Fiscal¨ªa poco especial
CUANDO SE cre¨®, en 1984, la Fiscal¨ªa Especial Antidroga (su nombre oficial es el de Fiscal¨ªa Especial para la Coordinaci¨®n de las Actividades Relacionadas con el Tr¨¢fico Ilegal de Drogas), pareci¨® que, de acuerdo con su denominaci¨®n, el nuevo ¨®rgano coordinar¨ªa las actuaciones policiales en este ¨¢mbito y que dispondr¨ªa de los medios necesarios -legales e instrumentales- para llevar a cabo la tarea que se le encomendaba. Ocho a?os despu¨¦s, la Fiscal¨ªa Especial Antidroga no es el motor impulsor de la actividad preventiva y represora de la polic¨ªa en la lucha contra la droga, y los, medios de que dispone siguen siendo precarios y a todas luces insuficientes.La institucionalizaci¨®n de la Fiscal¨ªa Especial Antidroga como poder decisorio en la tarea de "dirigir, planificar y estimular la acci¨®n policial encaminada a la investigaci¨®n del tr¨¢fico ilegal de drogas" ha quedado orillada a lo largo de estos a?os. Las resistencias corporativas surgidas en el ¨¢mbito policial y la posterior creaci¨®n del delegado del Gobierno en el Plan Nacional sobre Drogas han contribuido a que dicho poder siga donde siempre estuvo: en el ¨¢mbito gubernativo. No tiene, pues, sentido replantearlo, aunque no haya perdido actualidad la observaci¨®n -contenida en la primera memoria de la Fiscal¨ªa Antidroga de 1985- de que la coordinaci¨®n en la lucha contra la droga no se consigue mediante "los meros contactos horizontales entre mandos de los diversos cuerpos policiales", sino a trav¨¦s de la atribuci¨®n del poder decisorio a un ¨®rgano superior.
La memoria sobre las actividades de la Fiscal¨ªa Especial Antidroga correspondiente a 1991 -la s¨¦ptima de su historia- no se refiere, como es natural, a esta cuesti¨®n hist¨®rica y legalmente resuelta. Su atenci¨®n se centra en cuestiones de log¨ªstica y de intendencia referidas a la precariedad de los medios instrumentales y legales con que cuenta. En este terreno es obligado reconocer que la evoluci¨®n de estos medios no ha ido en consonancia con el volumen y la complejidad que han alcanzado las investigaciones contra la droga en los ¨²ltimos a?os. Basta con constatar que el titular de la Fiscal¨ªa Antidroga debe afrontar o coordinar en solitario las investigaciones penales contra la droga en todo el territorio nacional, y que s¨®lo cuatro funcionarios policiales integran la unidad de Polic¨ªa Judicial funcionalmente adscrita a dicho ¨®rgano. No es de extra?ar, pues, el lamento cr¨®nico que tales carencias producen en las sucesivas memorias.
Pero la precariedad no es s¨®lo cuantitativa; tambi¨¦n cualitativa. La memoria se queja de la falta de unidades especializadas con conocimientos financieros suficientes para investigar el rastro dejado tras de s¨ª por el dinero de la droga, a la vez que denuncia el retraso con que se est¨¢ procediendo al cumplimiento de la directiva comunitaria para prevenir el uso del sistema financiero en el blanqueo de los beneficios del narcotr¨¢fico. Especial gravedad tiene la observaci¨®n de que, al no existir todav¨ªa el ¨®rgano t¨¦cnico de apoyo formado'por personal de Econom¨ªa y Hacienda, Interior, Industria y Comercio y Banco de Espa?a, las entidades financieras no env¨ªan los datos correspondientes a operaciones que proceden de para¨ªsos fiscales o a cualesquiera otras sospechosas de manejos de blanqueo.
En cuanto a los medios legales, las observaciones de la Fiscal¨ªa Antidroga son pertinentes en su mayor parte. Lo son, por ejemplo, las que plantean una mayor concreci¨®n del delito de blanqueo, introducido en la legislaci¨®n espa?ola mediante la reforma del C¨®digo Penal de 1988, o la incautaci¨®n alternativa de bienes de los narcotraficantes cuando no sea posible el decomiso de los directamente vinculados al negocio de la droga. M¨¢s dudas plantea, sin embargo, la inclusi¨®n de la figura del arrepentido en el sistema judicial espa?ol. En todo caso, y sea cual sea la atenci¨®n que en los ¨¢mbitos gubernativo y legislativo se preste a sus sugerencias, la Fiscal¨ªa Antidroga no puede seguir siendo un ¨®rgano de rimbombante denominaci¨®n, pero carente de los medios indispensables para realizar su tarea en la batalla contra la droga.
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