Hambre en Somalia
SOMALIA, UN pa¨ªs con 7 millones de habitantes situado en el llamado Cuerno de ?frica, que ba?an las aguas del golfo de Ad¨¦n y del oc¨¦ano ?ndico, se muere literalmente de hambre por causa de la sequ¨ªa y de la guerra. Pero esta espantosa realidad, que viene diezmando la poblaci¨®n de este pa¨ªs africano desde hace meses, no acaba de prender en la conciencia de Occidente, en los dirigentes de las organizaciones internacionales de ayuda y en las sociedades de los pa¨ªses industrializados, sensibilizados por otros espantos m¨¢s pr¨®ximos, como el de los Balcanes.La ONU, sacudida por la reciente llamada de su actual secretario general, el egipcio Butros Gali, a unamayor presencia en todos los conflictos sin excepci¨®n, ha dado, ya un primer paso acordando el pasado 27 de julio el env¨ªo masivo de alimentos y medicinas con el consiguiente acompa?amiento de cascos azules que garanticen su distribuci¨®n. Tarea nada f¨¢cil, dada la despiadada guerra de clanes que devasta el pa¨ªs desde la destituci¨®n del dictador Siad Barre, en enero de 1991, despu¨¦s de haber permanecido 22 a?os en el poder, d¨¢ndole tiempo a someter a la poblaci¨®n somal¨ª a una de esas experiencias de socialismo cient¨ªfico ensayadas en ?frica en los a?os setenta.
Quienes fueron los principales aliados en el derrocamiento de este militar, el actual presidente en funciones, Al¨ª Mahdi Mohamed, y el general Farah Aideed, jefe de la fracci¨®n que controla la mayor parte del pa¨ªs se enzarzaron al d¨ªa siguiente en un enfrentamiento que ha causado decenas de miles de muertos y ha descabalado el d¨¦bil entramado estatal de Somalia. Hoy puede afirmarse sin exageracion que en este pa¨ªs no existe ni ley, ni Ej¨¦rcito, ni Gobierno, ni nada que se le parezca. Precisamente para preparar la operaci¨®n humanitaria de la ONU y evitar que termine en un fiasco, una misi¨®n t¨¦cnica formada por 24 observadores de las Naciones Unidas negocia en estos momentos con los l¨ªderes rivales la forma de que la ayuda llegue y se distribuya efectivamente entre la poblaci¨®n.
?ste es el objetivo m¨¢s dificil de alcanzar. La escasa ayuda llegada hasta el momento a Somalia de la mano de organizaciones humanitarias ha quedado, en su mayor parte, en poder de las fracciones armadas que controlan el pa¨ªs. S¨®lo una acci¨®n de gran envergadura y el restablecimiento de un m¨ªnimo de orden podr¨ªan hacer factible la llegada de la ayuda a la poblaci¨®n necesitada. De no ser as¨ª, lo m¨¢s probable es que quede en manos de los grupos armados y que sirva adem¨¢s para generar recursos con los que seguir alimentando la lucha entre ellos y alargar todav¨ªa m¨¢s la qgon¨ªa de la poblaci¨®n civil somal¨ª.
Pero esta acci¨®n, que supondr¨ªa una presencia militar considerable de la ONU en Somalia, encuentra una gran resistencia en el general Aideed, que controla la capital somal¨ª, Mogadiscio. "Tenemos suficiente gente armada para asegurar, en cualquier circunstancia, la distribuci¨®n de la ayuda humanitaria que llegue", ha declarado este militar que pugna por hacerse con todo el poder en Somalia. Es previsible lo que suceder¨ªa si se hiciera caso de su recomendaci¨®n. La gente armada a la que se refiere es la misma que ha robado todo lo que ha pedido a las organizaciones humanitarias y ha causado numerosos muertos entre su personal.
Ser¨ªa realmente monstruoso que la ayuda acordada por la ONU quedase en manos de los se?ores de la guerra y de sus bandas y no llegara, o lo hiciera en una m¨ªnima parte, a la poblaci¨®n hambrienta y moribunda. Seg¨²n el representante especial de la ONU en Somalia, Mohamed Sahnoun, un mill¨®n y medio de somal¨ªes est¨¢n condenados a morir en los pr¨®ximos meses a causa de las secuelas dejadas por el hambre. "Temo que la ayuda llegue demasiado tarde" ha dicho. Raz¨®n de m¨¢s para darse prisa y cuidar de que los v¨ªveres y medicinas se entreguen a su verdadero destinatario: el pueblo somal¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Env¨ªo v¨ªveres
- Regularizaci¨®n inmigrantes
- Cascos azules
- Opini¨®n
- Bienestar social
- Ayuda humanitaria
- Contactos oficiales
- Somalia
- Mediaci¨®n internacional
- Cooperaci¨®n y desarrollo
- Crisis humanitaria
- Proceso paz
- Cat¨¢strofes
- Relaciones internacionales
- Pol¨ªtica migratoria
- Pol¨ªtica social
- Desastres
- Migraci¨®n
- ONU
- Defensa
- Sucesos
- Demograf¨ªa
- Conflictos
- Organizaciones internacionales
- Pol¨ªtica