Tres jornadas de la orquesta de c¨¢mara de Praga
La Quincena Musical, el festival m¨¢s antiguo de Espa?a, mantlene sus perfiles caracter¨ªsticos hechos de universalidad y vasquismo y atento siempre a las clrcunstancias especiales de actualidad. Este a?o se llaman Rossini, por una parte; Francisco Escudero, en su 800 aniversario, por otra; m¨²sica pret¨¦rita y presencia de valores j¨®venes.La orquesta de c¨¢mara de Praga, a lo largo de tres jornadas, del 23 al 25, nos ha tra¨ªdo un par de fragmentos oper¨ªsticos y el Stabat Mater rossinianos y un tr¨ªptico repres entativo de la m¨²sica checa. Para Rossini ha venido el bien conocido maestro paduano, fundador y director de ios solistas v¨¦netos, Claudio Scimone. Es m¨²sico que sabe dar vida palpitante a cuanto dirige y el espl¨¦ndido Stabat Mater, fruto de las estrechas relaciones entre el compositor y la Corte de Madrid, precisa de ese impulso vital unas veces de impostaci¨®n dram¨¢tica y otras, de brillo llameante. Necesita tambi¨¦n cuatro buenos solistas de estilo oper¨ªstico y un gran coro.
Con el Orfe¨®n Donostiarra, que dirige Jos¨¦ Antonio Sairiz, lo ¨²ltimo queda garantizado al m¨¢ximo. Probablemente, no exista en Europa un conjunto vocal de tan altas calidades como las del coro de San Sebasti¨¢n, perfecto en su afinaci¨®n, cohesi¨®n, flexibilidad y l¨ªnea expresiva.
Leyendas de Dvorak
Fue sin duda el gran triunfador de la jornada, lo que no supone restar m¨¦ritos a los magn¨ªficos instrumentistas praguenses ni tampoco a la labor de la mezzosoprano (o soprano segunda como indica Rossini), Martine Dupuy, del bajo Simone Alaimo, la soprano Kathleen Cassello, una voz que corre con ligereza, ni al m¨¢s corto de los cuatro, el tenor Rockwell Blake, del que enseguida supusimos que no podr¨ªa con el c¨¦lebre re bemol del Cuius animam, y en efecto, no pudo. Todo lo cual viene a ser elemento m¨ªnimamente detallista de una sesi¨®n que, muy justificadamente, se convirti¨® en un gran ¨¦xito, adem¨¢s de un lleno hasta la bandera del teatro Victoria Eugenia.La orquesta de Praga, sin director o, mejor dicho, conducida desde su puesto por el concertino, expuso el lunes Cinco leyendas de Dvorak, no tan brillantes como las Danzas eslavas pero s¨ª expresivas de una manera de sentir y hacer la m¨²sica de la tierra. El violinista Josef Suk protagoniz¨®, con excelencia de estilo, el Concierto en sol mayor de Jan Krtite Vanhal (1739-1813), t¨ªpica m¨²sica de la escuela vienesa oscurecida por las imbatibles sombras de Haydn y Mozart. Se defiende bien de esas y otras sombras posteriores -Beethoven o Schubert, por ejemploJan Hugo Vorisek (1791-1825) en su ¨²nica sinfon¨ªa, verdadera trasmigraci¨®n de los aires y el alma de Bohemia, un pa¨ªs que dio abundante m¨²sica para si mismo y para los dem¨¢s como es f¨¢cil advertir en los grandes maestros austriacos.
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