El mundo y la 'limpieza ¨¦tnica' en ?frica
A lo largo de sus 20 a?os de historia, la bestial guerra civil en Sud¨¢n ha supuesto peri¨®dicamente atrocidades que la mayor¨ªa calificar¨ªa de genocidio y actos de limpieza ¨¦tnica o religiosa. A pesar de ello, resultar¨ªa ilustrativo saber cu¨¢ntas horas de atenci¨®n ha dedicado la Asamblea General o el Consejo de Seguridad de la ONU a esta zona de conflictos inhumanos.La respuesta acostumbrada -que este asunto corresponde b¨¢sicamente a la Organizaci¨®n de la Unidad Africana (OUA)- estar¨ªa hist¨®ricamente justificada si no presenci¨¢ramos la toma de responsabilidad por parte de la ONU en otras zonas como Oriente Pr¨®ximo o, lo que es m¨¢s patente, en el conflicto que se desarrolla actualmente en Yugoslavia.
Estamos de acuerdo en que humanidad no hay m¨¢s que una, y que el sufrimiento humano no deber¨ªa estar sujeto a clasificaciones seg¨²n una serie de ¨ªndices abstractos. A este respecto, la reciente cr¨ªtica del secretario general de la ONU, Butros Gali, a la actitud de Europa occidental de pr¨¢cticamente hacer caso omiso del horror en Somalia no pretende menospreciar la agon¨ªa, muy real, de Yugoslavia, ni es tampoco una petici¨®n para que se revise el actual sistema de prioridades.
Lo que el secretario general claramente rechaza, como muchos de nosotros en el Tercer Mundo, es la existencia de un doble criterio en el c¨®digo de conciencia que parece actuar con sinceridad en el rico mundo europeo, pero s¨®lo a nivel simb¨®lico en ?frica y en otros lugares -o que s¨®lo se despierta cuando un avi¨®n de socorro es atacado, o un observador o voluntario europeo es secuestrado o asesinado en un conflicto distante- S¨®lo entonces los medios de comunicaci¨®n europeos, conservadores y etnoc¨¦ntricos, recuerdan qu¨¦ pa¨ªs est¨¢ implicado y sufren horriblemente por una situaci¨®n en la que ni siquiera las agencias neutrales o amigas parecen tener inmunidad.
La cr¨ªtica de Butros Gali es una oportuna advertencia a todos nosotros de que el mundo se ha transformado radicalmente durante los ¨²ltimos cinco a?os y de que ahora debemos adaptarnos a las consecuencias. El en otro tiempo arrogante menosprecio de Europa por los profundos conflictos de autodefinici¨®n africanos, considerados como peque?as y sucias guerras tribales, vuelve ahora para atormentarla a trav¨¦s de sus propios antagonismos tribales.
Los conflictos tribales de ?frica tienen causas hist¨®ricas desarrolladas durante siglos. Ahora, las propias naciones europeas -sobre todo en los Balcanes y en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica- eval¨²an furiosamente su propia historia. (A este respecto, ?por qu¨¦ al referirnos a los pueblos implicados en la tragedia yugoslava lo hacemos como serbios, croatas y musulmanes? ?Se trata de un remanente de aquel lenguaje que todo lo reduc¨ªa a tribus y en el que ahora se sustituyen las tribus por grupos religiosos porque para los medios de comunicaci¨®n occidentales sigue siendo dif¨ªcil aceptar la actualidad tribal de Europa?). Como consecuencia, muchas de estas naciones en proceso de desintegraci¨®n y sus parientes raciales est¨¢n examinando de nuevo a nivel individual su conducta hacia los pueblos que Europa coloniz¨® hace tiempo. Pero a nivel colectivo -es decir, a trav¨¦s de la ONU- esta pr¨¢ctica se est¨¢ imponiendo de forma mucho m¨¢s lenta.
El aniversario el pasado a?o de un acontecimiento clave en la guerra civil nigeriana me llev¨® a reflexionar acerca de las relaciones entre los pueblos, las culturas y los Estados que han acabado dominando el mundo posterior a la guerra fr¨ªa.
?Quedan en ?frica algunas formas de esclavitud que protegemos diligentemente? ?Seguimos siendo esclavos de los absolutos (como, por ejemplo, las fronteras de las naciones-Estados que las potencias coloniales trazaron para. nosotros), ajenos a la historia, a la cultura y a la realidad contempor¨¢nea?
Las dudas acerca de las fronteras coloniales en Cabo Verde, Sud¨¢n, Etiop¨ªa, Somalia, Marruecos y Ruanda-Burundi sugieren reflexiones muy serias sobre la idea de la secesi¨®n, esa tendencia de desintegraci¨®n nacional emotivamente tildada de negativa.
La acci¨®n de volver a trazar las fronteras en cualquier parte plantea graves preguntas acerca de las actuales entidades nacionales en todas partes. ?Qu¨¦ son exactamente estas entidades? Y, por encima de todo, ?cu¨¢l es su historia? ?Son eternas? ?Inmutables?
Los acontecimientos que hoy d¨ªa est¨¢n teniendo lugar en Europa del Este sugieren la proposici¨®n v¨¢lida de que miles de millones de personas se han visto obligadas a llevar una existencia artificial, forzada, incluso aborrecida.
A lo largo del ¨²ltimo a?o, la respuesta de Norteam¨¦rica y Europa ante esa realidad en la antigua Yugoslavia ha sido reconocer la divisi¨®n de Croacia y Eslovenia como alternativa preferible a nuevos derramamientos de sangre. Siguiendo esa misma l¨®gica, ?por qu¨¦ Somalia, por ejemplo, no se ha visto favorecida por un ejemplo as¨ª de pensamiento realista?
Con su cr¨ªtica, Butros Gali ha dado rienda suelta a una frustraci¨®n de muchos a?os ante las opiniones y actitudes euroc¨¦ntricas con respecto a los asuntos del mundo.
Nuestro cambiado mundo exige ahora que este tema seaexaminado de una forma estructurada. Parece que poco puede hacerse con los medios de comunicaci¨®n occidentales, a no ser mediante un estoico proceso de reeducaci¨®n.
?Por qu¨¦ no empezar democratizando el Consejo de Seguridad de la ONU? Si las grandes y las no tan grandes potencias de Europa y Norteam¨¦rica se muestras sinceras en lo relativo a un nuevo orden mundial deben empezar a construir ese orden dentro de las propias es tructuras que mantienen unido al mundo. ?Por qu¨¦ no examinar, por ejemplo, el privilegio, notoriamente antidemocr¨¢tico, del veto, ejercido por cual quiera de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad? Necesitamos implantar la noci¨®n de que la l¨ªnea de conducta de la ONU no deber¨ªa ser definida por los pocos que tienen en sus dedos el poder de rechazar. ?Por qu¨¦ no extender ese poder y dar algo de voz verdadera a aquellos cuyos destinos est¨¢n en juego en el orden que ahora est¨¢ siendo construido?
Si los problemas de lugares como ?frica van a ser debatidos en un pie de igualdad con los de Europa debe reconocerse que la condici¨®n de miembro permanente es un anacronismo que para nada concuerda con la realidad actual o con una reestructuraci¨®n progresiva de las relaciones internacionales.
?Existe realmente otra forma de asegurar que la atenci¨®n y las acciones del mundo, tan sujetas a los caprichos de la cobertura de los medios de comunicaci¨®n, no se olvidar¨¢n, ahora o en el futuro, de los millones de somal¨ªes hambrientos que caen muertos en el suelo? ?Hay alguna otra forma de hacer que el mundo se d¨¦ cuenta de que la limpieza ¨¦tnica o religiosa en ?frica constituye la misma clase de crimen contra la humanidad que cuando se lleva a cabo en el coraz¨®n de Europa?
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