La gran estafa
Torrealta / Manzanares, Espartaco, Aparicio Cinco toros de Torrealta, y 5 de Montalvo, desiguales de presentaci¨®n, nobles, inv¨¢lidos, escandalosamente cornicortos y sospechos¨ªsimamente mochos. Manzanares: silencio; algunos pitos. Espartaco: oreja protestada; ovaci¨®n. Julio Aparicio: ovaci¨®n; dos orejas.
Plaza de San Lorenzo de El Escorial, lo de agosto. Segunda y ¨²ltima de feria. Tres cuartos de entrada.
La riqueza del idioma castellano se queda corta para explicar los atropellos y estafas que sufri¨® ayer el sant¨ªsimo p¨²blico asistente a esta mojiganga-tomadura de pelo anunciada como corrida de feria. Frases como "?qu¨¦ verg¨¹enza!", "?qu¨¦ bochorno!", "?la estafa del siglo!", "?nos han toreado a nosotros!", "?son unos sinverg¨¹enzas!" eran denominador com¨²n en boca de muchos de los paganos.Todo el bochinche ocurri¨® por el infame estado de las defensas de los toros. Desde el primero al ¨²ltimo, con un aspecto sospechos¨ªsimo, convicto y confeso de manipulaci¨®n fraudulenta. Y sobre ello, inv¨¢lidos. ?Alguien da m¨¢s desafueros? La ¨²nica -diferencia pitonil era que el segundo, el cuarto y el sexto bureles, de medios pitones, parec¨ªan haber pasado por la basta mano de un oficial barbero poco ducho en el oficio. Pero estos tres ?bicornes? eran los m¨¢s astifinos del mundo en comparanza con el resto, cuyo trabajo debi¨® ser hecho por un torpe aprendiz ajumerad¨ªsimo.
No es de extra?ar que unos veterinarios valientes, y que aguantaron todo tipo de amenazas e insultos en el reconocimiento, dieran como no apto al encierro completo. Claro que, seg¨²n se mire para qu¨¦. Para una corrida de toros no lo eran, es verdad; pero para saltarse a la torera los derechos de los aficionados y conculcar la integridad del espect¨¢culo eran perfectos.
El nuevo reglamento
Adem¨¢s, para eso se invent¨® el nuevo reglamento y su art¨ªculo-coladero 59, en cuya aplicaci¨®n, el representante de la ganader¨ªa oblig¨® a que se lidiasen las birrias desmochadas, cuyos pitones se someter¨¢n a reconocimiento post m¨®rtem, como ya ocurri¨® el s¨¢bado con los de Concha Navarro. Tambi¨¦n ayud¨® el alcalde del pueblo, que se convirti¨® en abanderado palad¨ªn de la celebraci¨®n de semejante tropel¨ªa t¨¢urica, la cual presidi¨®, inasequible al desaliento.
Por cierto que el s¨¢bado, como certifica el acta oficial, "los cajones presentados por la empresa para la remisi¨®n de las astas" para su an¨¢lisis no reun¨ªan "las condiciones reglamentarias". Sin comentarios.
Del festejo en s¨ª, poco que contar. Hasta el sexto bicho con platanitos, los ?toreros? se jartaron a hacerles cucamonas y moner¨ªas sin emoci¨®n. S¨®lo Aparicio con el ¨²ltimo se rompi¨® a torear en un quite por ver¨®nicas de puro duende y sentimiento. Despu¨¦s continu¨® su embrujo cautivador en gran parte de la faena de pa?osa, que refrend¨® de un espadazo. ?Ah!, un postrer apunte: la entrada m¨¢s barata costaba 3.600 pesetas. Sin comentarios.
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