La prueba
Cuando aparecen en la pantalla las im¨¢genes de la guerra servidas como postre en la sobremesa, pienso cu¨¢l ser¨ªa mi suerte si me viera envuelto en esa nube de odio. Se es v¨ªctima o verdugo seg¨²n de qu¨¦ lado caen los dados, y esa encrucijada del azar est¨¢ en el coraz¨®n de todos los mortales. No existe terror m¨¢s sutil que ¨¦se: de pronto te das cuenta de que habitas en el interior de un desconocido que tal vez, llegado el caso, en leg¨ªtima defensa o sin ella, ser¨ªa capaz de sacar los ojos con un tenedor a ese vecino bosnio al cual la semana pasada le ped¨ªas perejil para la salsa. Por eso las im¨¢genes de la guerra nos humillan. A trav¨¦s de ellas descubrimos dentro de nosotros a un sospechoso, y hacemos votos para que permanezca siempre inocente: ¨¦sa es la parte noble que aflora en nuestra sangre mientras degustamos en paz unos esp¨¢rragos sin ahorrar las l¨¢grimas por el sufrimiento de los otros. Escribo a ciegas, tratando de explorar el grado de miseria que a cada cual corresponde como es pectador en la guerra. Veo ahora otras im¨¢genes de una multitud depauperada arrastr¨¢ndose hacia una perola que es defendida a garrotazos por unos energ¨²menos rapados. ?A qu¨¦ profundidad podr¨ªa llegar mi degradaci¨®n, mi resistencia, mi hero¨ªsmo, n-ii entrega, mi terror, mi odio, mi piedad, bajo las bombas? ?Qu¨¦ tal llevar¨ªa uno el honor siendo un hambriento ag¨®nico? Estaba ahondando en esta visi¨®n infantil del mundo y de repente son¨® el tel¨¦fono. Una anciana desconocida, con la voz temblorosa, me pregunt¨® desde muy lejos: "Oiga, se?or, ?qu¨¦ d¨ªa es hoy, s¨¢bado o domingo?". Le contest¨¦: "Es s¨¢bado, tal vez". Despu¨¦s de un silencio se oy¨® el llanto de la anciana en el fondo del auricular. Y ella repiti¨® la pregunta como un ser desamparado que se hab¨ªa perdido en el tiempo. ?Es s¨¢bado o domingo? En ese momento estaban bombardeando un hospital de Sarajevo. En el coraz¨®n de cada uno de los mortales tal vez era s¨¢bado cuando llov¨ªan los hierros. ?Desde qu¨¦ punto del universo me habr¨ªa llamado aquella anciana para hacerme saber que la humanidad lloraba por todos los muertos.
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