'Murteiritas' comerciales

La mayor¨ªa absoluta de los toros de Murteira que se lidiaron ayer en Alcal¨¢, tres de cinco, desmintieron su te¨®rica fama de duros y dif¨ªciles y se comportaron con nefasta comercialidad. Salieron como gustan a las figuras para sus tambi¨¦n te¨®ricas gestas, y por eso cada d¨ªa los exigen m¨¢s: justitos de trap¨ªo, mansitos en dulce, tontones a fuer de nobles, suaves y medio inv¨¢lidos.Semejantes pajunos, segundo, tercero y cuarto, permitieron ser objeto de m¨²ltiples e innumerables moner¨ªas, que no torer¨ªas. Tampoco el quinto era un barrab¨¢s y su catadura era m¨¢s pr¨®xima a los anteriores que a la de un toro problem¨¢tico. Simplemente se negaba a seguir la muleta y al coletudo y echaba la carita por delante, mas no se com¨ªa a nadie. Menos mal que la casta del sexto redimi¨® m¨ªnimamente a la divisa de tan,oprobiosa facilidad, transmitiendo al cotarro la ¨²nica emoci¨®n de la tarde.

Con semejante material, Espartaco se llev¨® a su escri?o dos de las orejas m¨¢s chuflas que haya cortado en su vida. La primera, por una de su cl¨¢sicas, tambi¨¦n denominadas profesionales, labores plenas de a?agazas: despegado y con abuso de pico, tundi¨® al pobre animal con cientos de pases. Al quinto, para variar, no le dio ni uno porque el animal se resist¨ªa y su matador, tras encunarse valiente, lo pasaport¨®. Entonces intervino la mundialmente famosa prodigalidad del us¨ªa, Crescencio de Vicente, que no debe saber contar pa?uelos, y le regal¨® el trofeo.

Espartaco Chico se luci¨® con el percal en sus dos enemigos y tore¨® al tercero con clasicismo, temple, ligaz¨®n y cargaz¨®n de la suerte antes de darse el gustazo final del tremendismo. La casta del sexto provoc¨® que se fajara con ¨¦l, a¨²n con altibajos, pero con bizarr¨ªa y emoci¨®n a raudales. Curro V¨¢zquez despen¨® r¨¢pido a la cancanita invalid¨ªsima primera, que el famoso us¨ªa no devolvi¨® -¨¦l sabr¨¢ porqu¨¦-, y dibuj¨® alg¨²n apunte de arrebato est¨¦tico con el otro.