Collor, contra las cuerdas
EL PRESIDENTE brasile?o, Fernando Collor de Mello, est¨¢ contra las cuerdas. El clamor popular y pol¨ªtico para forzar su dimisi¨®n es casi imposible de resistir, aunque asegure. que tiene preparada una l¨ªnea de defensa que le salvar¨¢ in extremis. El informe del ponente de la comisi¨®n parlamentaria que le ha sometido a investigaci¨®n durante tres meses recomienda no ya que sea sometido a un juicio pol¨ªtico en el Senado, sino tambi¨¦n a otro por delitos comunes ante el Tribunal Supremo federal.T¨¦cnicamente, Collor a¨²n no es culpable. Ning¨²n juez le ha condenado. Tiene derecho a todas las presunciones que no han de neg¨¢rsele a quien no sea objeto de sentencia en. firme. Pero. los testimonios e indicios en su. contra son tan numerosos y coincidentes que casi exceden de la duda razonable. Todo apunta a que permiti¨® que el financiero Paulo C¨¦sar Far¨ªas, ex tesorero de su campana electoral, crease un Gobierno paralelo en el que el tr¨¢fico de influencias y el enriquecimiento il¨ªcito se superpusieron al normal funcionamiento del Estado.
Peor a¨²n, el propio Collor y su familia se convirtieron (presuntamente) en beneficiarios de fondos ilegales que fin¨ªanciaron un tren de vida dominado por el lujo, el derroche y la ostentaci¨®n. Las maniobras con las que (supuestamente) se intentaron ocultar estas actividades parecen, por lo burdas e insosten¨ªbles, propias de una rep¨²blica bananera. Si, como todo indica, el informe es aprobado por la mayor¨ªa de los miembros de la comisi¨®n, la C¨¢mara baja del Parlamento tendr¨ªa que pronunciarse, por mayor¨ªa de dos tercios, sobre el juicio pol¨ªtico al presidente en el Senado, lo que significar¨ªa su inmediata suspensi¨®n en el cargo por seis meses. Y si, este tribunal de notables le condenase, tendr¨ªa que abandonar la presidencia. M¨¢s all¨¢, podr¨ªa esperarle incluso la c¨¢rcel.
Gane o pierda la batalla, ya hay un derrotado, aunque no por fuera de combate: el sistema democr¨¢tico reimplantado el 17 de diciembre de 1989, cuando, por vez primera en 29 a?os, fue elegido un presidente por el voto directo de todos los ciudadanos. Los militares, que en seis ocasiones en lo que va de siglo arrebataron el poder a los civiles, deben estar frot¨¢ndose las manos al ver que el poder democr¨¢tico no ha sabido mostrarse m¨¢s limpio y honesto que el castrense. Ni siquiera puede descartarse que sectores del Ej¨¦rcito puedan aprovechar la situaci¨®n para intentar una nueva aventura golpista. Esta amenaza, sin embargo, a¨²n no parece considerable, ante la falta de una alternativa de Gobierno clara y la evidencia de que las multitudes que en las ¨²ltimas semanas se han echado
a la calle ped¨ªan la dimisi¨®n de Collor, pero no que le sustituyera un espad¨®n.
Collor cuenta, te¨®ricamente (m¨¢s bien contaba), con el apoyo de 209 de los 501 diputados, m¨¢s de los 168 necesarios para evitar el juicio parlamentario, pero las se?ales de deserci¨®n se multiplican. Parece a punto de concretarse la del Partido Democr¨¢tico Social del conservador Paulo Maluf. Si pierde los 40 diputados de ese partido, el presidente ya estar¨ªa al borde,del abismo de un juicio con todas las de la ley. Muy probablemente, no podr¨¢ evitar,pasar por ¨¦se trance.
En realidad, ni siquiera deber¨ªa evitarlo: si logra rehuir el proceso parlamentario utilizando los mecanismos del poder, no por ello conservar¨ªa el m¨ªnimo de credibilidad necesario para gobernar un pa¨ªs de m¨¢s de 150 millones de habitantes, que, con una inflaci¨®n del 23% mensual y una recesi¨®n que dura ya m¨¢s de dos a?os, se enfrenta a graves problemas econ¨®micos y sociales. Si se considera inocente y v¨ªctima de una conspiraci¨®n (hip¨®tesis que rechaza ese 70% de los brasile?os'que considera que el presidente es culpable y ha traicionado su confianza), raz¨®n de m¨¢s para, en lugar de intentar escurrir el bulto, hacer frente a las acusaciones ante tribunales competentes. S¨®lo as¨ª demostrar¨ªa que no se burlaba de sus conciudadanos cuando centr¨® su campana electoral en la lucha contra la corrupci¨®n.
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