El toreo como conjetura
Los toros que correspondieron a Sergio S¨¢nchez eran nobles o eran innobles, seg¨²n se mire. O sea, que seg¨²n se miraran los toros de Sergio S¨¢nchez, sus faenas fueron meritorias o no lo fueron. Por la fijeza con que embisti¨® el primero de esos toros, o la boyant¨ªa con que tom¨® el otro varias tandas de muletazos, se pudo colegir que, en efecto, eran nobles; pero luego uno de ellos se paraba y el diestro Sergio S¨¢nchez hab¨ªa de porfiarle mucho para obtener nuevas arrancadas. Pod¨ªa conjeturarse, entonces, que el diestro Sergio S¨¢nchez no les aplicaba la faena adecuada. El toreo, salvo en casos de obviedad manifiesta, es mera conjetura. ?Un toro puede tener la apariencia de malo si no lo sabe torerar el torero? ?Un toro puede tener la apariciencia de bueno si el torero lo sabe parar, templar y mandar?
Palha / Ruiz, Oliva, S¨¢nchez
Cinco toros de Ganader¨ªa Palha (uno fue rechazado en el reconocimiento), bien presentados, varios mansos, de juego desigual. Segundo de Jos¨¦ Luis Vasconcellos e Souza de Andrade, cinque?o pasado, escurrido, manso. Ruiz Miguel: metisaca, cuatro pinchazos bajos, estocada ca¨ªda y descabello; la presidencia le perdon¨® un aviso (aplausos y salida al tercio); pinchazo, estocada ladeada y dos descabellos (pitos). Emilio Oliva: pinchazo y estocada corta atravesada ca¨ªda (silencio); dos pinchazos bajos, otro hondo tendido y tres descabellos (bronca). Sergio S¨¢nchez: bajonazo (oreja); pinchazo y estocada (vuelta). Plaza de Vista Alegre, 16 de agosto. Segunda corrida de feria. Media entrada.
El primer toro de Sergio S¨¢nchez, que llevaba en el carn¨¦ de identidad una edad pr¨®xima a los seis a?azos -viejo, reviejo, pellejo, pues-, manso declarado en varas, violento en los muletazos iniciales, ten¨ªa toda la apariencia de malo y, sin embargo, acab¨® tomando el enga?o con fijeza codiciosa. El segundo toro de Sergio S¨¢nchez se reboz¨® dulcemente en dos tandas de derechazos y luego se par¨®.Ahora bien, quiz¨¢ no se trataba de reacciones espont¨¢neas de los toros, y aqu¨ª es donde entran las conjeturas. Porque a la violencia del toro en edad de jubilaci¨®n correspondi¨® Sergio S¨¢nchez presentando la muleta en el terreno preciso, aguantando las embestidas, y este valeroso empe?o seguramente encel¨® a la fiera pelleja, que acreci¨® su codicia. Por el contrario, al toro almibarado lo estaba toreando con irreprochable t¨¦cnica -bien cargada la suerte, su temple, su gusto navarro para ejecutar los pases- y, de repente, cortaba la tanda al objeto de buscar nuevo terreno, citaba desde all¨ª, y entonces al toro, ya desencelado y desengafiado, no le daba la gana de embestir.
?stas son, en fin, las conjeturas que pueden hacerse de la digna actuaci¨®n que tuvo el diestro navarro Sergio S¨¢nchez. Las que pueden hacerse de las actuaciones, bastante menos dignas, de Ruiz Miguel y Emilio Oliva, en cambio, ya resultan m¨¢s dif¨ªciles. Aqu¨ª no pod¨ªa contemplarse el toreo como conjetura sino como probabilidad remota. Sencillamente, ambos renunciaron a torear. Las asperezas de sus cuatro toros s¨®lo les inspiraron trapacear a la defensiva y matar cuanto antes. Ruiz Miguel lleg¨® a justificarse en el toro que abri¨® plaza, abroquelado en su conocido estilo pele¨®n, que consiste en regatear al toro cada vez que embiste.y entra en jurisdicci¨®n, pero al segundo de su lote, algo bronco y poco franco, lo ali?¨® sin mayores miramientos. Emilio Oliva tampoco tuvo miramientos para ali?ar a los dos suyos, y si le abroncaron por eso, tampoco tienen demasiada importancia.
Antes, un fracaso en Bilbao ven¨ªa a suponer algo as¨ª como una suspensi¨®n de empleo y sueldo. Ahora es una plaza m¨¢s, que pasa desapercibida, y ni da, ni quita. Se lo ha ganado a pulso. Los toros inv¨¢lidos y los aburrimientos de a?os atr¨¢s han matado casi toda la afici¨®n bilba¨ªna y llena la plaza un p¨²blico que va a los toros porque figuran en el programa de fiestas. Eso si la llena. Ayer no la llen¨® ni por la mitad y, adem¨¢s, quienes acertaron fueron los que faltaban. La corrida result¨® de un aburrimiento supino. De las llamadas komparsas hab¨ªa una representaci¨®n en las andanadas, y bostezaban, bostezaban, bostezaban...
Babelia
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