por fin, el arte contempor¨¢neo pudiera tener la presencia del padre".
Detesto a Javier Tusell, protector del Guernica, quien, tras criticar el ordeno y mando del Ministerio de Cultura, propone las elecciones generales del Guernica.
Detesto al economista Ram¨®n Tamames, enemigo de la ruptura del compromiso entre las multinacionales MOMAMNCARS, cr¨ªtico de las "veleidades ultravanguardistas en metacrilato" del Reina Sof¨ªa y nost¨¢lgico de las a?ejas reproducciones progresistas del Guernica; al escritor Manuel
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