John Cage descubre el silencio
"Hasta el d¨ªa que me muera habr¨¢ sonidos. Y continuar¨¢n tras mi muerte. No nos hemos de preocupar por el futuro de la m¨²sica". El inventor del happening, del piano preparado y del gong de agua, el primer creador de una pieza de m¨²sica electr¨®nica, el pintor y poeta, el mic¨®logo, el maestro zen John Cage, fallecido el mi¨¦rcoles, a los 79 a?os, de un derrame cerebral, habr¨¢ por fin conocido una antigua obsesi¨®n suya: la ausencia total de sonidos. Disc¨ªpulo de Sch?nberg, a quien nunca crey¨® del todo, el compositor estadounidense constituye una referencia obligada para entender, si es que ello a¨²n es posible, los complejos giros de la m¨²sica de vanguardia de este siglo.En uno de sus numerosos escritos te¨®ricos (Silence, 1951), Cage relata una curiosa experiencia: entr¨® en una c¨¢mara insonorizada con el prop¨®sito de conocer el silencio. Fue en vano. A la salida explic¨® al ingeniero que le acompa?aba que en todo momento hab¨ªa sido perseguido por dos tipos de sonido, uno m¨¢s grave y otro m¨¢s agudo. El t¨¦cnico le brind¨® la explicaci¨®n cient¨ªfica: el agudo proven¨ªa del sistema nervioso en acci¨®n, en tanto que el grave correspond¨ªa a la circulaci¨®n de la sangre por sus venas. Luego, el silencio no existe. La m¨²sica es siempre una combinaci¨®n de sonidos, escritos y no escritos, en el tiempo. A la luz de tales reflexiones, el compositor escribi¨® 4'33", una de sus piezas m¨¢s emblem¨¢ticas, estrenada en Woodstock (Nueva York) el 29 de agosto de 1952. Un pianista aparec¨ªa en escena ante un piano cerrado, abr¨ªa la tapa, la dejaba caer y esperaba 33 segundos. Al cabo, la volv¨ªa a abrir y cerrar. Esperaba 2 minutos y 40 segundos m¨¢s, y repet¨ªa la operaci¨®n. Un minuto y 20 segundos despu¨¦s, lo mismo. En total, 4 minutos y 33 segundos.
Lo que fue considerado como simple provocaci¨®n era en realidad una profunda reflexi¨®n sobre el mundo de los sonidos. El ruido -el del p¨²blico, el de la ciudad, el de los elementos naturales- forma siempre parte de la obra, de manera aleatoria. Precisamente porque el silencio no existe. La partitura, m¨¢s que un conjunto de ¨®rdenes, debe ser un manual de instrucciones, a utilizar libremente. Cage segu¨ªa, en el mundo de los sonidos, los pasos de las telas en blanco de su buen amigo Robert Rauschenberg.
La personalidad de Cage es compleja, aunque impresionantemente coherente. Hijo de un ingeniero inventor, sus inicios parec¨ªan estar marcados m¨¢s por la poes¨ªa y la pintura que por la m¨²sica. Concluidos sus estudios universitarios y siguiendo los pasos de su admirada Gertrude Stein, entre 1930 y 1931 viaj¨® por Europa. y cuentan que fue en Mallorca donde abord¨® por primera vez una partitura.
De regreso a Estados Unidos estudi¨® con el reci¨¦n exiliado Arnold Sch?nberg, profesor en la Universidad de California. ?ste siempre consider¨® a su disc¨ªpulo "un inventor, por cierto genial", m¨¢s que un compositor. Cage se excusaba: lo suyo, definitivamente, no era la armon¨ªa y el contrapunto, la dimensi¨®n vertical de la m¨²sica, sino la hor¨ªzontalidad, el tiempo.
La opini¨®n de Sch?nberg no era en absoluto compartida por Uniberto Eco, a quien Cage conoci¨® en 1958 en el departamento de investigaci¨®n de la RAI de Mil¨¢n, donde, a la saz¨®n, tambi¨¦n trabajaban los compositores Luciano Berio y Bruno Maderna. El semi¨®logo consideraba que era "el m¨¢s grande maestro zen de la historia" (filosof¨ªa de la vida que Cage practic¨® a partir de 1945) y un mic¨®logo de enorme prestigio, tanto que pod¨ªa presentarse al m¨¢s popular concurso de televisi¨®n con ese tema. Cage lo hizo y dej¨® at¨®nita a la audiencia italiana con su enorme saber.
La pregunta pendiente sobre su trayectoria no dejar¨¢ de ser siempre la misma: realmente, desde el punto de vista musical, ?qu¨¦ quedar¨¢ de este compositor? En 1939, Cage escribi¨® Imaginary landscape n. 1, para piano, c¨ªmbalos y cinta grabada, primer ejemplo de la historia de m¨²sica electr¨®nica. Profundamente interesado por el espacio donde se realiza la interpretaci¨®n y tambi¨¦n por la danza (especialmente a partir del inicio de su colaboraci¨®n con Merce Cunningham), cre¨® instrumentos (el piano preparado, por ejemplo) que le permitieron encontrar nuevos efectos sonoros.
La historia se encargar¨¢ de colocar todo ello en el lugar que le corresponde. De momento, John Cage nos lega una inquietud. Por los tiempos que corren, no es poco.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.